lunes, 16 de mayo de 2011

ENERGÍA NUCLEAR




ENERGÍA NUCLEAR.



En la actualidad existen 440 reactores nucleares comerciales en uso en todo el mundo y están ayudando a minimizar nuestro consumo de combustibles fósiles, pero ¿cuánto más se puede obtener con la energía nuclear? En un análisis que se publicará en una edición futura de Proceedings of the IEEE, Abbott Derek, Profesor de Ingeniería Eléctrica y Electrónica de la Universidad de Adelaida, en Australia, ha concluido que la energía nuclear no puede abastecer la demanda de energética a nivel mundial por numerosas razones. Los resultados sugieren que, probablemente, sea mejor invertir en otras soluciones energéticas que sean realmente escalables. Descubre algunos detalles del porqué, la energía nuclear, nunca alcanzará a abastecer al planeta de toda la energía que éste consume y cuáles son las alternativas deseadas para el futuro.

Como señala Abbott Derek en su estudio, el consumo mundial de electricidad es de unos 15 Terawatts (TW) (15.000.000.000.000 de Watts). En la actualidad, la capacidad de oferta mundial de la energía nuclear es sólo de 375 Gigawatts (GW). Con el fin de examinar los límites de la energía nuclear, Abbott estima que para satisfacer una demanda de 15 TW, utilizando sólo energía nuclear, necesitaríamos alrededor de 15.000 reactores nucleares. En su análisis, Abbott explora las consecuencias de la construcción, operación y posterior desmantelamiento de 15.000 reactores en la Tierra, observando factores tales como la cantidad de tierra necesaria (superficie), los residuos radiactivos, la tasa de accidentes, la abundancia de uranio y su extracción, y los metales exóticos utilizados para construir los propios reactores. "Una central de energía nuclear requiere una alto consumo de recursos y, además del combustible, la utilización de muchos metales raros en su construcción", afirma Abbott. Sus conclusiones, algunas de las cuales se basan en resultados de estudios anteriores, se han publicado en Physorg y se resumen a continuación:

1- La superficie de tierra y su ubicación:
Un reactor nuclear requiere alrededor de 20,5 kilómetros cuadrados de tierra para dar cabida a la estación de energía nuclear en sí, su zona de exclusión, su planta de enriquecimiento, el procesamiento de minerales, y la infraestructura de apoyo. En segundo lugar, los reactores nucleares deben estar ubicados cerca de un enorme cuerpo de agua de refrigeración, pero lejos de las zonas de población densa y de desastre en zonas naturales. Encontrar 15.000 lugares en la Tierra que cumplan esas condiciones es muy difícil.

2- Vida útil:
Cada estación de energía nuclear tiene que ser dada de baja después de 40 a 60 años de operación. Esto es debido a las grietas que se desarrollan en las superficies metálicas expuestas a la radiación. Si las centrales nucleares necesitan ser reemplazadas cada 50 años en promedio, contando con 15.000 estaciones de energía nuclear, una estación tendría que ser construida y otra dada de baja en algún lugar del mundo, todos los días. En la actualidad, se tarda más de 12 años para construir una central nuclear, y hasta 20 años para desmantelar otra, por lo que la tasa ideal de sustitución resultaría imposible de lograr.

Siete razones por las que la energía nuclear nunca será suficiente
NeoTeo
Residuos nucleares

3- Residuos nucleares:
Aunque la tecnología nuclear se utiliza desde hace más de 60 años, todavía no existe un acuerdo internacional sobre los métodos de eliminación de sus residuos. Siempre es incierta la posibilidad de que la mejor opción sea enterrar el combustible gastado y de los vasos de un reactor vetusto (que también son altamente radiactivos). Estos podrían tener fugas radiactivas hacia las aguas subterráneas o al medio ambiente a través de movimientos geológicos.

Siete razones por las que la energía nuclear nunca será suficiente
AFP
Desastre de la central de Fukushima

4- Accidentes:
Hasta la fecha, se han producido 11 accidentes nucleares con una total o parcial fusión del núcleo. Estos accidentes no son acontecimientos menores que se pueden evitar incrementando la tecnología en sistemas de seguridad en una planta; se trata de eventos raros que ni siquiera son posibles de imaginar en un sistema tan complejo como es una central nuclear, y siempre surgen por motivos imprevistos y circunstancias impredecibles (como el accidente de Fukushima). Teniendo en cuenta que estos 11 accidentes se produjeron durante un total acumulado de 14.000 años-reactor (cantidad de años respecto a los reactores operativos) de actividades nucleares, la ampliación hasta 15.000 reactores en funcionamiento simultáneo significaría que tendríamos un accidente grave, en algún lugar del mundo, cada mes.

5- Proliferación de armas nucleares:
Incrementando el poder de las centrales nucleares, existirá una mayor probabilidad de que los materiales y los conocimientos para fabricar armas nucleares puedan proliferar alrededor del mundo. A pesar de que los reactores tienen un control estricto sobre este tema, el mantenimiento de la rendición de cuentas de 15.000 reactores en todo el mundo sería casi imposible.

6- Abundancia de Uranio:
Al ritmo actual de consumo de uranio para los reactores convencionales, una oferta mundial de “uranio viable” puede tener una duración de 80 años. Para satisfacer un consumo energético de hasta 15 TW, el suministro de uranio viable tendrá una duración de menos de 5 años. (Uranio viable es el uranio que existe en una concentración de mineral suficientemente alta como para que la extracción sea económicamente justificada.)

