viernes, 7 de diciembre de 2018

MATONES PODEMITAS






ROJOS CONTRA URNAS.

Cuatro días llevan okupando violentamente calles, bares y comercios andaluces los matones podemitas que el hacendado Iglesias llamó a la kale borroka contra el resultado electoral. 

Y no sólo contra los 400.000 que han votado a Vox, sino contra el hecho mismo de que puedan votar. Si tuviera algún respeto no ya por la democracia, esa basura burguesa, sino por la semántica, este Leninín que se pasa la vida proclamando con voz cavernosa "nooosotros los demooócratas" respetaría a los 300.000 andaluces que han dejado de votar comunista -trataría de saber por qué- y a los 400.000 que han dejado de votar al PSOE pero no les han votado a ellos, sino a lo que Susana Díaz llamaba "La triple Alianza" y Rodríguez "Las tres Derechas".

No estamos sólo ante la rabieta de un fracasado, cuyo único ideario político es el odio, sino ante la prueba del carácter totalitario de la izquierda que realmente manda en el Gobierno. Como los comunistas y socialistas revolucionarios en España tras la derrota electoral de 1933, se inventan un fascismo inexistente para negar el ejercicio básico de la ciudadanía: el voto universal, directo y secreto. 

Cuando los rojos se alzan contra las urnas, rompen lunas de bancos y tiendas, arrasan terrazas y le pegan a una dependienta de "Españolo" ("feminazis nos parieron", gritaban algunas) reivindican la auténtica tradición marxista-leninista, que es impedir que los trabajadores se limiten a reivindicar mejoras económicas y se olviden de la revolución y la dictadura del partido comunista en nombre del proletariado.

La democracia no es un fin en sí misma, sino un medio de asegurar las libertades y el cambio pacífico de gobierno sin recurrir a la guerra civil. Lo que Zapatero en 2004 e Iglesias desde siempre reivindican es justo eso: la guerra civil. Hay una mayoría podemita en los medios que desconoce lo más básico del comunismo que frívolamente apoyan. El mes que viene hará cien años de que Lenin, tras perder las únicas elecciones libres que se han celebrado en Rusia, en noviembre-diciembre de 1917, cerró violentamente la Asamblea. 

Es lo mismo que hizo el patrón de Iglesias, el narcodictador Maduro en Venezuela al ganar las elecciones sus opositores: se inventó una Asamblea a su gusto, con mayoría prefabricada. Pablenín puede inaugurar cualquier día la Duma de Villa Tinaja.

(F.Jiménez Losantos/ElMundo/7/12/2018.)

3 comentarios:

Arcoiris dijo...

Creo que era una de las primeras películas de Paul Newman. Apedreó una farola y hubo de explicarse ante un juez por dañar mobiliario público; se resolvió el incidente con multa de acuerdo con los desperfectos producidos. A la segunda vez, es decir, en caso de reincidencia, reformatorio o cárcel. En su momento, aquello me sorprendió y me pareció un exceso. Eran tiempos de Franco. Hoy pienso que acaso no sería mala idea que se procediera de manera similar con los manifestantes de genio vivo. ¿Se rompe un escaparate? ¿Se quema un contenedor? A pagarlo; bien sea el responsable material o, en su defecto, la organización. ¿Que hay reincidencia? Se encierran, pero no en hoteles y, bajo llave, que trabajen para la comunidad y para mantenerse (¿porqué han de costarnos un ojo de la cara los chorizos encarcelados?) Y, hablando de chorizos, ¿cuándo se exigirá responsabilidad a nuestros políticos? Por ejemplo, si nos dejan una deuda pública que marcará nuestras vidas, ¿porqué no las pagan ellos y sus partidos?

Sebastián Urbina dijo...

De acuerdo con ambas cosas. En relación con los desperfectos, es muy acertado que no los encierren- a menos que haya agresiones físicas y heridos- sino que los hagan trabajar hasta que paguen desperfectos y un rato más por su incivil comportamiento. Campos de trabajo suena mal porque recuerda a comunistas y nazis. Pero 'jardines de reeducación' en los que se respetaran los derechos humanos pero que tuvieran que trabajar- como todo el mundo- no sería mala idea.

Arcoiris dijo...

P. S.: En cuanto a los universitarios matones, capaces de somantar a un colega por que no es de su cuerda o por otras razones, ¿pasaría algo si se les expulsara de las aulas, ni siquiera por un curso, para darles tiempo a recomponer sus ideas y modales? ¿Necesita nuestra sociedad de esos jumentos ilustrados?