domingo, 17 de enero de 2016

EL ENGAÑO DEL MULTICULTURALISMO.











EL ENGAÑO DEL MULTICULTURALISMO.

Preguntemos en primer lugar, ¿qué es el multiculturalismo?  Algunas de las respuestas más habituales son las siguientes: 

Coexistencia de diferentes culturas en una sociedad o país’

O bien, ‘doctrina norteamericana que pone en duda la hegemonía cultural de los grupos blancos dirigentes respecto de las minorías’.

 Cualquier persona con sensibilidad y respeto hacia los demás tenderá a ver con simpatía esta corriente política y cultural. No solamente porque defiende la coexistencia entre culturas, lo que sería propio de demócratas y de bien nacidos.

 Es que, además, quiere terminar de una vez con la injustificada supremacía blanca sobre otros grupos minoritarios, que han sido tratados con desprecio. Y, a veces, peor.
 Dicho esto ¿por qué afirmo que el multiculturalismo es un engaño? Diré más, es un peligroso engaño.
  
 Empecemos por la primera frase: ‘El multiculturalismo defiende la coexistencia de diferentes culturas en una sociedad o país’. ¿Hay algo más bonito que esto? ¿No somos todos iguales?

 Si tenemos en cuenta las dos frases a la vez, la ahora citada, y la segunda: ‘doctrina norteamericana que pone en duda la hegemonía cultural de los grupos blancos dirigentes respecto de las minorías’, nos daremos cuenta de que no se trata de cualquier tipo de coexistencia. Se trata de una coexistencia entre iguales. Con otras palabras, no se admite una hegemonía cultural de unos grupos sobre otros porque nadie es mejor.

 El siguiente paso es de carácter fáctico. Es decir, no se trata de lo que se opina sobre el multiculturalismo sino de cuáles han sido los resultados prácticos derivados de aplicar la doctrina multiculturalista a diversas sociedades europeas. 

Por ejemplo, en Alemania, durante mucho tiempo se impuso un veto no escrito para no tratar críticamente el problema del multiculturalismo. ¿Por qué?

 Seguramente no se sorprenderá si le digo que por influencia y presión del pensamiento ‘políticamente correcto’. Digo que no se sorprenderá porque en España pasa algo parecido. Si usted dice ciertas cosas es un ‘facha’. Y la mayoría de la gente se calla porque tiene miedo al ‘mundo de la cultura’ y a los ‘intelectuales orgánicos’, que dominan en los medios de difusión. O sea, radio, prensa, redes sociales y televisión. Y sistema de enseñanza.


Tal vez usted se acuerde de un artículo escrito por el que fue Ministro de Economía del Presidente Zapatero, Miguel Sebastián, el 6 de Abril de 2008, en Mercados de El Mundo, ‘España no se rompe’. En él se reía de la idea, por lo visto ‘de derechas’, de que España se rompe. Con la que está cayendo en Cataluña, con una declaración de independencia en el propio Parlamento catalán, no parece que el ministro socialista estuviese acertado.
¿Por qué ha pasado tanto tiempo en reconocer el grave peligro representado por los separatistas, antes ‘nacionalistas periféricos’? 

Porque la opinión pública y publicada es mayoritariamente progresista. Y el progresismo hispano, o antihispano- según se mire- siempre ha tenido simpatía por estos nacionalismos y desconfianza- o desprecio- por el nacionalismo español. Recordemos que a finales del mes de Noviembre de 2015, la alcaldesa de Madrid, la señora Carmena, dijo públicamente que le preocupaba el nacionalismo español porque era ‘facha’. Literal.  

Pues bien, algo parecido sucedía en Alemania, hasta que en 2010,  el economista Thilo Sarrazin, un político alemán miembro del SPD, que fue senador de finanzas por el Estado de Berlín y miembro de la Junta Directiva del Deutsche Bundesbank, se atrevió a denunciar la situación, publicando un libro, ‘Alemania se desintegra’, que fue un éxito de ventas.  ¿Y cuál era la situación? El fracaso del proceso de integración de las comunidades de origen musulmán.

También se ha producido este fracaso en Francia y en el Reino Unido, pero ahora la pregunta es ¿a qué se debe este fracaso? Este fracaso de debe a la idea multiculturalista de que todas las culturas son iguales y merecen el mismo respeto. Esta errónea y peligrosa idea está vinculada al relativismo. ¿Qué dice el relativismo?


Veamos un ejemplo. Para algunas gentes, sajar el clítoris a las niñas es ‘natural’. Para otras, ahorcar a los homosexuales también es ‘natural’, o cortar las manos a los ladrones. ¿Debemos aceptar estas conductas como ‘moralmente buenas’? Una respuesta habitual, nos dice que ‘todo es igualmente respetable’. 

La idea del relativismo normativo, es que todas las tradiciones son igualmente respetables desde un punto de vista moral. Por tanto, la perniciosa creencia relativista y, supuestamente, progresista, ha hecho creer a millones de personas y a la mayoría de políticos que lo realmente guay es respetar todas las culturas por igual.

 ¿Cuál ha sido la consecuencia? Que al respetar todas las culturas se ha respetado que, por ejemplo, se sajara el clítoris a las niñas, se las obligara a casarse con adultos, y un largo etcétera de salvajadas. Es decir, se ha permitido que se crearan guetos en los que los ‘jefes’ imponen normas antidemocráticas a los miembros de su grupo.  

 El último ejemplo- entre cientos- lo tenemos en el barrio de Bruselas, Molenbeek, en pleno centro de la ciudad. El ministro del Interior belga, Jan Jambon, anunció abiertamente que se iba a implicar de forma personal en la rehabilitación de esta zona, donde reconoce que las instituciones han perdido el control. 

¿Qué significa que han ‘perdido el control’? Que ni los no musulmanes, ni la propia policía belga entran en el barrio. Esto es un gueto. Y se imponen las leyes y costumbres de procedencia. Es decir, no rigen las leyes democráticas belgas. ¿Quién sufre esta imposición antidemocrática? Principalmente los más débiles. Niños y mujeres.

 En vez de defender la libertad y dignidad de las personas de carne y hueso, los gobiernos europeos, erróneamente, defienden la igualdad de las comunidades culturales. 


La consecuencia es que, en algunas de ellas, se viola la libertad y la dignidad de las personas. Y muchos europeos, autoridades incluidas, callan por miedo a que les llamen racistas o xenófobos. Repugnante y culpable cobardía. Políticamente correcta, eso sí.

Sebastian Urbina.

 (Publicado en El Mundo/Baleares/15/1/2016.)


1 comentario:

Anónimo dijo...

Me importa una mierda el multiculturalismo,l lo que es repugnante es a estos grupos humanos se les financia y mantiene artificialmente en España cuando no sólo no aportan nada si no que exigen más que nadie. Hay pobres españoles y los asquerosos políticos prefieren hinchar a esta gente antagónica con nuestro dinero. Buenismo para los de la luna y nada para la miseria de delante de tus narices. Al final la gente irá a por ellos, los políticos.
http://www.diariovasco.com/sociedad/201503/08/negocio-pasaportes-falsos-201503080752.html