PERDONAR A LOS TALIBANES SERÍA UNA GRAVE ERROR.
En 24 horas las urnas volverán a abrirse en Afganistán para elegir a su segundo Parlamento. Tras disputar a Hamid Karzai la presidencia en 2009 y retirarse pocos días antes de la segunda vuelta por «el fraude masivo», el doctor Abdala Abdala vive con intensidad estos momentos. Apoya a una serie de candidatos que espera logren escaños en la Cámara para fortalecer la oposición «al régimen de Karzai». Lugarteniente del mítico comandante muyahidín Ahmed Sha Masoud, hoy héroe nacional, durante la «yihad» contra la Unión Soviética en los ochenta, y ministro de Exteriores del país entre 2001 y 2006, este oftalmólogo de cincuenta años anima a los ciudadanos a votar «para que sean ellos mismos los observadores del proceso», pero alerta del «grave deterioro de las condiciones de seguridad en todo el país».
—Usted no se presentó a la segunda vuelta de las presidenciales para protestar por la falta de transparencia, ¿ha servido para algo?
—No ha habido grandes cambios y los que se han producido han sido para peor. Karzai controla con más poder que antes los organismos electorales, y a los responsables del fraude en lugar de castigarles se les ha premiado con diferentes cargos. Lamento que la comunidad internacional no presionara lo suficiente, pesó más el miedo que las ganas de cambio y por eso apostaron por Karzai.
—Qué espera de las elecciones de mañana?
—Llamo a los ciudadanos a votar para que cada persona se convierta en observador y testigo del proceso. El mayor problema será la falta de seguridad; durante la campaña los candidatos apenas podían salir de los centros urbanos de las capitales provinciales, ni soñar con hacer mítines en los distritos. A esto hay que añadir la sospecha de fraude y la falta de interés general por el proceso.
—¿A qué tipo de fraude se refiere?
—En los últimos meses el Parlamento ha sido enérgico y se ha opuesto a los planes del presidente. El ejemplo más claro es que siete de los ministros propuestos no han sido aceptados y siguen a la espera del visto bueno de la Cámara. Karzai quiere controlar el Parlamento para contar con los dos tercios necesarios de apoyo que le permitan reformar la Constitución y así poder presentarse a un tercer mandato. Este es su objetivo y una de las claves del fraude a favor de candidatos de su entorno.
—El país acude a las urnas a las puertas de un proceso de paz con los talibanes, ¿respalda estos contactos?
—Yo, como el resto de afganos, quiero la paz, pero esto no puede funcionar. La idea de perdonar a los talibanes y recuperarles para este nuevo Afganistán sería un gran error porque lo único que ellos pueden ofrecer es la vuelta a los años oscuros de su gobierno.
El mulá Omar pretende reinstaurar el emirato y reabrir las puertas a los terroristas internacionales. Hay que oponerse como sea a que los afganos perdamos los derechos logrados en los últimos nueve años.
El mulá Omar pretende reinstaurar el emirato y reabrir las puertas a los terroristas internacionales. Hay que oponerse como sea a que los afganos perdamos los derechos logrados en los últimos nueve años.
—La pasada semana el mulá Omar realizó un llamamiento a la unidad de todos los muyahidines que, como usted, participaron en la yihad, ¿cómo interpreta este cambio de discurso?
—Hasta ahora éramos enemigos y ahora nos llama «hermanos». Lo que ocurre es que trata de aprovechar la debilidad del actual gobierno que ha sido incapaz en nueve años de unificar el país. Lo más peligroso de todo esto es que ha generado una gran confusión entre los ciudadanos que empiezan a temer el retorno talibán a la vida pública y ante el cambio pueden bajar los brazos y dejar de resistir. En este tema hay que ser tajante, paz sí, pero respetando la Constitución. (Mikel Ayestarán/ABC)
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'No hay peor sordo que el que no quiere oir'.
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