jueves, 25 de septiembre de 2008

MATRIX Y EL CAPITALISMO.

MATRIX Y EL CAPITALISMO.




Estoy convencido de que hay gente sale del cine con un 'Matrix'
equivocado en su cabeza. Si esto es así, resulta que algunas personas
creen que la película va de un mundo ilusorio. Es decir, se nos engaña
haciéndonos creer que vivimos en un mundo de objetos que, en realidad,
no existen. Dicho de otro modo, ¿cómo sabes que todo lo que te rodea
no es un sueño?

Sin embargo, parece que no se trata de esto. Siento decepcionar a
algunos pero tenemos que volver al maldito capitalismo para
desentrañar el problema. Resulta que este monstruo en cuyas entrañas
vivimos (¿o debería decir malvivimos?) es la clave para la comprensión
de Matrix.

Digamos, de paso, que personas de gran sensibilidad y talento, como 'nuestro'
actor Banderas, ha dicho que desea fervientemente que Obama gane las
elecciones porque teme por su hija si ganase el republicano McCain. ¿Qué le harán los republicanos, maldita sea? No menos claro ha sido Woody Allen: 'Para Estados Unidos sería terrible que no ganara Obama'. ¿Eliminará Obama el mercado? ¿Convertirá a USA en un país socialista? ¿Tendrán que huir los republicanos y refugiarse en Alaska? No exageremos. Pero tratará, probablemente, de que haya más
Estado. Más subvenciones para la cultura progre y algunas cosillas
más. Tal vez sentarse a tomar el té con el Presidente de Irán,
Ahmadineyad. Sin condiciones previas, por supuesto. ¿Saludar a Zapatero? Ya veremos.

Volvamos a Matrix. El verdadero problema es que el maldito capitalismo
absorbe las experiencias humanas y las convierte en mercancías. Por
ejemplo, el ídolo de masas Che Guevara (ahora no importa que firmase
más de 1900 sentencias de muerte) fue incorporado al sistema por medio
de camisetas, vasos, bandejas, delantales, etcétera. ¡Qué asco!
Así pues, todo lo auténtico y hermoso ha sido devaluado en mercancía por el
capitalismo sin escrúpulos.

En resumen, vivimos en una sociedad del espectáculo, en una verdadera
pesadilla. Para salir de este infierno tenemos que tomar la píldora
roja que se toma Neo, el hacker que va buscando a Morfeo. Ahora demos otro paso y hablemos de normas. Aunque pueda parecerlo, no cambiamos de tercio. ¿Pero, qué tienen que ver las normas con toda esta basura de la mercancía y el capitalismo?

Recordemos a otro de los ídolos de la izquierda, J.J. Rousseau. Ya
conocen su famosa frase: 'El hombre nace libre, pero vive siempre
encadenado'.
¿A qué se refiere? ¿Al que lleva cadenas? Sí, pero en
sentido figurado. Estamos oprimidos (alienado el que no lo sepa) por
todas las convenciones sociales y reglas que nos estructuran y aprisionan la vida.
¿Es que no podemos hacer lo que queramos?

Pero no se trata de renegar de todas las normas. Se trata
de aceptar solamente las normas que sean legítimas, como decía el
propio Rousseau y la gente inteligente de izquierdas. Este parece ser un camino sensato aunque obligaría a

debatir el significado de 'legitimación' y, luego, justificar el tipo
adecuado que permitiese considerar a las normas como legítimas. Aunque
no estoy de acuerdo con la vía seguida por Rousseau, es más sensato
que la teoría contracultural actual. Porque esta última trata de
rechazar las normas, sin más. ¿Por qué? Porque las normas, en general,
expresan la represión del sistema.

Pero ¿qué haríamos sin normas, se preguntarán preocupados? No se
asusten. La maldad que ven a su alrededor y la represión consiguiente,
no se deben a que haya personas que sean malas. No. Lo que sucede es que
el sistema favorece, e incluso, fomenta la maldad (y la desesperación, añado) en sus diversas formas.

¿De dónde creen que viene esta generosa comprensión por el
delincuente más que por la víctima, típica de la izquierda? Porque el
delincuente, a su vez, es una víctima del sistema. Una infancia
desgraciada, padres que no se quieren, un colegio con maestros que le pegaban, un empresario explotador,

una sociedad egoísta en la que cada uno va a lo suyo, y un
largo etcétera.

