miércoles, 22 de abril de 2015

LEA Y DECIDA











 LEA Y DECIDA.

islam en europa

“Somos patriotas, no idiotas”: discurso de Udo Ulkotte en una manifesación de Pegida.

Por
- Paula Bulladé-
PUBLICADO 17 abril, 2015
Udo Ulfkotte es periodista y escritor, ha sido redactor jefe del principal diario alemán, el Frankfurter Allgemeine Zeitung (FAZ), de tendencia liberal conservadora. Entre los años 1986-1998 vivío en Irak, Irán, Afganistán, Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos, Egipto y Jordania. Se convirtió al islam durante su estancia en Afganistán. Posteriormente abandonó su nueva religión. Es ahora un crítico del islam y un denunciador de la islamización de Alemanía y de Occidente. Participa activamente en las manifestaciones del movimiento Pegida.
 Discurso:
Constatamos lo siguiente: somos lo que los políticos y los medios designan como ratas, escoria, plebe. Nosotros, los ciudadanos normales somos unos marginales para los políticos y los medios. Pero somos unos patriotas y no unos borregos idiotas.
Muchos de nosotros ya no tenemos confianza en los políticos. 

La imagen de los políticos y de los partidos del sistema se deteriora desde hace años ante la población. Sólo el 15% todavía tiene confianza en los políticos. Cosa que les trae sin cuidado, por cierto. Los que, como PEGIDA, manifiestan en las calles para manifestar su mal humor, son insultados y descalificados por los políticos. Sin embargo, nosotros los manifestantes, somos el espejo del descontento creciente en todos los estratos de la población, una población ignorada desde hace años por los políticos. Éstos, de manera flagrante, han perdido la simpatía del pueblo. 

Los comportamientos de estos políticos nos hace pensar en el estado en que se encontraba la RDA antes de la caída del muro de Berlín, en 1989. Nosotros, los ciudadanos, podemos elegir otros políticos, pero nuestros políticos no pueden elegir otro pueblo. ¡Que se entere nuestra canciller y vaya pensando en ello! En su mensaje de Año Nuevo, nombró los grandes problemas actuales de Alemania: el terror islámico del EI y nosotros, “los paseantes de los lunes” de PEGIDA”, como despectivamente nos llama.  

Ésto es una afrenta contra nosotros, los ciudadanos. Compara las milicias islámicas, los terroristas con sus decapitaciones, sus violaciones y demás atrocidades, con unos manifestantes pacíficos, es un golpe bajo.
La canciller debería mandar a paseo inmediatamente le redactor de su discurso y disculparse oficialmente ante todos los alemanes por esas palabras monstruosas. ¿Pero pensáis acaso que vamos a recibir excusas oficiales por haber puesto en un mismo plano a los manifestantes alemanes con estos terroristas islámicos salidos de la Edad de Piedra?


Hablemos de las mentiras de la prensa: sólo un tercio de la población tiene todavía confianza en nuestros “medios de calidad”, como tienen el descaro de calificarse a sí misma la prensa a las órdenes del Sistema. El 63% de los alemanes ya no se fía de los comentarios de la prensa sobre la guerra en Ucrania. Solamente el 37% de los alemanes tiene una buena opinión de la capacidad profesional de los periodistas, y la tendencia está a la baja. Las revelaciones sobre los periodistas corrompidos por su cercanía con las redes del poder que les ordenan sus reportajes, deteriora aún más su imagen. En lugar de analizar los resultados de los sondeos y analizarlos objetivamente, los periodistas de los grandes medios se comportan como los políticos e insultan a los ciudadanos descontentos. ¡Que se busquen entonces otros lectores y telespectadores! Nosotros, los ciudadanos, no los necesitamos ya que sólo sirven a los intereses del poder.


