PIQUETES ‘INFORMATIVOS’.
En la estación de autobuses de la EMT de Fuencarral, unos 400 piquetes flanquean los más de 50 autobuses que, a las 4.30 de la madrugada, hacen cola para salir de la cochera e iniciar su matinal trayecto. Ni siquiera el cordón policial que intentan colocar los guardias de seguridad evita el objetivo de los sindicatos: que hoy no circule ni un solo autobús por Madrid.
La temperatura sube y los policías, previendo que la guerra entre sindicalistas y trabajadores se antojaba larga, pedían auxilio por teléfono: "Mandad todas las patrullas que tengáis. Sea el número que sea, las que lleguen van a ser pocas para apaciguar el ambiente".
Los sindicalistas se tiran al suelo cuando los autobuses inician la marcha. Arrojan huevos y grafitean en los lomos de los vehículos públicos "huelga general". La adrenalina se dispara y los policías desenfundan las porras, intentando meterles el miedo en el cuerpo a unos golpistas que se encogían, como esperando el castigo.
Los tres únicos autobuses que han conseguido pisar el asfalto de la calle antes de las seis, han vuelto a entrar apenas unos minutos después, cuando los sindicalistas le han roto los cristales, truncando así que llegaran su destino. La conciencia le ha podido al cuarto conductor, que ha cedido a los gritos de "esquirol, traidor" que le escupían por la ventanilla del autobús y se ha negado a salir de la cochera. Los piquetes se frotan las manos. Le agradecen el gesto con un cálido aplauso.
Ninguno alcanza Plaza de Castilla
Golpe de efecto. Los autobuses no llegan a Plaza de Castilla ni a las seis, ni a las seis y media, ni a las siete. Una veintena de madrileños se apiñan en fila para no perder su puesto. La mañana despierta tranquila, apacible. Pronto la gente empieza a impacientarse y habla con el de al lado, y con el de detrás, y preguntan al nuevo que llega. "¿Sabéis qué pasa con los autobuses? Porque el metro funciona perfectamente".
Efectivamente, los piquetes han elegido como rehén los autobuses urbanos y dejan en libertad al Metro de Madrid, que funciona al 75% de los servicios habituales.
Hay algún policía vigilando la zona, pero se limitan a conversar entre ellos, porque no hay ni un solo piquete revoloteando por los alrededores del intercambiador. Son las 7.30 y sigue sin asomarse ni un solo autobús.
Trabajadores de la EMT intentan calmar los ánimos. La conciencia de estar yendo a trabajar un día que se reclama a gritos huelga general no les quita el sueño a los viandantes que siguen acumulándose en las marquesinas de los autobuses y piden unas explicaciones sin respuesta. "Yo no hago huelga porque no creo en los sindicatos y no creo en esta huelga general", responde un malhumorado madrileño entrado en años, que opta por irse a pie no se sabe muy bien dónde. El triunfo de los piquetes se ha consumado. (Ana I. Gracia/El Confidencial)
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LOS AMIGOS DE ZAPATERO.
¿No es esto mafia sindical? Utilizan la violencia para impedir a los demás ciudadanos el ejercicio de un legítimo derecho, como el de ir a trabajar.
Por no hablar de lasa millonarias subvenciones que reciben los sindicatos. O qued la nefasta política económica se ha hecho entre Zapatero y los sindicatos.
¿Cree que esto es democrático? Si lo cree, todavía tiene tiempo de aporrear a alguien. En caso contrario exprese su crítica frente a estos violentos chupones del dinero público.
Sebastián Urbina.
1 comentario:
Una vergüenza, una muestra más del 'talante' de la izquierda de este país.
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