lunes, 22 de septiembre de 2008

¡Y ACUSAN A BUSH DE LIBERAL!

Réplica a Agapito Maestre

22 de Septiembre de 2008 - 12:41:34 - Pablo Molina

En su último artículo publicado en esta casa, Agapito Maestre discrepa, con todo derecho, de la línea editorial de Libertad Digital respecto a la crisis financiera y los remedios que está aplicando el gabinete Bush.

Sostiene Agapito que la fe ciega en los resortes del mercado, concebido como algo abstracto y al margen de la política y del Estado, es una perversidad. Permítaseme discrepar a mi vez del excelente filósofo.

En realidad no se trata de tener fe, más o menos ciega, en el funcionamiento del sistema del libre mercado, sino de saber cómo funciona éste y cuáles son las leyes económicas que lo rigen.

La Escuela Austríaca de economía, que pasa a ser por derecho propio la gran escuela liberal, lleva advirtiendo más de un siglo (en realidad más de cinco, pues los escolásticos ya detectaron este problema) sobre los peligros del intervencionismo estatal en los mercados financieros. Abandonado el patrón oro, sustituido por los bancos centrales, la expansión crediticia carece desde los pasados años treinta de respaldo real y es, por tanto, un elemento más sujeto a la política. A Agapito Maestre le parece estupendo que la política, es decir, el gobierno de turno, decida sobre los flujos financieros. Bien, está en su derecho, pero la ley de la economía, enunciada por los austríacos, según la cual la expansión crediticia sin una base de ahorro provoca necesariamente crisis cíclicas, es tan inexorable como la ley de la gravedad. Uno puede, como Maestre, oponerse a la fe ciega en una ley física o praxeológica, pero lo sensato es obedecerla si uno no quiere pegarse un buen mamporro.

Por otra parte, la nacionalización que el gobierno de Bush está llevando a cabo con las empresas fallidas, al más puro estilo Chávez, ha de ser criticada con severidad por su alto contenido inmoral. Un gobierno no puede arrogarse el derecho de incautar propiedad privada (el dinero de los contribuyentes) para evitar la quiebra natural de un negocio cuyos gestores no han sabido manejar adecuadamente. Si criticamos las nacionalizaciones marxistas de Venezuela, debemos hacerlo con igual dureza con la nueva política de Bush, abrazada por republicanos y demócratas, pues en ambos casos, aunque por motivos distintos, se trata de un ataque directísimo a la propiedad privada de los ciudadanos, cuya protección debería ser la primera obligación de todo gobierno legítimo.

Pero es que el asunto es todavía más grave. Dado que la FED actúa como única entidad facultada para crear dinero de la nada (igual que el BCE), toda esa milmillonada de dólares con que está salvando la vida a los malos empresarios, no es dinero real. Lo que hace la FED es regalar un cheque contra sí misma sin respaldo alguno, por lo que el resultado es aumentar el flujo de dinero circulante y, por tanto, distorsionar aún más la percepción de los empresarios sobre la situación real de la economía y la capacidad de consumo a corto, medio y largo plazo de los ciudadanos. El remedio, por tanto, no es más que una dosis adicional del veneno que ha producido la enfermedad.

La actual crisis económica no significa el fracaso del liberalismo o del libre mercado como sistema de ordenación social. Al contrario, lo que demuestra precisamente es que las políticas intervencionistas de los gobiernos, la expansión crediticia provocada por los bancos centrales sin una base de ahorro real por parte de los ciudadanos y el abandono del patrón oro seguido del monopolio estatal de emisión de moneda, distorsionan gravemente el funcionamiento del mercado provocando su caída al final de cada ciclo.

Es lo que lleva diciendo la escuela liberal, insisto, muchas décadas. La experiencia demuestra una y otra vez quien tiene razón. Se trata simplemente de identificar correctamente las leyes económicas y actuar en consecuencia. Y en esto no hay ningún componente moral. La ley que explica las consecuencias del intervencionismo estatal en materia crediticia es tan inexorable y aséptica como la ley de la gravedad. A mí me puede parecer inmoral que la ley gravitatoria afecte a mi vida en la manera en que lo hace, pero si la ignoro, lo más seguro es que me dé un buen trompazo. Que es lo que le está pasando a Bush, entre el aplauso de quienes apuestan por la política frente a la racionalidad.

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