Acerca de la islamización: los políticos y los medios ignoran las preocupaciones de la población, en particular frente al islam. Niegan la islamización. Sin embargo, la islamización es una realidad visible en todas partes. Por ejemplo, en nuestras escuelas la islamización significa que por respeto hacia los musulmanes no se debe servir carne de cerdo. Y, claro está, por respeto hacia el islam, las clases de deporte se deben dar con estricta separación de sexos. La islamización de nuestras piscinas significa días exclusivos para los musulmanes. La islamización en los cementerios significa que los musulmanes se niegan a ser enterrados entre los cristianos “impuros”. Es por esa razón que nuevos terrenos han sido destinados a los musulmanes para que puedan enterrar a sus muertos sin ataúd, en un lienzo, en la misma tierra, lo que está prohibido para los entierros de los no musulmanes.

Pero hay peor aun: la islamización de la justicia. Los musulmanes gozan de derechos especiales. La poligamía es reconocida y aceptada. ¿Queremos nosotros eso? 

Además, ante los tribunales se tienen en cuenta continuamente las particularidades culturales de los musulmanes. Muchos alemanes se sienten molestos por la islamización de las ciudades, por la construcción de nuevas mezquitas. Se sienten disgustados por los cursos de Corán en las mezquitas alemanas en donde se enseña que su modelo, Mahoma, en el año 627 en Yatrib hizo cavar tumbas para los que se negaban a seguirlo, unos 500, y después los hizo decapitar. Molesta a muchos ciudadanos el hecho de que en Alemania existen cursos de Corán en los que un asesino de niños es presentado como ejemplo y es objeto de veneración. Y se rebelan contra la islamización de los medios de comunicación, en los cuales la crítica del islam está prohibida.

Se puede presentar a los cristianos o los ateos como unos imbéciles, pero no a los musulmanes. Los que han orinado contra el altar de la Catedral de Colonia o contra el altar de la Frauenkirche en Dresde, son considerados por nuestros medios como héroes. Pero quien orine contra la puerta de una mezquita es culpable de un “crimen de odio”. Cuando los musulmanes gritan en las manifestaciones: “¡Judíos a las cámaras de gas!”, nadie es detenido. ¿Podemos seguir tolerando la descomposición de nuestro Estado de derecho?

Por respeto hacia los musulmanes, se retira de nuestras escuelas, los juzgados y administraciones públicas los símbolos de nuestros sistema de valores, como las cruces. Nuestros grandes medios corrompidos tienen orden de hablar del islam y los musulmanes de manera positiva. ¿Queremos seguir financiando a esos medios mentirosos? Ya se ha vuelto cosa habitual que en la sección de carnicería de nuestros supermercados se encuentre sólo carne que proviene del sacrificio ritual islámico, o sea realizado mediante el degollado del animal sin aplicarle previamente el aturdimiento que prescribe la ley.

Cuando los grandes medios como Spiegel o Focus hacen de vez en cuando algún reportaje sobre la islamización rampante de Alemania, nos dicen que eso es “gran periodismoPero cuando nosotros, los cuidadanos tomamos en mano los temas y nos preocupamos de su desarrollo, entonces los políticos y los medios nos tratan de “xenófobos”, de “extrema derecha”, cuando no de cosas peores.
A consecuencia del bestseller de Thilo Sarrazin (“Alemania se suprime a sí misma”), los políticos declararon querer tomar en consideración las preocupaciones de la población, pero nada se ha hecho.

 En lugar de eso, los políticos y los medios se han precipitado en el camino de la locura. Juntos han construido una industria de la “integración” en la cual hay más personal que en las ramas clásicas de la producción, como la industria del acero o la industria automovilística. La industria de la inmigración, con la importación de enormes contingentes humanos se ha convertido en un negocio considerable, que le llena los bolsillos a sociólogos, politicólogos, psiquiatras, asistentes sociales, asistentes para la integración, animadores, especialistas en resocialización y un gran número de ONGs, de asociaciones políticas… Nada de eso presenta una plusvalía para la sociedad, sino costes exhorbitantes. Y además, más y más problemas… No es nada extraño que cada día haya más alemanes que se sientan ciudadanos de segunda clase y extranjeros en su propio país.

