Existen oportunidades, pero faltan expectativas sólidas de recuperación. Los principales fondos inmobiliarios europeos siguen resistiéndose a desembarcar en territorio español. Ni siquiera el actual escenario vendedor está sirviendo como gancho.
Muy al contrario, algunos de los que llegaron a las puertas del pinchazo de la burbuja han desmantelado sus estructuras en la Península y no han llegado a formalizar sus proyectos de inversión, como le ocurrió al británico Parkridge, que cerró sus oficinas en Barcelona.
Con una cartera de activos bajo gestión de más de 2.500 millones de euros, repartida por varios países europeos, el fondo británico optó por retirarse físicamente de la Península hace menos de un año, tres años después de su llegada. La firma sigue comandada por Luis Urtiaga, vinculado al sector inmobiliario tras su paso por BNP Real State y Decathlon, pero ahora desde Francia, desde donde coordina inversiones en Portugal y otros países europeos con mejores expectativas en el sector inmobiliario.
Otros fondos que siguen operativos en la Península, por el contrario, llevan meses para concretar el cierre de algunos lotes de activos, como ocurre con la gestora de fondos Stam Europe. Según fuentes del mercado inmobiliario, la firma francesa, representada en España por Pedro Abella, mantiene contactos desde la pasada primavera con Eroski para comprar los centros comerciales de Portugalete y Lorca. Una operación de más de 70 millones de euros por los 25.000 y 60.000 metros cuadrados de espacios comerciales que representan.
Quien sí ha concretado esta misma semana la compra de un lote de activos de Eroski, único vendedor que está mintiendo activo el sector, ha sido el fondo inmobiliario Rockspring. La cadena de distribución controlado por la Cooperativa Mondragón vendió 21 locales de supermercados por un importe de 45 millones de euros, siguiendo la estrategia iniciada hace dos años con su cartera inmobiliaria (hipermercados, supermercados y centros logísticos), que se han ido adjudicando fondos como Topland, WP Carey, Tristan o ING RE.
Tampoco consigue rematarse otra de las operaciones más ofertadas los meses anteriores al verano. Es el caso del edificio Diagonal 640, un conjunto de 28.000 metros cuadrados de oficina propiedad de la inmobiliaria Realia, subastado por la consultora Richard Ellis, como ya informó este diario. Aunque contó con el interés de varios inversores, como Deutsche Bank o Metroinvest, el fondo alemán Deka presentó la oferta más alta con un precio de 157 millones de euros, pero la transacción sigue sin culminarse.
En general, las principales dificultades que encuentran los inversores internacionales son de dos tipos. La primera tiene que ver con la zona geográfica. España ha dejado de ser un mercado prioritario respecto a otras plazas europeas, que ahora lideran Alemania y Reino Unido, con mejores niveles de rentabilidad. Otra tiene que ver con el umbral de precios. Sólo los fondos con una filosofía más oportunista, como ejemplifica el caso de Colony Capital en Colonial, apuestan por activos con riesgo inmobiliario español.
El único segmento que se ha mostrado más activo, el de edificios singulares de oficinas, ubicados en los mejores emplazamientos, empieza a dar señales de agotamiento. Aunque algunas fortunas familiares han optado por compras locales en inmuebles de hasta 100 millones,
siempre que incorporen la garantía de buenos inquilinos para el alquiler, empieza a generalizarse el interés de estos inversores por colocar su dinero
en otras ciudades fuera de la frontera española. Algunas gestoras,
como N+1, están creando fondos ad hoc para ello. (Carlos Hernanz/El Confidencial).
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