Redacción | Publicado el 1 Julio, 2010 | (MD)
UN LIBRO DE SUMA IMPORTANCIA. (Sin mordaza y sin velos)
Desde hace tiempo no se publicaba un libro tan importante, en cuanto a enjundia y previsible influencia en el devenir patrio, como ‘Sin mordaza y sin velos’ (Editorial Rambla), de Josep Anglada, líder de Plataforma per Catalunya.
El terreno del pensamiento, el género del ensayo, se ha degradado en las últimas décadas a través de la banalidad de lo mediático. El best seller ha devenido en algo similar al churro, en cuanto a lo efímero, pero de indudable menor interés y sustancia. Prácticamente, en las cuatro últimas décadas, los libros más vendidos han sido compendios de insustancialidades, cuando no de artículos periclitados, que no soportan una semana más allá del márketing.
‘Sin mordaza y sin velos’ está llamado a perdurar, a abrir surco, a marcar impronta. Por la concienzuda e ilustradora documentación, por la amenidad pedagógica es un libro anglosajón, sin improvisaciones, sin flecos sueltos, sin aristas y sin concesiones a la frivolidad ambiente, de modo que es un texto salvador, que rescata el gusto por pensar y abre vías tanto a la reflexión como al sentido común. El libro oportuno, necesario e imprescindible para este tiempo confuso y convulso de crisis de civilización.
Es ‘Sin mordaza y sin velos’ la mejor defensa de la civilización occidental publicada en los últimos tiempos, tras ‘Camino de servidumbre’ de Friedrich Hayek y ‘La sociedad abierta y sus enemigos’ de Karl Popper. No es un libro de extremaderecha, aunque de tal anatema se abuse en demasía hasta haberlo convertido en un espantapájaros, sino un clásico, con las mejores armas del análisis acumuladas por nuestra civilización humanitaria: el liberalismo más sólido, el conservadurismo más consciente, la filosofía estoica, la ética judeo-cristiana.
Parte el libro de la constatación de que vivimos en una democracia pervertida, basura; dominados los ciudadanos por una casta política podrida que saquea a las clases medias. Lo que Dalmacio Negro ha calificado como Estado minotauro que devora a los hombres y confisca las haciendas. Esta situación, ciertamente límite, y cada día más, exige un esfuerzo regenerador, sin el que, literalmente, no hay salida.
‘Sin mordaza y sin velos’ es la presentación rigurosa, la puesta de largo del ‘populismo identitario’. Vaya por delante que identidad es concepto esencialista y problemático en su definición, no exento de riesgos inherentes, pero en su descripción no ideológica, no cerrada, Anglada recurre al mejor Hayek, situando ese término en relación con lo que el pensador austriaco describía como fruto del ‘orden espontáneo’, del devenir no intervenido de la sociedad, no forzado coactivamente de la tradición acumulada. En ese sentido puede asemejarse a las ‘regularidades’ que Popper situaba como elementos básicos de convivencia en una sociedad, esas que permiten entendernos, comunicarnos y transitar con cierta fraternidad o con, sin salir de Popper, con esa tradición renovada que, desde el respeto, no se cierra a la crítica reafirmadora.
De esa manera, ‘Sin mordaza y sin velos’ es la más directa y acertada crítica emanada hacia el multiculturalismo, sólo comparable a los libros de Giovanni Sartori, aunque el de Anglada, junto con el aparataje teórico, aporta ajustados análisis de la realidad, lúcidos elementos de contrastación. No hay hipótesis que no sea cotejada, de manera prolija, con los hechos, con los datos.
Es también una crítica demoledora y superadora de lo políticamente correcto, trama de abyecta estupidez a la que combate con tajos de clarividencia sin asomo de complejo alguno. Anglada sabe lo que quiere, conoce dónde quiere llegar, tiene claro en lo que cree y nos lo presenta con claridad, sin rodeos ni concesiones.
