POLÍTICOS IMPRESENTABLES.
Youcef Nardarkhani fue sentenciado a muerte por convertirse al cristianismo. Actualmente se encuentra en la prisión de Lakan, en Irán. Todavía puede apelar a la Corte Suprema.
Si, finalmente, la sentencia de muerte se cumple y Youcef es asesinado por el régimen iraní, aparecerán voces discrepantes de Eurabia.
Lo más probable es que los políticos europeos voten un texto crítico con la ejecución de la pena de muerte de Youcef. No demasiado duro, ni demasiado débil. Que no parezca que la UE está dispuesta a romper relaciones con Irán. Pero que tampoco parezca que nos da igual. Hay que guardar las apariencias.
Cuando Mahmud Ahmahineyad, Presidente de la República Islámica de Irán, reciba el comunicado de marras, puede darle un espasmo. No sería la primera vez. El señor Mahmud está avisado. De ahí que haya dado órdenes a sus sirvientes de que los comunicados procedentes de Eurabia se le entreguen una vez finalizada la dura jornada de trabajo. ¿Por qué?
Como es sabido, la jornada de trabajo de un Presidente provoca tensiones sin cuento. De ahí la importancia de la relajación. La risa persistente crea una fuerte relajación del sistema nervioso parasimpático y reduce la tensión y el estrés. En muchos casos, produce efectos más saludables que azotar a los criados. Aunque sean criados cristianos.
Es cierto, sin embargo, que en algunos casos puede provocar la llamada ‘risa meona’. Ustedes conocen el dicho, ‘¡Ay que me meo! Pues eso. De ahí que el sr. Mahmud haga salir del salón presidencial a todos los políticos y funcionarios. Solamente queda el ayuda de cámara y una secretaria fisioterapeuta. Iraní, por supuesto. Para los casos de ‘aflojamiento muscular’. Ya me entienden.
En estos momentos, el ayuda de cámara está preparando los aposentos destinados a proteger de miradas ajenas la exteriorización incontrolada de gestos y muecas del Presidente.
Después de leer el comunicado de los políticos europeos y ‘mearse de risa’, con perdón, tiene prevista, el sr. Mahmud, una gira por diversos países europeos con el objeto de llegar a acuerdos petrolíferos.
Los musulmanes, como el sr. Mahmud (y muchos millones más), no nos pueden respetar. Nuestros políticos son peores que los comerciantes untuosos y repulsivos de las películas para niños. Que conste que tengo más respeto a los comerciantes reales que a los políticos reales. En términos generales.
Con independencia de que haya millones de musulmanes locos de atar. Es decir, millones de individuos fanatizados capaces de asesinar a los infieles. Que somos nosotros. Aparte de esta monstruosidad repugnante, no nos pueden respetar. ¿Por qué? Porque nuestros representantes políticos no tienen principios. Y si los tienen, los guardan en un cajón. Cerrado con llave. Y estos fanáticos dispuestos a todo, lo saben. Y saben, además, que la mayoría de la población de Eurabia, es cobarde. relativista y hedonista.
O sea, a la mayoría de la gente no le importa la vida de Youcef. Ni le importa el motivo por el que es condenado a muerte. Digámoslo una vez más. Porque quiere ser cristiano. Pero millones de europeos son moralmente miserables. En España, con la visita del Papa, tenemos un ejemplo más.
Debates televisivos en los que sesudos periodistas de primera fila se quejan del gasto de la visita. Que tratan al Papa como si fuera un cantante de éxito. Rectifico. Mucho menos. Y el rojerío europeo (pura basura ideológica) despreciando al Papa, a la Iglesia Católica y a la religión católica. Como si el cristianismo no fuera un pilar fundamental de la construcción europea. Como si pudiéramos entender a Europa y a nosotros mismos sin el cristianismo. Y una parte de la derecha (por usar la simplona distinción) mirando hacia otro lado. Como Rajoy. ¡Qué vergüenza!
Aquí necesitamos un buen ‘tea party’. Pero, además, un ‘café party’ y un ‘carajillo party’. ¡Cómo apesta la casta política! Y parte de la sociedad aborregada.
Sebastián Urbina.
3 comentarios:
Deu voler dir:"¡Ay, que me meo!"
Recordi: Ahí hay un niño que dice: ay.
Y además de impresentables, ¡hay que ver lo caros que nos cuestan!
Para lo que hacen ¿no podíamos empezar a prescindir de ellos?
Es una suerte tener comentaristas como usted que recuerda a los demás sus fallos. Gracias.
De todos modos, hay que tener en cuenta que la atención que se presta a los escritos del blog es menor que la que se presta a un artículo que ha de publicarse en un diario, por ejemplo. Básicamente por la inmediatez.
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