Martes, 2 de junio del 2015 - 19:47 CET
Los resultados de las elecciones autonómicas y municipales
han resultado una cura de humildad para el bipartidismo, que donde
decía digo ahora tiene que decir Diego. Un ejemplo lo encontramos en el PSOE. Hubo un tiempo, bastante, en que el secretario general de los socialistas, Pedro Sánchez, descartaba por completo llegar a acuerdos con Podemos.
Y lo hacía con el lapidario argumento de que la fuerza de Pablo Iglesias "quiere convertir a España en Venezuela". Y no quedaba ahí la cosa: convertir a España en Venezuela, proseguía Sánchez, "conllevaría problemas, como pobreza, cartillas de racionamiento, falta de democracia y desigualdad". Esta semana, el PSOE y Podemos se están viendo las caras para negociar un puñado de gobiernos autónomos y ayuntamientos.
Corría el 12 de septiembre del 2014, pocos meses después de que el partido lila diese la sorpresa en las elecciones europeas plantándose con cinco diputados en la Eurocámara. El líder del PSOE se sumaba entonces al espantajo avivado por el PP y los sectores mediáticos conservadores contra Podemos
y sus vínculos con el régimen venezolano.
"Ni antes, ni durante ni
después [de las elecciones autonómicas y municipales] pactará con el
populismo porque el PSOE es un partido de izquierda que
mira al centro, que atrae al centro", arguyó Sánchez. Cabe reseñar que
por aquel entonces el secretario general del PSOE no citaba por su
nombre al partido de Iglesias, sino que se refería a él con un
despectivo "el populismo".
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