En lo concerniente a la criminalidad y la seguridad interna: el Estado no sabe proteger a sus ciudadanos. Ha abandonado todos los fundamentos sobre los cuales está edificado. Antes de la apertura al este de Europa, los políticos y los medios prometieron a los ciudadanos de la Unión Europea que tendrían más seguridad. En lugar de eso, la apertura de las fronteras se ha convertido en un viaje gratis para los ladrones, traficantes y bandas de estafadores. Los alemanes sienten miedo de salir de sus casas, tanto por lo que les puede pasar en la calle como por el peligro de encontrarse a la vuelta con algún criminal en su domicilio. Las estadísticas sobre criminalidad están trucadas de manera que las víctimas aparezcan como casos aislados. Según nuestros políticos, Alemania es cada día supuestamente más segura. Esto demuestra el grado de desprecio que sienten hacia los cuidadanos.

Sobre la seguridad exterior: con nuestras contribuciones fiscales hemos financiado un ejército federal, que debe, en tiempos de crisis (en el interior con ocasión de catástrofes o en caso de amenazas externas), protegernos con el mejor material. Hoy tenemos un ejército para el cual se han vuelto prioritarios los problemas de guarderías para las familias de los militares, la formación de capellanes musulmanes y la toma en consideración de las “sensibilidades” de los homosexuales en las fuerzas armadas. Mientras tanto, todo el mundo se burla del montón de chatarra dejada en nuestros campos de aviación militar, nuestros cuarteles y nuestras bases navales. El mejor material, pagado con nuestro impuestos, ha sido puesto en servicio en nuestras intervenciones en el extranjero, un material que abandonamos cuando nos vamos y que se transforma también en chatarra.

Degradación de las infraestructuras: hace algunos años nos envidiaban por nuestras carreteras. Nuestros políticos han dejado que las carreteras se degradaran, al igual que nuestros puentes, nuestras escuelas, nuestras guarderías, nuestras universidades, nuestras piscinas y nuestras bibliotecas. La pintura se despega de los muros de nuestras escuelas, las paredes de nuestras guarderías están amohosadas. En los hospitales tenemos las mayores posibilidades de atrapar una enfermedad nosocomial y nuestros vehículos de socorro envejecidos circulan como sobre pisas forestales. La red ferroviaria de la Bundesbahn está tan podrida como la de los transportes públicos de cercanías.

Exilio de los alemanes: más de 160.000 alemanes de muy alto nivel de instrucción, que hablan nuestro idioma, que están cualificados e integrados, sacan, año tras año, las consecuencias de estas locuras y votan “con los pies”. En otras palabras: se expatrían para buscar un porvenir mejor en otros lugares, al no soportar más la locura de los políticos y los medios.
Simultáneamente, cientos de miles de inmigrantes, la mayoría de ellos sin formación, sin cualificaciones, provenientes de países lejanos, llegan a Alemania a una “cultura de la bienvenida” de parte de los políticos que hacen todo para que se sientan como en su casa, siendo que se trata de analfabetos, tercermundistas sin cualificaciones y culturalmente en las antípodas de nuestros valores y costumbres. En todo caso, nadie, ni político ni periodista, sabe de qué manera esta “riqueza” debe ser financiada. Mientras estas masas de extranjeros se agolpan alrededor de nuestro pastel social, la mentira sigue.
Así como los pueblos de la Amazonia quieren vivir sin influencia extranjera, los alemanes también quieren conservar su identidad cultural. No entienden por qué sería “racista” pedir a los políticos y a los medios los mismos derechos que los pueblos de la Amazonia. Exigimos a los políticos y a los medios el mismo trato que para los pueblos de la Amazonia, es decir el respeto de nuestra identidad y nuestra cultura, y ninguna consideración para los que penetran por la fuerza en nuestra cultura.