7- Metales exóticos:
El recipiente de contención nuclear está hecho de una variedad de metales raros y exóticos que controlan y contienen la reacción nuclear. El Hafnio se utiliza como amortiguador de neutrones, el Berilio como un reflector de neutrones, para el revestimiento se utilizan circonio, niobio y aleaciones de acero que posibilitan una duración de 40 a 60 años. La extracción de estos metales plantea cuestiones de costes, la sostenibilidad y el impacto ambiental. Además, estos metales tienen muchos usos industriales que compiten contra la utilización en centrales nucleares. Por ejemplo, el Hafnio y el Berilio se utilizan en los circuitos integrados y en la industria de semiconductores. Si un reactor nuclear se construye todos los días, la oferta mundial de estos metales exóticos, necesarios para construir estructuras de contención nuclear, disminuiría rápidamente y crearía una crisis de recursos minerales. Este es un nuevo argumento que Abbott pone sobre la mesa, que estableciendo límites de recursos en toda la generación de reactores nucleares del futuro, ya sea que se alimenten de torio o uranio.

Energía solar térmica

"Debido al costo, la complejidad, los recursos necesarios y los tremendos problemas que se ciernen sobre la energía nuclear, nuestras monedas de inversión serían más sabiamente colocadas en otro lugar", dijo Abbott. "Cada billete que se dedica a la energía nuclear es dinero que se ha desviado de ayudar a la rápida adopción de una solución segura y escalable como podría ser la energía solar térmica". Aprovechar la energía solar térmica para producir calor y generar vapor puede hacer girar una turbina para generar electricidad. La tecnología solar térmica evita muchos de los problemas de escalabilidad frente a la tecnología nuclear. Por ejemplo, aunque un parque de energía solar térmica requiere una superficie poco más de la infraestructura de energía nuclear equivalente, puede ser ubicado en zonas desérticas que existen sin usar. Además de ser una tecnología más segura, los materiales para su construcción son más abundantes y se pueden alcanzar una totalidad de generación muy superior a los 15TW.

Sin embargo, el mayor problema de la tecnología de energía solar térmica son los días nublados y durante las noches. Abbott planea investigar una serie de soluciones de almacenamiento para este inconveniente de intermitencia, además de planear estudios futuros sobre otras energías renovables como la eólica. Durante el período de transición, sugiere que el uso de gas natural junto con parques solares térmicos es el camino a la construcción de una infraestructura de energía segura para el futuro. (ABC).

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CIENCIA

El ecologista nuclear

Por Jorge Alcalde

A estas alturas de la misa, decir que el planeta no debería permitirse el lujo de prescindir de la energía nuclear resulta poco novedoso. El debate sosegado y riguroso sobre el futuro de las centrales atómicas, ampliamente reseñado en estas páginas, parece haber ganado la partida a la mitología ecologista mal entendida y al enconamiento argumental con el que solía saldarse la discusión. Ya no es cuestión de preguntarse: "Energía nuclear, ¿sí o no?", sino: "¿Cuánta?".

Buena parte de los analistas del fenómeno ambiental y de los medios de comunicación ha caído en la cuenta de que el tradicional antagonismo entre energía nuclear y energías renovables es "un disparate maniqueo", como alerta el autor al que hoy nos referimos.

Al margen de las razones que unos y otros puedan esgrimir para preferir los molinos de viento a Cofrentes, o viceversa, lo cierto es que, por fortuna, ahora sí se puede discutir con argumentos científicos en la mano sobre las virtudes y defectos de nuestro sistema energético sin correr el riesgo de ser engalanado de por vida con la A escarlata de Antiecologista.

Juan José Gómez Cadenas juega provocativamente con este des-equívoco ya desde el título de su libro: El ecologista nuclear. Alternativas al cambio climático. Y es que por fin se puede ser ecologista y creer en la necesidad de que no desaparezcan las centrales de uranio, porque el átomo es una fuente de energía alternativa.

Desde esta posición, ya menos valiente pero aun así loable, Gómez Cadenas, físico él, desgrana buena y prolífica información científica sobre la generación de energía a partir de la fisión. Y lo hace valiéndose del viejo truco divulgativo de ir desarmando uno a uno todos los prejuicios que a buen seguro el lector llevará en su mochila intelectual al abordar la lectura de estas páginas.

Quién diría, por ejemplo, que una central térmica emite más radiactividad que una nuclear, en virtud del contenido de uranio y torio de muchos carbones. O que, en términos de riesgo sanitario, fumarse un solo cigarrillo es más peligroso que vivir diez años acampado en la puerta de Garoña. O que con 10 gramos de uranio se produce tanta energía como con una tonelada de carbón.

Estos juegos descolocan y gustan al lector, lubrican la entrada en la materia pura y dura del libro, un encuentro sustancioso con neutrones y protones, materiales pesados, entropías, líquidos refrigerantes y retardantes, reacciones en cadena...

No es una obra fácil, sin embargo. Y quizás sea esa su virtud más reseñable. Entre tanta divulgación extremadamente miedosa, que confunde el entretenimiento con la ligereza, hallar un volumen de peso con datos, argumentos, gráficos, tesis y palabros de ciencia a mansalva se agradece. Como es de agradecer que el autor no rehúya las vertientes económicas, políticas e ideológicas del problema.

Superados los complejos ecoalarmistas, deberían proliferar las obras de peso (a favor y en contra, qué más da) que nutran de argumentos técnicos a una apasionante discusión que no cesa.


JUAN JOSÉ GÓMEZ CADENAS: EL ECOLOGISTA NUCLEAR. Espasa (Madrid), 2009, 200 páginas.

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