20/5/2008.
HABLAR Y ACTUAR.
No faltarán interpretaciones que busquen la controversia en la letra pequeña de cualquier discurso. Sin embargo, es indiscutible que España necesita un centro-derecha sólido y cohesionado que haga honor a la confianza depositada en el PP por una parte muy significativa del electorado. Tampoco deberían los populares perder ni un momento en absurdas querellas de apariencia ideológica. Casi todo está ya inventado en la teoría política y los partidos homólogos europeos tienen muy claras las señas de identidad de una corriente inspirada en ideas liberales en sentido amplio, opuesta a un diseño socialdemócrata de la economía y la sociedad que muestra signos ostensibles de agotamiento. Angela Merkel o Nicolas Sarkozy hacen política y no participan en debates académicos que tienen su expresión legítima en otros ámbitos. Todo el mundo sabe qué es y qué quiere ser el centro-derecha en España. Las etiquetas de «conservador», «liberal», «centrista» o «democratacristiano» no significan nada al margen de un proyecto común y razonable para hacer frente a los graves errores que comete el Gobierno. El futuro pasa por ofrecer medidas para encauzar la crisis económica, el desbarajuste territorial y la alarmante falta de criterio que muestra el Gobierno en muchas de sus decisiones. Los ciudadanos esperan que los populares se pongan manos a la obra de inmediato y que se cierre de una vez un debate estéril que sólo favorece a sus adversarios.(parte de la editorial de ABC)
Me parece que hay algunas diferencias entre lo que dicen y hacen Merkel y Sarkozy, por una parte, y Rajoy y sus barones, por otra. Con independencia de que los representantes cualificados del Partido Popular digan que se trata de un partido liberal, hay que precisar matices y comprobar las aplicaciones concretas.
Se dice que se trata de liberalismo, en sentido amplio. Muy bien. Pero si es tan amplio, tendrá que caber, por ejemplo, el 'liberalismo social' propugnado por el pepero Lassalle. Y si es así, las diferencias entre un proyecto liberal y un proyecto socialdemócrata, se difuminan. De todos modos, no ha sido necesario esperar a Lassalle. El que dijo a María San Gil: 'Esa tía no se entera de que el PP ha cambiado'.
Bastante antes, el popular Arenas (y no era el único) había manifestado en diversas ocasiones que el PP está a la altura de la izquierda en 'gasto social'. Pues bien, esta es una de las diferencias. El gasto social es como los nacionalismos. Son insaciables. Pero resulta que el gasto social, o sea, la redistribución suele tener efectos negativos para la economía. La subida de impuestos, tan de izquierdas, suele poner en peligro el crecimiento.
Con otras palabras, gravar el ahorro y el trabajo suele tener negativos efectos para el crecimiento de la economía. Pero el PP no se desmarca para 'parecer de izquierdas'. En la práctica, las políticas sociales del PSOE y del PP, no se diferencian mucho. La proliferación de normativas, especialmente en los reinos de taifas, también dificulta el crecimiento económico. O la enorme cantidad de funcionarios. España, con 45 millones de habitantes tiene 3'5 millones de funcionarios. Alemania, con 100 millones de habitantes, tiene 700.000 funcionarios.
En segundo lugar, no se trata de un 'desbarajuste territorial'. El siguiente paso, la aprobación por el Tribunal Constitucional (si no es así, lo recogeré gozosamente en este blog) del inconstitucional Estatuto de Cataluña. La bilateralidad que recoge no es un simple 'desbarajuste'. Es un ataque al punto de flotación de nuestra Constitución. Supone que Cataluña podrá tratar a España de tú a tú. Como haría Francia o Alemania. Y las demás Comunidades Autónomas seguirán con sus baronías chupando del bote todo lo que puedan. Una vez que Cataluña (que elige la primera) haya quitado del pastel la parte que ha decidido que le corresponde. De momento el 18%. Luego que se peleen los otros.
Si el PP quiere 'hacerse el simpático' con los nacionalistas tendrá que tragar esto y más. Porque una vez consumado el primer roto constitucional, vendrán los del PNV. Y luego los del BNG. No servirá hacerse el simpático. Sé que es duro no ceder ante este Gobierno irresponsable y los nacionalistas periféricos. Pero esta es la labor que la mayoría de los votantes del PP esperan. Para sonreir, ya están los demás. Por otra parte, más que ha sonreído Piqué en Cataluña, es difícil. Y los resultados electorales fueron peores.
Éstas y otras calamidades (aparte de las mentiras del Gobierno que pueden leerse en otro comentario en este blog) tienen el apoyo mayoritario de los medios de difusión. Encima, el PP comunica muy mal, y no es de ahora. Por tanto, la situación es difícil. Pero no me parece buena solución dejarse impresionar por los insultos de la progresía y los nacionalistas. 'Fachas, franquistas, rezuman odio' , etcétera, y otras científicas descripciones de la realidad real.
Sin el coraje y la dignidad de María San Gil, y personas parecidas, el PP (es mi vaticinio) irá desinflándose paulatinamente. Si esto es así (y el tiempo dirá si lo es, o no), mejor sería una escisión. La claridad me parece mucho mejor que la confusión. Si no hay escisión, imagino que bastantes votos irán a UPD. ¿Qué es mejor, hacer como si hubiera unidad, o reconocer que hay posturas irreconciliables?
Por no hablar de la discriminación lingüística y la actitud entreguista de los populares. Que ahora quiere mejorarse con 'simpatía'. Y peor los socialistas. Aunque no es una sorpresa.
Sebastián Urbina.
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