LA
ENFERMEDAD IDENTITARIA.
La sociedad catalana está enferma de identidad. Y la vasca.
¡No se confunda, por favor!, contestará un airado ciudadano. Una cosa son esos chalados independentistas, que se representan a sí mismos, y otra cosa es la mayoría de los catalanes. Gente de bien y alejada de radicalismos. Pero este discurso ya no es creíble.
La sociedad catalana está enferma de identidad. Y la vasca.
¡No se confunda, por favor!, contestará un airado ciudadano. Una cosa son esos chalados independentistas, que se representan a sí mismos, y otra cosa es la mayoría de los catalanes. Gente de bien y alejada de radicalismos. Pero este discurso ya no es creíble.
¿Por qué? Porque no se entiende que si el nacionalismo catalanista, con sus referendos ilegales, sus insultos a España, sus coacciones lingüísticas y su victimismo, no representa a la mayoría de los catalanes ¿qué sucede que se vota, una y otra vez, a los partidos nacionalistas para que les gobiernen?
Si la mayoría de catalanes no está de acuerdo
con la sectaria y antiespañola imagen que dan los partidos que gobiernan en
Cataluña ¿por qué no se abstienen? También pueden votar al PP, Ciudadanos o
UPyD. ¿Acaso la mayoría silenciosa ya ha interiorizado que si no apoya a los partidos
catalanistas de ‘pata negra’ será considerada facha españolista?
Me parece que mucha gente catalana, aparentemente sensata, reacciona con virulencia ante críticas como las que aquí se hacen, u otras similares. Si esto es cierto y yo creo que es obvio, la cosa es grave. ¿Por qué? Porque una sociedad que nunca tiene la culpa de nada y siempre tiene chivos expiatorios (la ‘puta España’) para justificar sus errores, va por muy mal camino. El camino de la niñez perpetua. Una persona incapaz de reconocer sus errores y que, sistemáticamente, traslada la responsabilidad a los demás, es una persona inmadura. Con los peligros que esto implica.
Incluso puede ser peor. Ya no se trata de echar la culpa de los errores propios a la 'puta España', sino negar la existencia de los mismos. En estos últimos treinta y tantos años se ha ido creando una tupida red de intereses, subvenciones y propaganda que, cual lluvia fina, ha ido calando en las meninges de muchos catalanes. La catalanización de la sociedad, gracias al sistema de educación/adoctrinamiento y los medios de comunicación subvencionados, han facilitado la manipulación de las conciencias y, también, la más fácil identificación del 'enemigo interior'. Al disidente se le puede hacer el vacío, o se le puede hacer la vida imposible. Basta con acusarle de 'anticatalán'. Pregunten a Boadella y una lista interminable.
Y la mayoría de la gente se cansa de ser señalada con el dedo acusador catalanista. Prefiere el calor del establo. En general, la gente es cobarde, (perdón, prudente) y no quiere líos. Mientras tanto, la bola de nieve- en realidad no es de color blanco- va creciendo hasta hacerse inmanejable. A estas alturas, la alternativa suele ser el silencio, o la negación de la realidad. Así se va configurando una sociedad enferma. Llevamos más de treinta años de ‘construcción nacional’, fomentando el victimismo y la obsesión identitaria.
Me parece que mucha gente catalana, aparentemente sensata, reacciona con virulencia ante críticas como las que aquí se hacen, u otras similares. Si esto es cierto y yo creo que es obvio, la cosa es grave. ¿Por qué? Porque una sociedad que nunca tiene la culpa de nada y siempre tiene chivos expiatorios (la ‘puta España’) para justificar sus errores, va por muy mal camino. El camino de la niñez perpetua. Una persona incapaz de reconocer sus errores y que, sistemáticamente, traslada la responsabilidad a los demás, es una persona inmadura. Con los peligros que esto implica.
Incluso puede ser peor. Ya no se trata de echar la culpa de los errores propios a la 'puta España', sino negar la existencia de los mismos. En estos últimos treinta y tantos años se ha ido creando una tupida red de intereses, subvenciones y propaganda que, cual lluvia fina, ha ido calando en las meninges de muchos catalanes. La catalanización de la sociedad, gracias al sistema de educación/adoctrinamiento y los medios de comunicación subvencionados, han facilitado la manipulación de las conciencias y, también, la más fácil identificación del 'enemigo interior'. Al disidente se le puede hacer el vacío, o se le puede hacer la vida imposible. Basta con acusarle de 'anticatalán'. Pregunten a Boadella y una lista interminable.
