LA PASCUA MILITAR Y EL PAPEL DEL EJÉRCITO.
A nadie debería extrañar que el Rey, durante la celebración de la Pascua Militar, no haya hecho la más mínima referencia a la compleja situación política por la que atraviesa España y, por el contrario, haya centrado su discurso en la lucha contra el terrorismo islámico. Por complicada que sea, ciertamente, la situación a la que nos han abocado los resultados de las elecciones del pasado 20 de diciembre, no hubiera tenido ningún sentido que el Rey la abordase durante la celebración de una ceremonia eminentemente castrense como es la Pascua Militar, en la que, por el contrario, sí cabe destacar el papel que el Ejercito tiene –o debería tener– en una guerra como la que a todas las democracias occidentales nos ha declarado el terrorismo islamista.
Que el Ejercito español, como el de muchos otros países, no desempeñe, lamentablemente, un papel mucho más activo en la lucha contra el Estado Islámico –organización terrorista que controla y administra un territorio mayor que el del Reino Unido– no es responsabilidad suya sino de una clase política que, para empezar, se niega a reconocer la existencia misma de esa guerra y prefiere tratar esta cuestión como un problema estrictamente policial y legal.
En cualquier caso, Felipe VI hace bien al vincular el papel del Ejército a la lucha contra el terrorismo yihadista y al destacar y agradecer la loable misión que nuestros militares hacen en países como el Líbano o Afganistán.
Más contradictorio ha resultado, sin embargo, el discurso del ministro de Defensa: Pedro Morenés también ha destacado el papel del Ejército en la lucha contra el terrorismo, pero también ha elogiado un pacto antiyihadista en el que se excluye a las Fuerzas Armadas en la lucha contra el terrorismo hasta el extremo de ni siquiera mencionarlas.
Otro tanto se podría decir de la referencia de Morenés al hecho de que las FFAA garantizan la unidad de España y el Estado de Derecho. Es cierto que el ministro no ha hecho más que recordar lo que dice el artículo 8.1 de la Constitución. Sin embargo, no es menos cierto que la soberanía nacional, la integridad territorial de España y el ordenamiento constitucional no los está poniendo en riesgo ejército extranjero u organización armada alguna contra los que dirigir nuestros ejércitos, sino la renuencia del Gobierno a hacer cumplir la ley a unos gobernantes regionales en abierto desafío al ordenamiento jurídico.
Ninguna objeción, por tanto, cabe hacer a que el Gobierno de la Nación recuerde el papel del Ejército contra los enemigos, interiores y exteriores, de España. Pero mejor estaría que ese Gobierno dejara de financiar, indirecta pero decisivamente, el ilegal y costosísimo proceso de construcción nacional que desde hace años se está perpetrando en Cataluña.
Bien está que el Ejecutivo recuerde el papel del Ejército en defensa de la unidad de España, pero que lo haga después de atreverse a combatir políticamente los delirios identitarios e históricos en los que se sustenta el nacionalismo. Bien está que el Gobierno recuerde que el Ejército es garante de la soberanía nacional, pero después de atreverse a intervenir una Administración regional golpista que, en muchos y decisivos aspectos, ya ha fracturado de facto la unidad de la Nación entendida como Estado de Derecho.
En caso contrario, limitarse a recordar lo que es obligación del Ejército sólo sirve para ocultar las no cumplidas obligaciones que tiene el Ejecutivo en defensa de la unidad de España y alimentar ese ridículo imaginario, tan del agrado de los nacionalistas, de que la unidad de España pasa por llevar los tanques y la cabra de la Legión a las calles de Barcelona.
Por lo demás, bienvenida sea la celebración de esta Pascua Militar y el homenaje y agradecimiento que en ella se brinda a un estamento militar magramente remunerado y caracterizado por cumplir rectamente sus obligaciones y dignificarnos en el resto del mundo. No todas las instituciones pueden decir lo mismo. (Edit. LD.)
EL FRACASO DEL ESTADO AUTONÓMICO.
¿Por qué se instauró el Estado de las Autonomías?
La idea central era la de buscar un buen encaje al nacionalismo vasco y catalán. Se estaba pensando en articular una solución constitucional para que los nacionalismos vasco y catalán se encontraran cómodos en el marco constitucional español. El famoso ‘encaje’.Cualquiera que observe la realidad sin sectarismos podrá ver que, 37 años después, la situación ha empeorado de manera alarmante. Por tanto, el famoso ‘encaje’ para que los nacionalistas- hoy separatistas- estuvieran cómodos, no ha servido para nada. Las cesiones que todos hicieron- excepto los nacionalistas-, han sido aprovechadas, de manera desleal, por los que siempre se hacen las víctimas.
Aparte del famoso ‘encaje’ de los nacionalistas, que ha resultado un clamoroso fracaso, también se argumentó que la Constitución de 1978 serviría para disminuir las diferencias económicas entre las regiones españolas.
