domingo, 17 de junio de 2012

A VER SI NOS ACLARAMOS

 




A VER SI NOS ACLARAMOS.

«La crisis hunde a la mitad de los griegos en la depresión y a la otra mitad en la violencia». El diagnóstico es de Jristos Papanastasis, subdirector del hospital Atena, en Omonia, barrio céntrico pero muy conflictivo de la capital griega. Las enfermedades por estrés, depresión y del corazón han ascendido en flecha. Y los suicidios: «El último en este barrio hace dos días, un muchacho de 37 años». La gente acude a los hospitales no solo para ser tratados de una enfermedad. «A veces lo único que quieren es tener tres comidas diarias y descansar».

En cuanto cae la noche, robos y asaltos son frecuentes a las puertas del hospital. Las peleas en el seno de familias con problemas, también. Aunque el reflejo más alarmante de la simbiosis de crisis y violencia es el auge del movimiento neonazi Amanecer Dorado, cuyos matones se dedican a patrullar las calles en manada y a atacar a los inmigrantes para conminarles a abandonar el país. A menudo con el asentimiento del vecindario que, a veces calla, a veces les jalea.
La UE ha impuesto un duro programa de ajustes y de reformas estructurales. Y los gobiernos que se han sucedido en estos años han hecho lo fácil: han aplicado sin piedad los ajustes –bajadas de sueldo, recortes de las pensiones, subida de impuestos- y han sido incapaces de llevar a término las reformas. No han organizado un sistema fiscal eficaz y progresivo, no han racionalizado la hipertrofiada administración pública ni han metido en vereda a las profesiones cerradas a la competencia, privilegiadas y autogobernadas, como camioneros, abogados, farmacéuticos o taxistas, entre otros.
Pero los más desprotegidas, incluida la gran clase media, han caído en una trampa mortal: han visto cómo sus sueldos se han reducido en un 30 o 40 por ciento, al tiempo que los impuestos han aumentado otro tanto y las pensiones han bajado a la mitad. Nadie compra, nadie vende. Quien confiaba en vender la casa, un solar, un huerto, se encuentra no ya con que los precios se han hundido, sino que nadie tiene dinero para comprar. Muchos no pueden pagar sus hipotecas. Y se ven comidos por las deudas, en una espiral de miseria sin salida.

Escasa actividad económica

La Seguridad Social se hunde. Algunas medicinas escasean o han desaparecido. El Estado deja de pagar a los farmacéuticos, que se niegan a seguir fiando sus artículos. Cada vez hay menos dinero para los jubilados. Los ahorradores retiran su dinero de los bancos. Las empresas extranjeras huyen del país como de la peste. El comercio desaparece. Y la actividad económica se apaga.
Los griegos no se sienten rescatados, sino hundidos. Todos os contarán que es cierto que muchas cosas fallaban en su antiguo sistema de vida. Pero no comprenden la absoluta falta de piedad con que les tratan la canciller alemana, Angela Merkel, y las instituciones europeas. La UE contempla a Grecia como una abstracción. No quiere ver la realidad material de una crisis, cuya gravedad se mide por la aparición de un fascismo muy parecido al de los años treinta.

 Ni un solo alto cargo de la Comisión Europea se ha paseado por aquí. Y en la prensa alemana abundan los discursos morales, pero el reporterismo a pie de calle no es para los germanos. La canciller Merkel tiene a su alcance muchas estadísticas, pero ni el menor asomo de la vida real de este país. (ABC).


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A VER SI NOS ACLARAMOS.



Dicen: 'La única cura que se ofrece a los españoles y griegos es más pobreza'.


Veamos esto más de cerca. Yo voy al mercado de los votos y me presento a las elecciones (españolas o griegas) y ofrezco 'más riqueza', no más pobreza. ¡Qué coño quiere decir esto!


Vayamos por partes. Estoy completamente de acuerdo en que la clase política (aunque en sentido estricto no sea una clase)  debería haber dado ejemplo y recortado sueldos, subvenciones, cargos inútiles, empresas públicas inútiles o prescindibles, televisiones públicas, coches oficiales, etc. 


Esto habría servido no sólo para dar ejemplo sino para adelgazar el Estado y su enormes e inasumibles despilfarros. Este camino es inevitable si queremos salir de la crisis. La sociedad civil ya se ha apretado el cinturón. Ahora le toca a los políticos y al Estado elefantiásico, ya que no se ha apretado suficientemente el cinturón. Aparte de que no podemos sostener este Estado del Bienestar. No me refiero a ciertas prestaciones sociales, como irresponsablemente dicen socialistas y sindicalistas, sino el Estado de Bienestar que ahora tenemos. Incluso Suecia ha tenido que reformarlo y recortarlo a fondo.


Es demagógico dar la culpa a Bruselas. Seguir como hasta ahora significa que se presta dinero y no se devuelve. ¿Quién lo paga? Se paga entre todos. Pero esto se terminó. Que los incumplidores abusen ya no se puede aguantar más.


Algo parecido sucede con el Estado de las Autonomías. Una Autonomía despilfarra porque quiere tener el mejor servicio sanitario de España, por ejemplo. No hay problema. Cuando no pueda devolver el dinero que pidió prestado, lo pagamos entre todos. O sea, una vergüenza permitida o alentada por los políticos. Y permitida por muchos ciudadanos. Mientras yo me beneficie (los de mi tribu autonómica), que se jodan los demás. 


No son los únicos, pero los políticos catalanistas que dirigen el Oasis (y desprecian a España y a los españoles aunque algunos gilipollas no se enteran) deben 42.000 millones de euros. Pues bien, la cosa autonómica es que lo tenemos que pagar entre todos. Pero esto no puede seguir así. Es un abuso inadmisible.


Aparte de la infamia (no encuentro una palabra más fuerte) del cupo vasco y la peculiaridad navarra. En resumen. Pagan menos que el resto de los españoles en igualdad de condiciones. En una sociedad democrática esto es completamente inaceptable. Y los políticos no han querido cambiar nada. Y los vascos y navarros encantados. Claro. No son tontos.


Pues bien, este desmadre no puede seguir. ¡Claro que se ofrece 'pobreza'! O para ser menos demagógico, se ofrece austeridad. Ahora pagamos (unos más y otros menos) la irresponsabilidad de todos (unos más y otros menos), durante décadas. Porque el  sufrido ciudadano tiene menos responsabilidad pero también la tiene. El que no lo crea le aconsejo que lea 'El hombre que cambió su casa por un tulipán', de Trias de Bes.

 Aunque los políticos (en general) son los principales responsables. Su mediocridad, en todos los sentidos, nos ha metido en un pozo del que saldremos con sufrimiento y sacrificios. Porque el crecimiento insuflando más dinero público no hace sino repetir los errores del pasado. Es un falso crecimiento.

¡Ojalá aprendamos alguna lección! Pero, mientras tanto, no se crean a los sinvergüenzas que ofrecen salida de la crisis sin austeridad y sacrificios. ¡Mienten! ¡Una vez más!

Sebastián Urbina.

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