(EL HOMBRE ES MALO. VAYA CON
CUIDADO.)
Susana
Camarero, en un momento de la entrevista concedida a ABC - JAIME GARCÍA
«Cada aviso de un crimen machista es como si mataran a mi hermana».
Susana
Camarero, «número dos» del Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e
Igualdad, destaca que el 78% de las víctimas vence a la violencia, aunque
«cualquier mujer» puede sufrirla.
EL MACHISMO QUE NOS INVADE.
En Mayo de 2014, la periodista Cristina López Schlichting, ponía de todos los colores a los políticos machistas, en ‘El Cascabel’ de la COPE: "Están fijándose en el culo y las tetas".
Acusar a los hombres de guarradas sin cuento es de lo más
progresista que usted pueda imaginar. Pero ¿por qué los políticos iban a ser
diferentes del resto de los hombres pecaminosos, es decir, de los hombres sin
más?
Los hombres tenemos, en general y dependiendo de la edad, entre
otras cosas, una sexualidad más compulsiva que las mujeres. En general, los hombres nos sentimos atraídos por las
mujeres. De unas más y de otras menos. Con las excepciones que todos sabemos.
Pero no porque seamos unos degenerados sino porque la naturaleza es así. Con
las excepciones de rigor. Por tanto, ‘naturalmente’ los hombres miramos a las
mujeres. Normalmente, a los ojos, el culo y las tetas.
Lo grosero es mirar de forma evidente e insistente. Debe mirarse
con disimulo, para no molestar. Por otra parte, las mujeres, en general, miran
el culo de los hombres, o la bragueta, cuando les da la gana. ¡Qué cara más
dura!
Cuando se acusa de ‘machista’ a alguien, dado que el significado
de esta palabra es despreciativo, lo menos que puede exigirse es una adecuada
justificación. A menos que prefiramos que el despreciado se ponga al mismo
nivel y conteste con un agrio ‘gilipollas’. Ella contraataca, ‘cabrón’. El
aludido lanza un incisivo, ‘zorra’ y, finalmente, ella cierra el combate con un
sonoro ‘hijoputa’. Llegados a este punto, podríamos preguntar: ¿Es esto
lo que debemos enseñar a nuestros hijos? ¿No cree usted que es más civilizado
justificar lo que se afirma? Recordemos el latinajo:
Ei incumbit probatio qui dicit, non qui negat (La
prueba incumbe a aquél que afirma, no al que niega.) Proviene del Digesto de Justiniano, del siglo VI después de
Jesucristo, y supone una defensa de la presunción de inocencia.
Si en una tertulia, una mujer acusa de ‘machista’ a un hombre,
éste balbuceará. ¿Yo? ¿Qué dices? ¡De ninguna manera! Y empezará una retahíla
de excusas. ¿Por qué sucede esto?
Porque en la culturilla políticamente correcta, se supone que los
homínidos somos miraculos, miratetas, presuntos acosadores y potenciales
violadores. ¿Por tanto, qué se puede esperar de esta peligrosa turba? Asqueroso
machismo.
En la falacia ad hominem se pretende desacreditar a la
persona que defiende una determinada opinión, en vez de tratar de desacreditar
a la propia opinión. Recordemos que los ataques personales descalifican al
atacante, aunque hay gente que no lo quiere entender. Por tanto ¿Qué
debería hacer el supuesto ‘machista’ de turno? Debería preguntar ¿Por qué soy
machista? Y que lo justifique el que lo afirma. Dependerá, no solamente de los
hechos que se prueben sino, además, de la definición de ‘machista’ que se
utilice. Por ejemplo, si ‘machista’ es todo hombre que ha mirado, alguna vez,
el culo de una mujer, todos los hombres somos unos asquerosos machistas.
Recordemos que miles de hombres han sido detenidos en estos últimos
años por denuncias de mujeres, pero no hay ni un solo caso en el que las
acusadoras hayan sido procesadas por denuncias falsas, a pesar de que, como
declaró públicamente la jueza de Barcelona, María Sanahuja, hay constancia de
que muchas esposas se inventan esos malos tratos para mejorar las condiciones
del divorcio.
El juez Francisco Serrano ha
estudiado especialmente la violencia de género en Andalucía. Señala que, según
datos de la Fiscalía, en esta comunidad se incoaron 9.800 procedimientos por
malos tratos en 2008, de los cuales más de un 90% se han archivado o han
acabado en absolución.
Se ignora, por el contrario, que, por ejemplo, en el año 2009, la violencia doméstica ha provocado la muerte de 30 hombres, pero ese último dato no está registrado en las estadísticas oficiales, según afirma el juez Serrano en un informe que publicó el suplemento Crónica de El Mundo en 13/12/2009. ¿Por qué? Porque la ley de Violencia de Género sólo contempla la violencia del hombre. O sea, progresismo auténtico.
Se ignora, por el contrario, que, por ejemplo, en el año 2009, la violencia doméstica ha provocado la muerte de 30 hombres, pero ese último dato no está registrado en las estadísticas oficiales, según afirma el juez Serrano en un informe que publicó el suplemento Crónica de El Mundo en 13/12/2009. ¿Por qué? Porque la ley de Violencia de Género sólo contempla la violencia del hombre. O sea, progresismo auténtico.
Esta ‘objetividad progresista’ se combina con la eliminación
de la presunción de inocencia, solamente para los hombres, en la Ley de
Violencia de Género. Y el que no esté de acuerdo, ya saben, es un ‘machista’.
La realidad, aunque se esconda y manipule por los políticos
políticamente correctos- o sea, casi todos- y por la prensa ‘progresista’
y acomplejada, difiere de la oficial.
El Proyecto sobre el Estado del Conocimiento del Abuso en Pareja (PASK,
por sus siglas en inglés) es un compendio de más de 1.700 estudios publicados
sobre este asunto cuyas conclusiones acaban de ser publicadas en la revista
Partner Abuse. Este proyecto, llevado a cabo en Estados Unidos durante tres
años por un grupo de 42 académicos de 20 universidades y centros de
investigación ha concluido que mucho de lo que creemos saber sobre violencia
doméstica no es cierto.
Así, se afirma que excepto en lo referente a la coacción
sexual, hombres y mujeres perpetran abusos físicos y no físicos en porcentajes
similares, la mayor parte de la violencia doméstica es mutua, las mujeres son
tan controladoras como los hombres, la violencia doméstica de hombres y mujeres
está correlacionada con los mismos factores de riesgo y sus motivaciones son
similares en ambos casos.
Esto no significa minimizar nada. Al contrario,
significa no esconder, hipócritamente, la dramática realidad de las diversas
formas de violencia. El problema es grave y hay que actuar en un doble frente,
la sanción y la educación, desde las familias y las escuelas. Hay que desterrar
los comportamientos violentos, del tipo que sea, y sustituirlos por el respeto
mutuo y la información no manipulada. Unos objetivos en los que todos
deberíamos colaborar.
Claro que si usted prefiere ser políticamente correcto/a,
tiene que decir que los hombres somos unos guarros que sólo miramos culos y
tetas. Y partidos de fútbol.
Sebastián Urbina.
(Publicado en ElMundo/Baleares-3/4/2015.)
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