SOLUCIÓN: TRABAJAR MÁS Y MEJOR. (y robar menos)
El presidente de Mercadona, Juan Roig, ha afirmado que España será intervenida si los españoles no se "ponen las pilas" y se trabaja "más" de forma global, al tiempo que ha augurado que la situación será "mucho peor" porque el nivel de vida del país no corresponde a su nivel de productividad. "O pegamos un cambio y somos conscientes de que estamos por arriba de nuestro nivel de productividad o nos van a intervenir, esto se cumple por la ley de gravedad o por su propio peso, por cualquiera de las dos cosas, pero que va a pasar", ha asegurado Roig en declaraciones a RNE recogidas por Europa Press.
El máximo responsable de la cadena de supermercados valenciana ha afirmado que la actual situación por la que atraviesa España es responsabilidad de todos. "Nos hemos pasado como país treinta pueblos, incluidos los sindicatos, los empresarios, los bancos, los políticos, todo el país", ha señalado Roig, quien ha insistido en que "todos", de forma global, deben ponerse a trabajar "más". "Creo que si no cambiamos, si no damos un cambio todos los españoles, nos van a intervenir", ha afirmado el presidente de Mercadona.
Estas no son las primeras declaraciones de Roig que desatan la polémica. Hace apenas un par de meses, el ejecutivo citó a los 7.000 bazares chinos que hay en España como ejemplo del esfuerzo que deberían hacer los 47 millones de españoles para salir de la crisis.
"Que piensen más en los deberes que en los derechos" y asuman que el éxito depende de cada uno de ellos, que la cultura del esfuerzo y del trabajo destierre a la del "maná", subrayó entonces.
De hecho, Roig explicó la proliferación de estos comercios de una forma muy sencilla: "cada vez hay más porque hacen la cultura del esfuerzo que nosotros no hacemos", a lo que agregó : "siento gran admiración por esos comercios y he aprendido mucho de ellos".
No obstante, Roig asegura estar "en contra de recortar por recortar" y abogó por adoptar "medidas disuasorias" para "frenar el derroche". A modo de ejemplo, ha destacado que la decisión "molesta, impopular y arriesgada" de cobrar las bolsas de plástico ha supuesto al país un ahorro de 300 millones de euros, un 0,02% del Producto Interior Bruto (PIB).
(ABC).
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LAS REFORMAS DE LAS QUE NO HABLA RAJOY.
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LAS REFORMAS DE LAS QUE NO HABLA RAJOY.
Mariano Rajoy no desaprovecha una sola ocasión para evitar comprometerse con un programa de reformas como las que necesita nuestro país para salir adelante. Hace dos fines de semana ante su propio partido. El último en el diario El Mundo. El domingo dejó caer, ante Casimiro García-Abadillo, un puñado de propuestas que el periódico de Pedrojota, por darle algo de relevancia, ha convertido en un decálogo. La vieja veneración a los números perfectos. No es que estén mal. Pero son mucho más interesantes las reformas que no se atrevió a proponer. A saber:
La liberalización de la economía. La sociedad está atada por infinidad de regulaciones medioambientales, de calidad, sanitarias, laborales, que echan a perder valiosísimos esfuerzos empresariales y laborales, bien porque se destinan a aspectos que no son tan necesarios, bien porque no llegan a realizarse nunca. Simplemente desatando la economía con una regulación más racional (es decir, menor), seremos más ricos. Y el Estado mejoraría sus ingresos, sin necesidad de subir los impuestos. De todas ellas, junto con la medioambiental, la regulación que más daño está haciendo a España es la laboral, responsable de gran parte de la lacerante cifra de paro que sufrimos. Y ello incluye eliminar el salario mínimo.
Reformar el Estado Providencia. El Estado asistencial nos hace menos responsables ante nuestro propio futuro y rompe la solidaridad natural que lleva a preocuparnos por los que tienen necesidades insatisfechas a nuestro alrededor, en la confianza de que de todo ello se ocupará el Estado. Además, el Estado vierte sus ayudas en grandes paquetes, sin entrar en cuál es el comportamiento de las personas que las reciben. Y lo que remedia la pobreza no es el dinero, como creen los socialistas, sino el comportamiento. Por eso la caridad privada triunfa donde fracasa el Estado de Bienestar. Como primera medida, propongo eliminar todo rastro de gasto asistencial y dedicar la cantidad que cueste a repartirlo de forma equitativa entre los ciudadanos. Nos liberaríamos de centenares de miles de funcionarios que seguro que están deseando hacer algo útil a la sociedad, y el resultado sería menos dañino que lo que tenemos.
Acabar con el sistema público de pensiones. Percibir una pensión de 5.900 euros al mes es argumento suficiente.
Reformar los servicios públicos. Tanto en Sanidad como en Educación se puede dar más cancha a la iniciativa privada directamente o por medio del bono, sanitario o escolar. Éste aseguraría el acceso de estos servicios a todo el mundo, independientemente de su renta, y favorecería la competencia.
Un Estado federal. Mariano Rajoy ha dicho que las autonomías, "ni tocarlas". Pero todo el mundo reconoce que son una oportunidad para el politiqueo, para la generosidad con el dinero ajeno, para el gasto como si no hubiese futuro (más allá de las próximas elecciones, es decir), para el despilfarro y el empobrecimiento de todos. Si todo el mundo lo sabe, ¿por qué no optar por una solución eficaz y que enfrentaría a cada gobernante regional con sus propios ciudadanos a la hora de pedir dinero? Más, cuando fomentaría la competencia fiscal y en la prestación de servicios, y todo ello sin necesidad de incurrir en costosísimas duplicidades.
