(Por desgracia, ya 'no llama poderosamente la atención' que la izquierda indignada española calle ante la salvaje represión del gobernante venezolano Maduro.
Hace tiempo que debiera conocerse su miseria moral. ¿Acaso ya han olvidado que, para el rojerío hispano, Fidel Castro era un 'dictador bueno'- en realidad ni siquiera un dictador- y Pinochet un dictador malo, un repugnante facha?
Si es de izquierdas puede cometer las mayores atrocidades, que no pasa nada. Y el que acuse y denuncie es fascista.
Esto es lo que puede esperar de la izquierda.
Y que conste que no voto a Mariano.)
Venezuela y la miseria moral de la izquierda 'indignada'
Son ya 39 los muertos desde el pasado 12 de febrero, según las cifras de la propia tiranía bolivariana, que refiere asimismo la detención de 2.285 personas y el encarcelamiento de 192, entre las que se cuenta el líder opositor Leopoldo López. Los propios datos oficiales hablan también de 102 investigaciones en curso por violaciones de los derechos humanos.
Llama poderosamente la atención el silencio ominoso de buena parte de la izquierda indignada española ante la salvaje represión que están padeciendo los protestatarios venezolanos, a pesar de que a estos les asisten muchas más razones para tomar las calles como lo están haciendo para clamar contra sus gobernantes. "A pesar", no: probablemente sea por eso. Son más, y mucho más valientes y coherentes que los sedicentes luchadores por la libertad que padecemos aquí. Los retratan. Por eso callan. Ese silencio los desenmascara y cubre de infamia.
Las instituciones y la sociedad españolas deben ser explícitas y rotundas en su apoyo a los demócratas venezolanos, así como en su repulsa a sus represores, indignos de ostentar responsabilidad alguna. De igual manera deben comportarse con quienes jalean desde aquí a los criminales, y que quieren para España los mismos males que están devastando aquellas tierras.
(edit.ld)
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Luego está la izquierda que no es, oficialmente, extremosa.
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Luego está la izquierda que no es, oficialmente, extremosa.
LA PALABRA TABÚ DEL PSOE.
LAS palabras son dos, en
realidad. El concepto, uno: extrema izquierda. Al PSOE le cuesta un mundo
condenarla, y nunca lo hace con claridad, como lo hemos visto tras las últimas
manifestaciones violentas. Porque tiene un problema de base. Que no reconoce la
existencia de la extrema izquierda mientras dedica una buena parte de su tiempo
a denunciar los males de la extrema derecha.
Y se trata de un problema del
socialismo europeo, no sólo del español, como se ha vuelto a poner en evidencia
en las municipales francesas. Y buena parte de la culpa es de la derecha, de
una llamativa torpeza en este campo.
En Francia hemos asistido
nuevamente a esa anomalía democrática en la que todos, incluida la acomplejada
derecha europea, han entrado al juego progresista de condenar el avance de la
extrema derecha del Front National, mientras que nadie ha abierto la boca para
escandalizarse por los resultados de la extrema izquierda del Front de Gauche.
Aún más patético, el socialismo francés ha llamado, también de nuevo, a la
formación de un Frente Republicano, es decir, un pacto con la derecha para no
apoyar al Frente Nacional allí donde podía optar a una alcaldía. Y la derecha
no ha entrado a este pacto, pero ha sido incapaz, de nuevo, de exigir un Frente
Republicano paralelo para evitar cualquier apoyo a la extrema izquierda del
Frente de la Izquierda. Un Frente, este último, que ya apoyó a Hollande en la
segunda vuelta de las presidenciales de 2012.
La anomalía democrática
empieza por los analistas del progresismo, el diario Le Monde, por
ejemplo, que otorgaba ayer 11 alcaldías a la «extrema derecha», 8 al FN y 3 a
otros partidos, y ninguna a la «extrema izquierda», ya que colocaba todas las
alcaldías del Front de Gauche, nada más y nada menos que 56, en el genérico
«Izquierda». El Front de Gauche, que obtuvo nada menos que el 11% en las
presidenciales, llama, entre otras cosas, a «la insurrección ciudadana para
arrebatar el poder a los banqueros y dárselo al pueblo». Y, en un baremo de
mensajes extremistas y antisistema, ganaría probablemente al Frente Nacional. A
pesar de todo lo cual el socialismo francés no tiene problema alguno en recibir
sus votos y en pactar con ellos cuando le parece oportuno.
Lo mismo que ocurre en
España, con la diferencia de que aquí ni siquiera tenemos un partido relevante
de extrema derecha, mientras que sí tenemos a una Izquierda Unida y varios
partidos nacionalistas radicales cuyos votantes se sitúan en claras posiciones
de extrema izquierda en la escala ideológica. Y que apoyan o justifican, como
lo hizo Cayo Lara la semana pasada, la violencia de los radicales. Y, sin
embargo, el progresismo aún se escandaliza cuando se utiliza el concepto de
extrema izquierda para todo lo anterior. O para cualquier cosa, de ahí que sea incapaz
de condenarla. Y tiene un problema bastante parecido con las dictaduras
comunistas, que tampoco encuentra manera de denunciarlas.
Una anomalía de la
izquierda permitida por la torpeza de la derecha, en España y en el resto de
Europa.
(La opinión de Edurne Uriarte)
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