Otro mundo es posible. Eso pensaron los progres en la década de los
sesenta y decidieron que había que cambiar la educación, centro
neurálgico de la represión y adoctrinamiento del sistema. La famosa
escuela británica Summerhill es un ejemplo. Una vez que cambiemos la
mentalidad de los niños, decían, lo demás está hecho. Pero algunos se
dieron cuenta de que había un problema. Si la cultura es un sistema de
represión ¿no estaremos haciendo nosotros lo mismo al darles una
cultura a los niños? Como ya estaban lanzados y no podían parar, decidieron hacer
algunas cositas, progresistas por supuesto.

Una de ellas fue eliminar de raíz la autoridad de los maestros.
¡Faltaría más! Se difundieron imágenes de cárceles que eran comparadas
con la escuela. La idea (¡qué agudeza!) era expresar la represión y la
manipulación que el sistema vomita a través de diferentes
instituciones. Aparentemente respetables y necesarias, eso sí. ¡Y
nosotros tan tranquilos!

El resultado de los experimentos pedagógicos es conocido. Un rotundo fracaso.

Sin embargo, no cejan en su empeño por liberarnos de las cadenas.

La LOGSE es un ejemplo de igualdad igualitaria y emancipatoria. Y la guinda progresista es Educación para la Ciudadanía. En fin, recuerdo el artículo 27 de nuestra Constitución, y la responsabilidad educativa de los padres, para los olvidadizos y los pelotas del régimen. Y ya puestos, La República, de Platón.

Mientras tanto, un partido político que representa (ayer; veremos
ahora) a unos diez millones de votantes, tiene la debilidad y la
desvergüenza de esquivar el debate ideológico con su principal
adversario político. En unos momentos claves, en el ámbito económico,
político y moral en los que no se pueden, ni deben, esquivar los retos, las dificultades y problemas.

Dice R. Weaver: 'Ahora que nos sabemos capaces de desatar fuerzas de
imprevisibles consecuencias, lo único que evita que el mundo sea
engullido por el caos es la pervivencia de un puñado de esquemas mal
entendidos y que se mantiene por inercia'.

Supongamos que es exagerada la visión de tantos, y tan amenazantes nubarrones. ¿Es que no hay nada preocupante? ¿Es que podemos seguir tan tranquilos como si no pasara nada? ¿Es que todo vale y, por tanto, podemos estar tranquilos? Hay que ser muy idiota para creerlo. Supondré que debemos esforzarnos para elaborar esos esquemas, esos modelos, de los que ninguna comunidad civilizada puede prescindir. En tal caso, no podremos evitar, entre otras, la pregunta moral ¿qué debo hacer? Una tarea difícil pero fundamental, para el individuo y la sociedad. Pero ¿queremos saberlo y obrar en consecuencia?

Sebastián Urbina.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Sus reflexiones mezclan conceptos, citas y prejuicios sin ton ni son. Se sigue superando, culminando cualquier párrafo con alusiones con sus fobias a "lo progre". Si tanto desdeña el capitalismo y el consumismo, no entiendo por qué no toca ni un pelo a la economía de libre mercado y el neoliberalismo, causantes de la mercantilización de personajes como el Che ¿de esto también tuvieron la culpa el "progrerío"? Aparte de no entender nada, es lamentable tanta erudición contaminada por tanto prejuicio y tanta fijación con las mismas proclamas de siempre, dándoselas de iluminado.

Anónimo dijo...

El anónimo que realiza el primer comentario es un progre, por eso se pica. Mezcla conceptos como el capitalismo y el consumismo, sin entender que no se haga la permanente a la economía de libre mercado y al neoliberalismo, a los que hecha la culpa de la mercantilización de personajes como el Che. Supongo que estos conceptos también tienen la culpa de que se vendan estampitas en Lourdes o coranes en la Meca. Los que se gastan su dinero al comprarlos, no tienen nada que ver, según este señor.

Al profesor Urbina le habrán dicho muchas cosas, pero que no sepa discurrir... Este señor se atreve. Otro rasgo del progrerío actual.

Le recomiendo que por lo menos consulte algún diccionario, no por la ortografía, sino por el significado de las palabras y deje que cada cual tenga sus proclamas.

Razone y no nos ilumine tanto, por supuesto, si le da la gana.

FERNANDO SANTAYANA

Joan dijo...

Santayana, línia 5 del teu escrit; HECHA la culpa...
tu sí que maltractes l'ortografia!

Anónimo dijo...

Jovencito JOAN, por eso no presumo, pero ¿a que me has entendido? Me refiero a los conceptos.

FERNANDO SANTAYANA