Una reforma fiscal. Hay que disociar el nivel de gasto de las partidas a las que se destina. Se podría separar la tramitación parlamentaria de los Presupuestos en dos fases. Una en primavera, donde se fijaría el nivel de gasto, sin posibilidades de revisión al alza. Otra en otoño, cuando se debatiría cómo se reparte ese gasto. De este modo se debatiría al comienzo de año qué nivel de gasto se puede permitir la economía y al final el aumento de una partida tendría que ser a costa de otra. Y como impuesto un tipo marginal único sin desgravaciones, único para familias y empresas.
Reforma energética. Que consistiría en dejar caer las energías que no se han ganado el derecho a competir, porque son brutalmente caras, hasta que se hagan competitivas. Y permitir el desarrollo de las que sí lo son, como la energía nuclear. Rajoy habla de alargar la vida laboral de las centrales, pero se debería permitir a cualquier empresa abrir nuevas centrales, si considera que España las necesitará.
A Mariano Rajoy le falta el conocimiento, el convencimiento o el patriotismo necesarios para plantear los cambios que necesita nuestro país. Y eso que sólo hablamos de economía. (LD)
La liberalización de la economía. La sociedad está atada por infinidad de regulaciones medioambientales, de calidad, sanitarias, laborales, que echan a perder valiosísimos esfuerzos empresariales y laborales, bien porque se destinan a aspectos que no son tan necesarios, bien porque no llegan a realizarse nunca. Simplemente desatando la economía con una regulación más racional (es decir, menor), seremos más ricos. Y el Estado mejoraría sus ingresos, sin necesidad de subir los impuestos. De todas ellas, junto con la medioambiental, la regulación que más daño está haciendo a España es la laboral, responsable de gran parte de la lacerante cifra de paro que sufrimos. Y ello incluye eliminar el salario mínimo.
Reformar el Estado Providencia. El Estado asistencial nos hace menos responsables ante nuestro propio futuro y rompe la solidaridad natural que lleva a preocuparnos por los que tienen necesidades insatisfechas a nuestro alrededor, en la confianza de que de todo ello se ocupará el Estado. Además, el Estado vierte sus ayudas en grandes paquetes, sin entrar en cuál es el comportamiento de las personas que las reciben. Y lo que remedia la pobreza no es el dinero, como creen los socialistas, sino el comportamiento. Por eso la caridad privada triunfa donde fracasa el Estado de Bienestar. Como primera medida, propongo eliminar todo rastro de gasto asistencial y dedicar la cantidad que cueste a repartirlo de forma equitativa entre los ciudadanos. Nos liberaríamos de centenares de miles de funcionarios que seguro que están deseando hacer algo útil a la sociedad, y el resultado sería menos dañino que lo que tenemos.
Acabar con el sistema público de pensiones. Percibir una pensión de 5.900 euros al mes es argumento suficiente.
Reformar los servicios públicos. Tanto en Sanidad como en Educación se puede dar más cancha a la iniciativa privada directamente o por medio del bono, sanitario o escolar. Éste aseguraría el acceso de estos servicios a todo el mundo, independientemente de su renta, y favorecería la competencia.
Un Estado federal. Mariano Rajoy ha dicho que las autonomías, "ni tocarlas". Pero todo el mundo reconoce que son una oportunidad para el politiqueo, para la generosidad con el dinero ajeno, para el gasto como si no hubiese futuro (más allá de las próximas elecciones, es decir), para el despilfarro y el empobrecimiento de todos. Si todo el mundo lo sabe, ¿por qué no optar por una solución eficaz y que enfrentaría a cada gobernante regional con sus propios ciudadanos a la hora de pedir dinero? Más, cuando fomentaría la competencia fiscal y en la prestación de servicios, y todo ello sin necesidad de incurrir en costosísimas duplicidades.
Una reforma fiscal. Hay que disociar el nivel de gasto de las partidas a las que se destina. Se podría separar la tramitación parlamentaria de los Presupuestos en dos fases. Una en primavera, donde se fijaría el nivel de gasto, sin posibilidades de revisión al alza. Otra en otoño, cuando se debatiría cómo se reparte ese gasto. De este modo se debatiría al comienzo de año qué nivel de gasto se puede permitir la economía y al final el aumento de una partida tendría que ser a costa de otra. Y como impuesto un tipo marginal único sin desgravaciones, único para familias y empresas.
Reforma energética. Que consistiría en dejar caer las energías que no se han ganado el derecho a competir, porque son brutalmente caras, hasta que se hagan competitivas. Y permitir el desarrollo de las que sí lo son, como la energía nuclear. Rajoy habla de alargar la vida laboral de las centrales, pero se debería permitir a cualquier empresa abrir nuevas centrales, si considera que España las necesitará.
A Mariano Rajoy le falta el conocimiento, el convencimiento o el patriotismo necesarios para plantear los cambios que necesita nuestro país. Y eso que sólo hablamos de economía. (LD)
José Carlos Rodríguez es periodista y miembro del Instituto Juan de Mariana
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