Según datos que alcanzan hasta 2014, las diferencias económicas entre comunidades autónomas en España son evidentes. La región con una renta per cápita más alta es el País Vasco (33.500 euros) que dobla a Extremadura (16.700), comunidad autónoma con la renta per cápita más baja. O Cataluña (28.400 euros) frente a Andalucía (18.300 euros).¿Quiénes se quejan más? Los que más tienen. País Vasco y Cataluña. Están oprimidos.
Hay que insistir en el histórico fracaso del PP/PSOE, cada uno con su respectiva cuota de responsabilidad. Tenemos un ejemplo en las transferencias educativas, que se hicieron sin control de la Alta Inspección del Estado. Las transferencias educativas al País Vasco y Cataluña han sido especialmente dañinas por esta ausencia de control. La mediocridad política de PP/PSOE, ha hecho posible que los separatistas utilizaran estas competencias para enseñar a generaciones de vascos y catalanes, durante décadas, que España les oprime y les roba.
¿Se podría haber evitado esta vergonzosa manipulación? Por
supuesto. Utilizando la Alta Inspección del Estado para controlar la correcta
aplicación de las competencias educativas transferidas. La Alta Inspección del
Estado se configura normativamente en los artículos 149 y 150 de la LOE y en el
27.8 de la Constitución.
Gracias
a esta irresponsable dejación del PP/PSOE, los separatistas se inventaron una
Historia propia del País Vasco y Cataluña, tratando de romper los vínculos
históricos que nos unen. Que son muchos y profundos. Y fomentando los que nos
separa. Que es poco, pero se ha magnificado. Estas mentiras repetidas han ha
dado sus frutos. Generaciones de vascos y catalanes odian o desprecian a
España.
Nos podemos preguntar si el apoyo de la burguesía y el clero a los nacionalismos vasco y catalán, hubiera sido suficiente para tener tanta fuerza e influencia. No lo creo. Fue necesario, además, el apoyo de gran parte de la izquierda.
Es decir, los componentes culturales y etnicistas de los llamados nacionalismos periféricos- con su correspondiente ideario reaccionario- recibieron el apoyo de la izquierda que les dio el sello del ‘progreso’. Y solamente la izquierda tenía la superioridad moral- aunque sea falsa- para dar certificados de progreso. Y se lo dieron.
No sólo eso. La izquierda, con las honrosas excepciones de rigor, apoyó incluso el derecho de autodeterminación de los pueblos. Inicialmente dirigido a los ‘pueblos coloniales’. Pero nada es imposible para los separatistas y sus amigos de la izquierda. De modo que se lanzó la disparatada idea de que los pueblos vasco y catalán eran una especie de colonias de la opresora España.
Mientras esto sucedía, los nacionalistas- hoy separatistas- desarrollaban su ‘construcción nacional’, con la ayuda- dineros y competencias- de los que iban a ser traicionados.
O sea, los españoles no separatistas. Hay que ser ciego y sordo para no ver que el Muy Honorable Jordi Pujol utilizó su poder, chantajes y corrupción incluidos, para empezar a ‘construir la nación catalana’.
Cuando alguien se atrevía a decir que ‘España se rompe’, era tildado de franquista y reaccionario. La progresía, política y mediática, decía que no pasaba nada. Y ellos controlaban y controlan la mayoría de los medios de comunicación y el ‘mundo de la cultura’. Mientras tanto, el Partido Popular- partido acomplejado ante los nacionalistas y la izquierda- procuraba no levantar la voz.
¿Qué tiene de extraño que, en este contexto, hayamos llegado a esta gravísima situación actual?
Desgraciadamente, tanto en el PP como en el PSOE se oyen voces destacadas que dicen que el Estado Autonómico no ha fracasado. Que sólo ha habido algunas ‘disfunciones’ que se pueden solucionar fácilmente.
Un ejemplo: ‘El agua enfrenta ya a los gobiernos de Castilla-La Mancha y Valencia’, según informa la prensa en Agosto de 2015. Y eso que se trata de partidos ‘hermanos’, o sea, ambos del PSOE. ¡Qué pasaría si uno fuese del PP!
Es decir, cada Autonomía se mira el ombligo. Y quiere ventajas y privilegios aunque sea a costa de los demás. Se pelean como verduleras mal avenidas cuando hay algo que repartir. Porque no sienten que pertenecen a un proyecto común, llamado España. Sólo cuenta su ombligo. O sea, su Taifa.
Algunos ingenuos creen tener la solución. Ofrecer más a los separatistas: ‘El PSOE trabaja en una reforma constitucional que establezca un trato "diferencial" a Cataluña’. ‘Podemos’ también quiere profundizar en el ‘trato diferencial’. Es decir, más privilegios para los más ricos y más desleales.
Y ahora, algunos creen que modificando la actual Constitución, para satisfacer a los insaciables separatistas, se solucionarán los problemas que nos aquejan. En fin, no se deje engañar por más tiempo. O Estado Autonómico- es decir, Reinos de Taifas-, o España. Hay que elegir.
Sebastián Urbina.
2 comentarios:
100% de acuerdo en el análisis de la situación. Voy a pasar este enlace a todo el mundo que pueda para que lo lean.
Gracias.
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