¿Por qué mienten tanto?
14 de Agosto de 2010 - 08:25:52 - Pío Moa
Doy por sentado que cualquier información de origen progre (PSOE y aledaños), de carácter político, histórico o ideológico, es de entrada falsa o tergiversada, desde los cuentos feministas o ecologistas hasta los tratos con la ETA. Por supuesto, no siempre mienten, pero una larga experiencia me obliga a cambiar la actitud normal de creer una información mientras no se demuestre errónea a considerarla falsa mientras no se demuestre veraz, si viene de tales medios. No voy a extenderme ahora en ejemplos, porque ya he mostrado en muchos artículos los demasiado frecuentes embustes, distorsiones, exageraciones u olvidos intencionados por parte de historiadores, intelectuales varios, periodistas y políticos de izquierda.
La cuestión es: ¿por qué ese apego casi sistemático al embuste, cuando, en definitiva, se trata de personas no diferentes de cualesquiera otras? Obviamente, la causa no radica en la personalidad, sino en otro factor, que conozco bien por experiencia propia. Cuando militaba en el comunismo, la mentira nos parecía una virtud si servía a nuestros fines o debilitaba a los contrarios. No es que lo pensáramos así, tan explícitamente, sino de modo implícito: atribuyéndonos unas intenciones, ideas y conocimientos que alumbrarían mil emancipaciones y liberaciones, todo valía para el logro del objetivo. Todos los medios valían para alcanzar el ideal, sin que se nos ocurriera que el valor del ideal venía marcado por tales medios. Luego, en la práctica, las imaginadas maravillas nunca se cumplían, pero ello mismo obligaba a desfigurar aun más la realidad, mientras persistiera el ideal y no se le reconociera como falso.
En los progres, por lo general, aquella obsesión idealista ha descendido un tanto, pero en cambio ha aumentado otro factor que entonces no operaba entre nosotros: los intereses creados. El PSOE mantiene cierta mística iluminada, un tanto difusa, pero ha construido una amplísima red de fuertes y muy prácticos intereses, cuya eficacia se combina con el temor a perder posesiones, subvenciones y corrupciones. Tales intereses pueden fanatizar más todavía que los ideales. Un corresponsal me hacía observar:
“Hasta ahora, los historiadores e intelectuales que te son contrarios nunca han podido rebatir lo que tú dices, y tú sí que les has rebatido muchas veces. Y son muy conscientes de eso, y de ahí que respondan con la insidia, el ataque personal y la prepotencia de quien está bien situado. No pueden obrar de otra manera, porque están en juego sus intereses particulares, sus prebendas, sus prestigios, sus cargos...y frente a ellos la honestidad intelectual cae por tierra. Hay muy pocas excepciones”.
Menciono el caso que más me afecta, pero lo mismo se manifiesta en otros muchos campos, especialmente en la política. Uno no puede tratar de convencer a esa gente, solo a las personas no condicionadas por tales intereses.
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MENTIR.
Me costó muchos años aceptar que la izquierda (con las honrosas excepciones de rigor) miente de forma sistemática y con la cara bien alta. No me lo podía creer, porque yo provenía de este origen ideológico. Mi padre, seguidor de Julián Besteiro (el único socialista decente e inteligente, o casi) nunca hubiera aceptado la mentira. Y en este ambiente crecí. De ahí que me costara tanto aceptar la cruda realidad.
Ya lo he dicho en otras ocasiones. Leí, en su momento, una frase del admirado Gregorio Marañón, que me dejó perplejo, y tardé tiempo en entender, en asumir.
'Lo más irritante de los rojos es su constante mentira'. (Gregorio Marañón).
Creo que las cusas básicas son: creencia (explícita o implícita) en la superioridad moral de la izquierda y, especialmente pasados los años juveniles, defensa de intereses que se suma a la estúpida creencia anterior.
Ser 'de izquierdas' crea suposiciones. Se supone (sin necesidad de probar nada) que se es 'bueno', 'solidario' y más cosas. Por resumir, el asno chileno Jesús Sepúlveda lo resumió con gran profundidad:
'La derecha destila 'odio'. La izquierda se caracteriza por su 'humanidad, inteligencia y sensibilidad'.
Poder, influencia, estar en 'el lado bueno de la historia' y otras idioteces políticamente correctas que la mayoría de la prensa acepta, con los matices que sean necesarios. Es la 'cultureta' estatista, intervencionista, antiamericana y progre que tanto daño nos hace. Y seguirá haciendo.
Sebastián Urbina.
1 comentario:
Sebastián,
La mentira se convierte en un problemas cuando "cala" en la sociedad. Es extraordinario, ver cómo nuestro gran líder menchevique lanza a diestro y siniestro mentiras y aquí no pasa nada... una de las más flagrantes, aquella, después de los atentados de la T4, que no negociaría con la ETA cuando todavía estaba negociando. Pero no paaaasa nadaaaa... porque la izquierda en este país tiene patente de corso y si la derecha hubiera mentido sólo la mitad de la mitad de la mitad de la mitad de la mitad... que lo hacen éstos la que se hubiera montado en la calle... La izquierda actúa sabiendo que quien domina la propaganda domina la conciencia colectiva. Y en España la conciencia colectiva está muy mal ! ya se encargaron estos mismos de cargarse las asignaturas de humanidades para entorpecer el libre pensamiento.
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