Digamos que por el nivel del libro, el ideario y el itinerario de Plataforma per Catalunya tiene un antes y un después de ‘Sin mordaza y sin velos’.
Anglada no está contra la inmigración, sino contra la inmigración incontrolada. Es preciso leer el libro para no quedarse en los clichés y no hundirse en los simplismos. La inmigración incontrolada es ese problema delirante que nos han creado los políticos, la casta política podrida, la casta parasitaria, para someternos mejor mediante el conflicto, y del que también son víctimas los inmigrantes que han venido a trabajar y a no crear problemas. Es esa inmigración como leva para alimentar las burocracias del falso humanitarismo, la que, en su desproporción, degrada barrios, ciudades y la sociedad toda. La que, por el descontrol culpable del poder político en las fronteras, y dentro de ellas, puebla las cárceles, toma los espacios urbanos y expande la inseguridad, llenando para todos el presente de serias inquietudes y el futuro de sombríos presagios.
El no empadronamiento de los ilegales, de los ‘sin papeles’, propuesta de Anglada que le ha dado notoriedad, es de estricta lógica, responde al mínimo criterio de imperio de la ley, pues los ilegales no pueden ser legalizados, no tiene sentido; de defensa de la nacionalidad y de mero instinto de supervivencia de una sociedad. Aviso a navegantes: el discurso de Anglada, diabolizado hasta ayer mismo, va camino de ser retórica oportunista de varios partidos, sin aval alguno de credibilidad, pues esos mismos partidos han llevado, con contumacia, a la práctica justamente lo contrario. Quienes han creado el problema no pueden presentarse como la solución; ellos son los responsables.
La islamización peligrosísima e hípersubvencionada, utilizada como ariete de demolición y teniendo al socialismo como patético caballo de Troya, es la reducción al absurdo de nuestra degradada democracia, la manifiesta traición de nuestros ineptos, corruptos y saqueadores dirigentes. Los centinelas siempre han ocupado su lugar de vanguardia para avisar de los peligros y los privilegios se han sostenido y han sido aceptables por la capacidad y la disposición de las élites para afrontarlos y combatirlos. Ahora padecemos una traición general, sin excepción identificable, que llega no sólo al desarme moral de la manera más impúdica sino incluso al saqueo impositivo de nuestras mermadas haciendas para financiar las demografías de los declarados enemigos de la sociedad abierta y para financiar esas mezquitas, sanguinarias todas, inhumanas todas, templos de la barbarie, en las que se predica la bondad del asesinato de los ‘infieles’. Tremenda imposición suicida que nos han perpetrado los políticos de todos los partidos tradicionales.
Los capítulos sobre el islam son esclarecedores, compendio que desvela lo que pertinazmente se trata de ocultar.
‘Sin mordaza y sin velos’ es un libro electoral, puesto que su autor, Josep Anglada, es candidato a la presidencia de la Generalitat de Cataluña, donde la islamización ha alcanzado niveles desorbitados, casi de no retorno, de modo que las próximas elecciones catalanas se presentan como un momento histórico decisivo: la islamización o no de Cataluña dependerá del éxito electoral o no de Plataforma per Catalunya.
Pero es mucho más que un libro electoral, es un manual regenerador de largo recorrido, que ya está abriendo un cauce ancho a la libertad y que se constituye en una atalaya intelectual, en un baluarte de pensamiento en defensa de Cataluña como sociedad abierta, pero también de España y de Europa.
La libertad y la civilización siguen levantando pasiones de coraje y de nobleza como demuestra ‘Sin mordaza y sin velos’. Un auténtico banderín de enganche.
Enrique de Diego
(En calidad de editor de Editorial Rambla, me enorgullezco de la espléndida calidad de la edición, en la que han sido claves David Parada, a quien se debe el diseño de portada y cubierta, y a la imprenta Cofás. También de la imbatible relación calidad-precio, pues he considerado que, dada la importancia del libro, era preciso apostar por llegar a un público lo más amplio posible)
No hay comentarios:
Publicar un comentario