Y la mayoría de la gente se cansa de ser señalada con el dedo acusador catalanista. Prefiere el calor del establo. En general, la gente es cobarde, (perdón, prudente) y no quiere líos. Mientras tanto, la bola de nieve- en realidad no es de color blanco- va creciendo hasta hacerse inmanejable. A estas alturas, la alternativa suele ser el silencio, o la negación de la realidad. Así se va configurando una sociedad enferma. Llevamos más de treinta años de ‘construcción nacional’, fomentando el victimismo y la obsesión identitaria.
¿Cómo ha sido posible
este desafío soberanista de Artur Mas y Junqueras? La respuesta está
directamente vinculada al fracaso histórico del bipartidismo PP/PSOE. No se
trata de un fracaso del bipartidismo sino de este concreto bipartidismo. ¿Qué
tenía que suceder para no llegar a esta grave situación actual?
La cuestión central,
aunque haya otros aspectos relevantes, es que los partidos supuestamente
nacionales, PP/PSOE, han actuado como si no lo fueran. Una mezcla de
mediocridad, complejo histórico, e irresponsable confianza en los llamados ‘nacionalismos periféricos’, hizo que
se cediera a sus incesantes demandas y exigencias. Y permitido sus repetidas
deslealtades, chantajes e incumplimientos de la ley y de las sentencias
judiciales que no les convenían.
No es cierto, como dicen algunos
reconocidos periodistas y políticos, que los separatistas- ya es hora de
llamarlos por su nombre- hayan dado a España un largo período de estabilidad
política. Tampoco es cierto que se cometiera un grave error- molestando
innecesariamente a los nacionalistas- al llevar a efecto el ‘café para
todos’.
Un ejemplo del primer
error lo tenemos en el premio otorgado en 1984, por el diario ABC, al Muy
Honorable Jordi Pujol, nombrándole ‘español del año’. Siendo director Luis
María Ansón. Sucedió en pleno caso Banca Catalana, con Pujol querellado por el
Fiscal General del Estado. Pero Jordi Pujol ya estaba trabajando para la
‘construcción nacional de Cataluña’. Con toda la deslealtad posible. Fraudes millonarios
aparte. La pela es la pela.
Luego está el famoso
‘café para todos’. Muchos políticos y periodistas, preferentemente de
izquierdas y acomplejados, querían café para las mal llamadas ‘nacionalidades
históricas’ y achicoria para los familiares pobres. La excusa es que no
necesitaban tantas competencias. Es de vergüenza que a algunos no les afecte la
exigencia democrática de igualdad ante la ley. Y no es creíble que no se hayan
enterado de que nunca se contentará a los separatistas. Lo saben.
Los acontecimientos
vinculados a la final de la copa del Rey de fútbol, de 2010/2011, son un
ejemplo más de esta metástasis identitaria.
El director adjunto
del Sport, Lluís Mascaró, dejó
por escrito el día anterior al partido Barcelona-Madrid:
"El Barça debe
ganar esta Copa (...) para evitar que gane la crispación, la caverna mediática,
la manipulación, la mentira. La final de esta noche es la batalla final entre
el bien y el mal. Entre la educación y la mezquindad. Entre el amor y el odio".
¡Y no fue internado en un
psiquiátrico!
La penúltima desvergüenza separatista
es de hace pocos días. En la final de la copa del Rey de fútbol, los seguidores
del Barcelona y del Bilbao pitaron, en el Nou Camp, al himno nacional y al Rey.
Una ofensa intolerable a millones de españoles. ¿Les saldrá gratis tanta
mezquindad?
Claro que los acomplejados
de siempre tal vez quieran dar el premio de español del año a Artur Mas. Por
aquello del encaje, ya saben. Sólo falta que Colau sea alcaldesa de Barcelona y
la monja Forcades Presidenta de la Generalidad. Amén.
Sebastián Urbina.
(Publicado en El Mundo/Baleares/12/6/2015.)
2 comentarios:
La pena es que unos cuantos pitaron a un jugador de la Seleccion Española...¡¡¡¡que triste¡¡¡¡¡
Si están tan enfermos no sería mejor llamar a Montes.
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