sábado, 2 de enero de 2016

EL ODIO Y LA IDIOTEZ LES PUEDEN



 

 

 

 

EL ODIO Y LA IDIOTEZ LES PUEDEN.

 

Antoni Noguera es el segundo teniente de alcalde y concejal de Urbanisme de Palma .

Asevera que se descarta una consulta sobre el monolito de Sa Feixina.

Antoni Noguera: "El fascismo nunca puede ser objeto de consulta"

 (MallorcaDiario.)



Niños del crucero Baleares sin recuerdo

Por Jorge Campos

miércoles 30 de septiembre del 2015, 13:43h

“Es para mí, y para otros muchos mallorquines, una bofetada el sólo intento de hacer desaparecer ese monumento”. “Fue pagado por familias mallorquinas. No entienden de historia ni de sentimientos.”

Son las emocionadas palabras que nos ha hecho llegar Antonio Garau, que siente que le arrebatan los recuerdos de aquellos nueve chicos, marineros mallorquines, flechas navales igual que él, que fallecieron junto a 800 personas en el hundimiento del crucero Baleares durante la guerra civil. En su memoria y recuerdo se erigió el monumento inaugurado hace casi 70 años en Sa Fexina de Palma, gracias a las aportaciones económicas de numerosas familias mallorquinas que contribuyeron voluntariamente en la campaña organizada por el periódico Última Hora.

Ahora, el Ayuntamiento de Palma presidido por el socialista José Hila gracias a comunistas y separatistas pancatalanistas, pretenden borrar sus recuerdos anunciando su demolición. El mismo Hila que formaba parte del equipo de gobierno de la anterior alcaldesa socialista, Aina Calvo. El mismo que apoyó entonces su decisión de no retirarlo sino adaptarlo a la llamada ley de “memoria histórica”, tal como recomendaron los informes jurídicos solicitados al efecto.

Sin reivindicación popular alguna para derribarlo, de la actitud del tripartito palmesano se desprende el nulo interés por la memoria, la historia y las víctimas, si éstas no son republicanas. Lo que importa a todos estos revisionistas de la guerra civil es derrotar, en una alocada e imposible “causa general retroactiva”, a una de las partes de la contienda. El símbolo de su victoria: La demolición del monumento al crucero Baleares.

Además del indudable valor histórico y cultural que supone para Palma, como acertadamente apunta la Asociación para la Revitalización de los Centros Antiguos (ARCA), sin exaltación del régimen franquista, sufragado por suscripción popular, y con una placa explicativa en recuerdo de todas las víctimas, no hay fundamento legal alguno para retirarlo. De seguir adelante con sus intenciones deberán resolver los tribunales.

Las ansias de ciertos colectivos y partidos políticos por derribar monumentos de otras épocas históricas nos trasladan a las imágenes de los talibanes, maza en mano, derribando monumentos y efigies de un pasado histórico molesto para su sectarismo fanático. Nos guste más o menos, la historia es la que es, por mucho que se intente tergiversar, manipular o, directamente, eliminar.

El crucero Baleares se hundió en aguas del mediterráneo en la noche del 5 al 6 de marzo de 1938 cuando fue alcanzado por un número indeterminado de los 12 torpedos lanzados por la flota republicana. Mallorca quedó conmocionada con las noticias que confirmaban el fallecimiento de 800 tripulantes de un buque muy vinculado a la isla. Si bien el suceso más trágico fue la muerte de nueve niños, chicos entre 13 y 16 años, mallorquines en su mayoría, que formaban parte de la tripulación del crucero y que pertenecían a la Escuela de Flechas Navales de Baleares. De los 12 muchachos enrolados sólo 3 sobrevivieron.

¿Qué legitimidad y derecho tienen el alcalde de Palma y sus concejales para intentar acabar con el recuerdo de las familias de aquellos marineros a los que el destino colocó en uno de los bandos de la contienda que ahora, 76 años después, pretenden borrar de la historia?

El gran mérito, responsabilidad y altura de miras de la Transición consistió en que ninguno de los dos bandos, sus herederos, estaba legitimado para exigirse responsabilidades mutuas por el negro periodo de la Segunda República y la Guerra Civil, entre otras razones porque, generacionalmente, sus hijos no tenían responsabilidad alguna. Este gran pacto por la convivencia nacional es el que están quebrando los de una memoria histórica selectiva, con canallas intenciones, que no respetan la memoria de las familias que sufrieron el dolor de perder a los suyos.

Las sociedades cultas y serias recuerdan su pasado, su historia y a sus muertos, héroes para muchos. Porque en el recuerdo también está el perdón, y en sus monumentos el conocimiento de los hechos por los que se construyeron. Es nuestra obligación cívica y moral recordar a todas las víctimas de una guerra que nunca debe volver a repetirse.

Los jóvenes Francisco Colom Palmer, Guillermo Garí Mateu, Pablo Jove Coll, Felipe Crespí Martín, Antonio Matas Serra, Miguel Roca Barceló, Miguel Roses Buades, Modesto Codina Nadal, y José Estevez Barcia, cumplieron su misión: Nunca desaparecerán del recuerdo de sus familias y amigos.

El recuerdo permanece. Permanece en el flecha naval Garau, quien conserva su fotografía junto al monumento al crucero en el que embarcaron para siempre aquellos nueve estudiantes de su misma escuela. Permanece en los compañeros y descendientes de los fallecidos, que superaron los bandos enfrentados, y que acuden hoy en día a pasear y jugar con sus hijos y nietos al parque de Sa Fexina de Palma. A quienes pueden explicar que en sus juegos, en sus risas, también participan, a través del recuerdo, nueve niños, nueve marineritos, representados en el imponente monumento que domina el parque. Allí permanecen compartiendo sus juegos desde hace varias generaciones, incluida la suya, de la que fueron arrebatados por una guerra entre hermanos al zarpar a bordo del crucero Baleares.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Ya van mostrando lo que es para estos piezas la pluralidad, el respeto, la democracia, la convivencia, la verdad histórica y los recursos de los mallorquines. Cutrez y totalitarismo de pacotilla. Que les pague su padre.