(A Mariano debería darle vergüenza que un sector- cada vez mayor- de catalanes muestre un espíritu de resistencia al separatismo, tan notable. ¿No deberíamos ayudarles, Mariano?
Sólo puedo rogar, humildemente, que nos perdonen por no ayudarles como merecen. Pero nunca perdonaré a Mariano. Estos inteligentes y valientes catalanes merecen nuestro apoyo sin medias tintas. ¡Qué vergüenza!
PD. ¿Reunión secreta con Arturo?)
(MARIANO, APRENDE)
Cataluña
2014-04-27
Nosotros no nos rendimos
Dos ilustres exponentes
del Madrid nihilista, el exdirector del diario El Mundo y quien fuera ministro de Industria de Zapatero,
han venido a sumarse en los últimos días al ingente coro de arbitristas y
recaderos que andan buscándole una
salida al mar a Artur Mas. Así, mientras el uno desempolvaba la vieja idea, ya
presente en el ánimo de los constituyentes, de reducir las autonomías a las
tres históricas, el otro daba en postular nada menos
que un proceso constituyente con tal de colmar de gusto a los secesionistas.
Y es que, suprema paradoja, tras un siglo y pico de
repetir la misma matraca, el discurso ideológico del catalanismo ha acabado
teniendo más impacto en el Madrid con mando en plaza que en la propia Cataluña. Repárese, si no, en que, botifler arriba, botifler abajo, la mitad de los
habitantes del país petit
seguimos sin poner en duda que la titularidad exclusiva de la soberanía sobre
nuestras cuatro provincias corresponde a la nación española, asunto que se nos
antoja ni discutido ni discutible. A diferencia del Madrid
nihilista, nosotros no nos rendimos. Ni en lo material ni tampoco en lo
intelectual.
El riojano, en cambio, cree que Cataluña
posee una identidad en extremo más marcada que la de los de Logroño, singularidad que, a su juicio, debe figurar en la
letra y música de la Constitución. Cualquiera que haya visitado las casetas
flamencas de la Feria de Abril de Barcelona podría suscribir ese mismo aserto,
esto es, que Cataluña alberga rasgos singulares que no están presentes de La
Rioja. Lo que no acaba de entenderse es que matices identitarios diferentes
exijan marcos jurídicos segregados. La mujeres, por ejemplo, poseen una muy acusada identidad de género en relación a los hombres. Al igual que los gais y las lesbianas, que también se significan por compartir una identidad sexual diferente a la de los heterosexuales. Pero de ahí no se infiere que las mujeres tengan derecho a pagar menos impuestos, o que los homosexuales puedan reclamar que nadie hable español en los colegios de sus hijos.
Porque en una democracia la ciudadanía solo puede estar vinculada al cumplimiento de la ley; única y exclusivamente al cumplimiento de la ley. El fundamento ontológico de la democracia es la ciudadanía, no la identidad. Y se es ciudadano en la medida en que se respetan las normas, no por el hecho de suscribir tal o cual rasgo cultural presente en la colectividad.
(José García Domínguez/ld)
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