jueves, 23 de diciembre de 2010

'COMANCHES'








UN ‘COMANCHE’ EN LA AUTÓNOMA.

Leo una entrevista, de Carles Bellsolá al catedrático de la Universidad Autónoma de Madrid, Juan Carlos Moreno Cabrera, que ha publicado el libro, "El nacionalismo lingüístico’.

PRIMERO.

Una tesis profundamente provocadora del autor es: ‘que el único nacionalismo lingüístico que existe en el Estado es el español. Y que es muy agresivo’.

Reconozco que, siendo muy suave, se trata de una tesis más vomitiva que provocadora. El primer paso sería clarificar (por parte del autor) la expresión ‘nacionalismo lingüístico español’. Tal vez se trate de un nacionalismo cuyas características básicas sean muy diferentes a las típicas de los denominados ‘nacionalismos lingüísticos periféricos’. De momento, quedémonos con su afirmación de que el único nacionalismo lingüístico, en el Estado español, es el español. Y que es, además, muy agresivo.

Se ve que no compartimos, el sr. Moreno y yo, significados usuales de la lengua española. Le pondré un ejemplo de algo ‘muy agresivo’. No necesito devanarme los sesos. Basta copiar lo que hacen los políticos en Cataluña, en la que no hay (según el sr. Moreno) ‘nacionalismo lingüístico’.

Los políticos catalanistas han conseguido que no haya escuelas en las que los padres puedan enviar a sus hijos para que les enseñen en castellano, o español. O sea, en una parte de España (y la Comunidad autónoma de Cataluña forma parte de España) los padres no pueden conseguir que sus hijos sean enseñados en su lengua materna, cuando ésta es el español. Esto es lo que sucede en Cataluña, en la que no hay (según el sr. Moreno) nacionalismo lingüístico. Por otra parte, no conozco ninguna nación-Estado en la que los padres no tengan colegios en los que se enseñe en la lengua oficial del Estado. Excepto España. Realmente, los españoles somos muy agresivos. En cambio, los catalanistas, sin nación-Estado, ejercen de excluyentes y discriminadores. Menos para el sr. Moreno.

Ahí va el ejemplo de un modelo realmente ‘muy agresivo’. No habrá, en toda España, colegios en los que se pueda enseñar en catalán, gallego o vasco. Como mucho, se permitirá que haya dos o tres horas lectivas a la semana en estas lenguas. Este modelo, sr. Moreno, es un modelo ‘muy agresivo’ que, curiosamente, coincide con los modelos de los ‘territorios comanches’. Que son los que discriminan la lengua oficial y común: el español. Aunque usted lo niegue.

Pero, según las anteojeras del sr. Moreno, el modelo que permite que el español sea desplazado de la enseñanza y de las instituciones (en Cataluña, País Vasco, Galicia y Baleares, al menos) no es un modelo ‘muy agresivo’. Todo lo contrario. Por tanto, afirmo que el sr. Moreno miente al decir que el ‘nacionalismo lingüístico español’ es ‘muy agresivo’. Y miente al decir que es ‘el único muy agresivo’. Y también miente al decir que los nacionalismos periféricos son monjas ursulinas periféricas.

SEGUNDO.

Dice el sr. Moreno: ‘Exactamente igual que el catalán es una lengua de segunda en Castilla. En Madrid, si es que existe, el catalán es una lengua de segunda o de tercera. Y eso, a todo el mundo le parece muy bien. Que el castellano sea una lengua de segunda en Cataluña, a mí no me parecería mal’.

Esto ya alcanza niveles preocupantes de estupidez. Porque es una estupidez decir ‘exactamente igual que el catalán es una lengua de segunda en Castilla’. No, sr. Moreno, no es exactamente igual. En Castilla no hay demanda de catalán. En Cataluña, en cambio, hay demanda de español porque la mitad (aproximadamente) de los catalanes habla, habitualmente, el español. Aunque los políticos catalanistas no quieran atender esta realidad lingüística, lo que muestra su fanatismo antidemocrático y su desprecio por los derechos individuales. Bien es cierto que, en este lodazal antidemocrático, han participado (con sus respectivas cuotas de responsabilidad), el Partido Socialista y el Partido Popular. Y el profesor Moreno miente, una vez más, diciendo que en Cataluña no hay ‘nacionalismo lingüístico’.

TERCERO.

Añade el profesor: ‘La única inmersión lingüística que conozco es la del castellano. En Cataluña no hay inmersión lingüística’.

Hay que ser un caradura para decir esto. En fin, si tiene un átomo de dignidad y quiere enterarse de lo que realmente sucede, le ruego que se ponga en contacto con D. Antonio Robles, ahora representante de UPyD en Cataluña. Si él no quiere ponerse en contacto con usted, haga el favor de leer sus libros (empiece por ‘Extranjeros en su país’) y sus artículos sobre la cuestión lingüística en Cataluña. También le pueden ilustrar, Horacio Vázquez Rial, José García Domínguez, Antonio Tercero, Vidal-Quadras, Arcadi Espada, Xavier Pericay (este último coordinador de ‘¿Libertad o coacción? Políticas lingüísticas y nacionalismos en España’) y un largo etcétera. Por supuesto, hable con las numerosas familias que tienen que soportar este fanatismo lingüístico catalanista que, según usted, no existe. Estas familias también le pueden informar de la inmersión lingüística que sufren en sus propias carnes.

