PATXI Y EL
SOCIALISMO.
El exlehendakari Patxi
López apeló a cambiar ‘’el gobierno de los negocios que representa
el Partido Popular’’, por el gobierno ‘’de la dignidad y de la igualdad que
caracteriza al PSOE... Ser socialista no es tener un carné; ser socialista es
sufrir con las injusticias y el dolor ajeno, es trabajar por las personas más
vulnerables, y hoy hay millones de razones para ser socialistas, tantas como
personas que lo están pasando muy mal’’. Todo esto aseveró López, a finales
del mes de Marzo de 2015 en Castilla-La Mancha.
Me parece tan asombroso lo que dice que el
primer paso es preguntar si el exlehendakari socialista se lo cree, o no.
Porque no es lo mismo anunciar a bombo y platillo que los socialistas ganarán
las próximas elecciones –anuncio habitual en las campañas electorales-, que
decir que los socialistas son como Teresa de Calcuta, pero sin hábito y sin
cofia. Yo supondré que se lo cree, sin más. Porque sugerir que no se lo cree
indicaría que es un sinvergüenza, y eso si que no.
Repitamos: ser socialista es sufrir con las injusticias y el dolor
ajeno; es trabajar por las personas más vulnerables. Sin embargo, eso de
‘sufrir’ no es fácilmente constatable. Si alguien sufre por las injusticias
ajenas, a menos que ponga cara de nazareno acongojado de Semana Santa, no nos
vamos a enterar. Lo mismo pasa con el dolor ajeno. Porque puede suceder que
usted vea a un socialista tomándose unas gambas con su cañita bien fresquita y
que, por dentro, esté sufriendo muchísimo. O no.
Cosa distinta
es ‘trabajar para las personas más
vulnerables’. Esto ya se puede notar más que el sufrimiento interno.
Tomemos el ejemplo de Caritas. Como es sabido, los más de 70.000 voluntarios que tiene Caritas en toda
España son socialistas. Siempre habrá algún catolicón del Partido Popular que
meterá la nariz para parecer que trabaja para el bien común, pero el grueso, lo
que se dice el grueso, es socialista.
Pero no termina
aquí la cosa. En todo el mundo hay más de 14.000 misioneros (53% mujeres y 47%
hombres) españoles, sin contar con los innumerables seglares católicos. Por
supuesto, todos ellos son socialistas. Es verdad que no todos tienen carné,
pero como dice Patxi, no es necesario.
Si pasamos de estas actividades, digamos,
personales, a la actuación del gobierno, es interesante recordar lo que nos
dice el economista M. Llamas en un artículo de 2010, ‘El PP adelanta por la
izquierda al PSOE’: ‘Resulta inaudito que
el principal partido de la oposición, el mismo que se vanagloria de ocupar un
inexistente centro ideológico y que, por lo tanto, debería escorarse
mínimamente a la derecha del PSOE, defienda a capa y espada el mismo discurso
de los sindicatos y los grupos de extrema izquierda contra el decreto
antidéficit. Los populares han optado por el populismo barato y fácil ante las
expectativas de poder arrasar en unas hipotéticas, aunque poco probables,
elecciones generales anticipadas’.
Es decir, que a
la derecha especuladora y de los negocios, le mola el gasto público. Como a la
izquierda. Claro que el PP no le pone tanta dignidad intrínseca a la cosa. Que
las buenas intenciones cuentan. Ya lo creo que sí.
Contrastando
con las emocionantes palabras de Patxi López, el catedrático de Economía, Mikel
Buesa, escribió, en 2010, el artículo: ‘¿Ha mejorado la igualdad entre los
españoles con el Gobierno del PSOE?’.
‘Durante
la última legislatura en la que ha gobernado el PSOE, la desigualdad ha aumentado: los ricos son ahora algo más ricos y los pobres son también algo más
pobres ... El Gobierno de Rodríguez Zapatero no ha aprovechado la bonanza económica para
desarrollar políticas favorecedoras de la equidad distributiva de la
renta. Todo lo contrario, los aumentos de la presión fiscal —que, según la
OCDE, ha pasado del 34,7 por 100 del PIB al 36,7 por 100 entre 2004 y 2006— se
han traducido en más desigualdad al afectar menos a los individuos de mayor
nivel de renta y más a los más pobres. Además, no han aumentado los hogares que
perciben prestaciones sociales. Y el resultado ha sido que no se ha logrado ningún avance en la lucha
contra la pobreza’.
La izquierda en
general y el partido socialista, en particular, tienen que gestionar, cuando
ganan las elecciones, el modo de producción del ‘enemigo’. A menos que se
delire con peligrosos bolchevismos bolivarianos, como Podemos. O sea, la
izquierda tiene que gestionar una economía de mercado- el capitalismo- porque
su modo de producción, ‘la economía planificada’, con las variantes que se
quiera, ha sido un rotundo fracaso. En cualquier país en el que se ha aplicado.
La izquierda,
cuando controla el gobierno, trata de hacer lo que le gusta más, quitar dinero
a los ricos (en realidad a las clases medias) para dárselo a los pobres, o a los
de su cuerda, o a las organizaciones con mayor capacidad de presión, o de
chantaje. Esta ‘buena intención’ típicamente socialista, (por no hablar de los
socialdemócratas del PP) tiene un límite indeterminado en la presión
impositiva. A partir de cierto momento, la gente se harta y trata de no pagar,
o trabajar menos, o sacar el dinero del país. O intenta defraudar. A veces, la
cuerda se rompe. Me refiero al mundo real.
Decía Keynes que aumentar los impuestos para
incrementar la recaudación del Estado es similar al comerciante que, ante la
pérdida de ventas, decide subir los precios de los productos. Más modernamente,
Arthur Laffer (curva de Laffer) dice que con el aumento de los tipos
impositivos se llegará a un punto en que los ingresos por vía fiscal disminuirán.
De ahí que el problema será encontrar este punto
ideal en el que se maximizan los ingresos fiscales con unos impuestos
moderados, en vez de masacrar cruelmente a los pobres ciudadanos con impuestos
confiscatorios. Con la excusa del bien común, por supuesto.
Y
es que el infierno está empedrado de buenas intenciones, Patxi.
Sebastián Urbina.
(Publicado en ElMundo/Baleares, 16/4/2015)
No hay comentarios:
Publicar un comentario