ALMUNIA,
TRAIDOR.
30 Marzo 2012 - 1:00 am
Las traiciones de Almunia.
Joaquín Almunia tendría que salir inmediatamente al paso, si no quiere que su buen nombre quede manchado irremediablemente.El comisario europeo de la competencia debería proclamar públicamente, con claridad absoluta, que él no es el autor de las filtraciones que vienen poniendo en solfa la situación económica de España, su país.
Ya cuando se publicó, por Reuters, que el Gobierno español había falsificado datos enviados a Bruselas, hinchando las cifras de déficit, algunos apuntaron a Almunia como principal sospechoso de ser el “alto funcionario” citado por la agencia británica como fuente.
Un nuevo incidente, está vez sí con su nombre y apellido, ha venido a incrementar la desazón.
Resulta que Almunia ofreció el martes un desayuno, presuntamente off the record, en el que afirmó, en plena crisis de la deuda, que España tendrá que acudir al fondo de rescate para recapitalizar la Banca. Reuters distribuyó la noticia, atribuyéndola de nuevo a un “alto funcionario”.
La publicación provocó un enorme enfado de la Comisión y un desmentido rotundo del comisario Olli Rehn.
Las primeras filtraciones, junto con este último episodio, han centrado las sospechas en Joaquín Almunia, al que hay ya algunos que le acusan de deslealtad con su propio país, cuando no de traición, palabra mucho más fuerte.
Lo dicho. Debería proclamar que él no es el traidor. Para quedarnos todos tranquilos. (El blog de Apezarena/ECD/El Confidencial).
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Joaquín
Almunia: un antiespañol en Bruselas.
Se ha descolgado en estos momentos críticos con
una locuaz campaña.
Joaquín Almunia inició su carrera política en la
UGT, donde era asesor de Nicolás Redondo padre, labor que compartía con Manuel
Chaves y con José Luis Corcuera, dos apparatchiks socialistas como él, el
primero de los cuales debería estar en la cárcel y el segundo con sombras muy
negras en su etapa como ministro de Interior de González. Este socialista de la
vieja guardia, que tiene uno de los mejores expedientes académicos de su
inculto partido, fue la pieza central de un episodio funesto en la historia del
PSOE.
Tras implantar las elecciones primarias como
supuesto instrumento de democracia interna, Felipe González impuso a Almunia
sobre Borrell como candidato a las generales (con la colaboración
imprescindible de El País, que usó sus sucias artimañas mediáticas contra el
político catalán). La flamante carrera europea se la debe a Zapatero, quien le
nombró comisario europeo en 2004 y quien apostó de nuevo por él en 2010 como
vicepresidente de la Comisión Europea y comisario Europeo de Competencia.
Cuando el peor presidente de España por fin
anunció que se marchaba y convocó elecciones anticipadas, Almunia le defendió
calurosamente, alegando que siempre ha tenido en cuenta los intereses de su
país y vaticinando que aún le quedaban pendientes decisiones muy importantes.
Firme partidario de la economía estatalizada, el eurocomisario ha confesado que
para buscar soluciones a la crisis había vuelto a leer a Marx.
Cuando parecía que su barbecho europeo sólo le
iba a dar un relumbrón cosmopolita, se ha descolgado en estos momentos críticos
para España con una locuaz campaña desde Bruselas sobre las consecuencias del préstamo
europeo de 100.000 millones de euros a nuestro país, consiguiendo titulares en
medios extranjeros como The Wall Street Journal y The Telegraph, ambos atónitos
de que un comisario de la Unión Europea se dedique a rebatir a su presidente de
Gobierno.
Mientras el PP guardaba silencio sobre la cuantía
y el cómputo de los intereses del préstamo, fue el señor Almunia quien anunció
que el Estado tendría que cobrar un 8,5% como mínimo a los bancos rescatados
por la UE. También ha asegurado (y reconfirmado, por si alguien tenía dudas)
que la troika nos someterá a un férreo control, lo que convierte la
recapitalización en una intervención de facto.
Cuando varios miembros del Gobierno, indignados
ante sus declaraciones, insinuaron que debería dimitir, el mismísimo Durao
Barroso salió en su defensa, alegando que no hay motivo alguno para dudar de su
lealtad. Finalmente Almunia tuvo que aclarar que Rajoy no le había pedido que
dimitiera, pero añadió que no se arrepentía de ninguna de sus declaraciones,
porque es un comisario europeo que vela por los intereses de toda la zona euro.
Hasta ahora se le consideraba un eurócrata que estaba calentando una silla,
pero la agudización de la crisis española parece haberle desatado la lengua. ¿Y
en qué bando está? En el contrario a España. Como buen socialista que es.
(Gabriela Bustelo/La Gaceta/21 Junio 2012)
1 comentario:
Que podíamos esperar de un socialista "español". Nada nuevo. El ps(oe), cómo siempre, haciendo "honor" a su historia traidora y anti española. Y es que ellos son así oiga...y es que son tan "modernos, democráticos y plurales" que se pasan de rosca. De hecho, llevan ya buena parte de su historia pasados, pero muy pasados.
esceptico
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