CUATRO.

Las barbaridades que dice el sr. Moreno se ven, al menos en parte, clarificadas (no justificadas), al leer lo siguiente:

Se habla de derechos individuales, pero las lenguas existen dentro de de una comunidad lingüística, no se trata de individuos aislados... Hablar de derechos individuales en cuestiones lingüísticas no tiene sentido’.

Ahora se entienden mejor los dislates del sr. Moreno. Resulta que, para él, lo que existe es el animal metafísico, ‘la comunidad’ (o la ‘comunidad lingüística’), pero no las personas individuales de carne y hueso. De ahí que, según el sr. Moreno, sea un sinsentido hablar de derechos individuales lingüísticos.

Sigamos el razonamiento del profesor, y pasemos de la comunidad lingüística a la comunidad, a secas. Si en la comunidad lingüística hablar de derechos individuales no tiene sentido, ¿por qué va a tener sentido hablar de derechos individuales en la comunidad, a secas? O sea, volvemos a Herder, con su nacionalismo cultural (con la preeminencia de la nación) y Fichte, con su nacionalismo político (y la preeminencia del Estado). En definitiva, el individuo queda subordinado y dominado por la Nación o el Estado, o ambos.

Ya no nos puede sorprender que, con estos antecedentes, lo respetable no sean los derechos individuales de las personas, sino los supuestos derechos del animal metafísico (la comunidad, la nación o el Estado) al que se deben someter los individuos de carne y hueso. Es decir, los seres humanos son personajes secundarios en la vergonzosa opereta del profesor Moreno.

No hay duda, está usted a la altura de sus camaradas de los ‘territorios comanches’.

Sebastián Urbina.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Error 1: no ha llegit el llibre.
Error 2: no comenta tota l'entrevista, sinó tan sols allò que li interessa.

Patètic.

Anónimo dijo...

Per si algú vol llegir l'entrevista i fer-se'n una idea objectiva, aquí hi ha l'enllaç: http://www.grijalvo.com/Juan_Carlos_Moreno_Cabrera/El_nacionalismo_linguistico_es.htm

Anónimo dijo...

Gràcies Anónimo per dir una obvietat que, segons si beneficia o no les tesis del senyor Urbina, es té en compte o no.

Que si el text parla de nacionalisme català tot és cert, i si parla de nacionalisme castellà o espanyol és fals.

Tnmateix, d'aquest blog no es pot treure res útil, sensat ni productiu des de fa anys.

A.V. dijo...

....y se apellida Moreno Cabrera.. !Manda huevos!

Otro castellano renegado, como Montilla y demás congéneres.

Ya se sabe: No hay nadie más intransigente que una puta reformada... con perdón.

Joan dijo...

Senyor Urbina, li aconsell que llegeixi els llibres del catedràtic Moreno Cabrera.

A Suïssa no hi ha "lengua del estado". A cada cantó tenen la seva I NOMÉS LA SEVA.

Sebastián Urbina dijo...

Para Joan, el anónimo nacionalista educado.

No sirve buscar algún ejemplo que convenga a los nacionalistas periféricos, en algún lugar del mundo y aplicarlo a España.

Ustedes son muy celosos de su identidad. Pues bien, España tiene su propia historia (que incluye, por cierto, a Cataluña) que tiene poco que ver con Suiza.

Nadie discute que es posible lo de Suiza. Por supuesto. Pero lo posible es demasiado extenso para tenerse en cuenta. También es posible prohibir que los nacionalistas periféricos puedan tener radios, diarios y televisiones propias. Pero a ningún demócrata se le ocurre.
O que cada ciudad pueda oficializar una sola lengua, como pretenden los catalanistas con Cataluña toda. Aunque les cuesta, claro. El castellano o español, también es una lengua de Cataluña y es hablado por la mitad, al menos, de catalanes.

Por tanto, para lo malo y para lo bueno, la Historia de España es la que es, y la construcción de España es la que es. Y la de Suiza igual.

Me temo Joan que el acuerdo está difícil. Sin embargo, el diálogo (con personas educadas como usted) puede proseguir porque, como aprendí del gran jurista Perelman, incluso sin llegar a acuerdos, el diálogo tiene la gran virtud de evitar la violencia. Mientras se dialoga no se utiliza la violencia. Ya es algo, en estos tiempos de cólera.

Joan dijo...

Durant la monarquia hispànica dels Àustries la situació lingüística era semblant a la de Suïssa.
Sense negar que s'usàs a vegades el castellà degut al seu prestigi cultural i al fet que era la llengua familiar dels reis.
Bon Nadal!

Anónimo dijo...

Para A. V.

Si en lugar de llamarse Moreno Cabrera se llamase Puig Rius (por poner un ejemplo), ¿qué sería entonces? ¿un segregacionista, un etnicista, qué?

Y si el hipotético "Puig Rius" defendiese el nacionalismo español, ¿sería también una puta reformada?

Menudos argumentos.

Si es de origen castellano, malo. Si es de origen catalán, peor.

Y digo yo ¿qué tienen que ver los orígenes familiares de la persona con su pensamiento?

Pero el comentario de A. V. se le ha pasado por alto al Señor Urbina, tan meticuloso cuando los argumentos no van a su favor.

Todo muy ecuánime, sí señor.