Pérdida de la identidad nacional: en toda Europa, los pueblos se despiertan y exigen el respeto de sus raíces y más autonomía. Es dentro de ese espíritu que los británicos desean salir de la UE en 2017. Está claro que la UE ha tratado de robar la identidad de los pueblos. El gran proyecto de un Estado europeo, con pueblos múltiples y mezclados, al cual los parlamentos nacionales entregaran su poder y los ciudadanos sus impuestos, no puede construirse en la forma actual ya que cada día es mayor el número de personas que lo rechazan.

Prohibición de hablar y lo políticamente correcto: los políticos y los medios nos cuentan historias para no dormir. Nuestros libros de texto y para niños son reescritos. Los protectores profesionales de las minorías, mimadas por nuestras élites, se pasan el día elaborando nuevos reglamentos para disciplinarnos. Desde hace tiempo ya no tenemos derecho a hablar, y eso en un país supuestamente democrático, con una libertad de prensa que ya no es más que un simulacro. Esto vale para nuestros policías, que están a cargo de nuestra seguridad, que no tienen el derecho de describir objetivamente el origen de los criminales, el color de la piel, el país de origen u otros medios de identificación de los criminales en busca y captura. Y todo eso con la finalidad de una política de disimulación de los hechos a la opinión pública. Muchos alemanes sienten esa presión cuando se alejan del consenso impuesto a la sociedad. Las opiniones divergentes son perseguidas, eso asusta a la gente. En Alemania, la libertad de expresión ya sólo existe sobre el papel.

Incitación a la guerra: en medio de esta situación explosiva, los políticos y los medios tratan de dirigir la creciente cólera ciudadana hacia el extranejro, en particular hacia Rusia. Desde hace meses, los periodistas a sueldo del Sistema que ejercen de servidores de la OTAN, quieren hacer parecer a Moscú, en la crisis ucraniana fomentada por los EEUU, como el nuevo enemigo. Mientras tanto, la incitación a la guerra expresada en los medios como el Frankfurter Allgemeine Zeitung, el Süddeutsche Zeitung y las cadenas públicas, abarca todo el país. 

Al mismo tiempo, la superpotencia EEUU exige al pueblo alemán que participe en más intervenciones militares en guerras que sirven a los intereses norteamericanos pero no a los de los alemanes. El resultado está a la vista: soldados alemanes que vuelven de Afgaistán en ataúdes. En el Hindú Kush no hemos aportado ni la paz ni la seguridad. En lugar de eso, día tras día, hemos abandonado nuestra patria, acogiendo refugiados de esos países en guerra en número creciente, oleadas de refugiados que son la responsabilidad de los norteamericanos con su política guerrera.

Los medios y los políticos mienten sin cesar al pueblo. Hace pocos días, el célebre investigador en ciencias económicas, el profesor Hans Werner Sinn ha desenmascarado una enorme mentira mediática. Hacia noviembre de 2014, los medios de opinión alemanes se lanzaron a una campaña para convencer a los alemanes que los numerosos inmigrantes que llegan a diario vienen a aliviar la situación económica de los alemanes. El estudio de Werner Sinn demuestra precisamente lo contrario. En él se revela que cada nuevo inmigrante le cuesta a Alemania más de 79.000 euros al año.
Los políticos no merecen nuestra confianza. No se la merecen. Y es eso que nosotros, los manifestantes de PEGIDA y demás organizaciones afiliadas, queremos expresar con claridad. No cabe duda que nuestros políticos y sus partidos tienen fecha de caducidad. Nosotros, los ciudadanos alemanes, podemos ignorarlos desde ahora. Pero tampoco ofrece dudas el que nuestra cólera contra los políticos y los medios no tienen fecha de caducidad. Seremos cada día más fuertes. Vamos a avanzar juntos para desenmascarar a esos políticos y a sus medios mentirosos. ¡Somos patriotas, no somos borregos idiotas!”

 


2 comentarios:

Anónimo dijo...

http://www.elmanifiesto.com/articulos.asp?idarticulo=4449

Anónimo dijo...

http://www.jewsnews.co.il/2015/04/22/muslims-take-over-australian-security-companies/