lunes, 12 de noviembre de 2018

¿SERÁ VERDAD?


 (No tenía grandes esperanzas con el pesoe, pero Pedro Sánchez ha superado- con mucho- todas las expectativas.


Es peor que Zapatero. ¡Qué asco!)

 

 

 

Jon Jauristi: "No hay dos PSOE, sino uno solo con una siniestra coherencia más que centenaria".


Ni siquiera en mis dos años de socialista de carné (1987-1989) tuve una alta opinión del ya por entonces centenario partido fundado por Pablo Iglesias Posse. Hablo del partido en su conjunto.

 Por supuesto, he conocido en sus filas a personas bastante decentes. No a muchas, es verdad. Como en todas las formaciones de izquierda, lo que más abunda -y crece- es gente resentida y logrera, pero conservo todavía la amistad de algunos viejos militantes tirando a honestos. Viejos, digo.

Más viejos que yo en su mayoría, lo que significa que no pintan demasiado en el PSOE de Sánchez. Fernando Savater, que fue conmilitón de Tomás (Progreso) Tueros en los últimos años de este, mantiene una visión del PSOE más generosa que la mía o que la que Tueros tuvo de Euskadiko Ezkerra (hoy marca eusquérica y abertzale del partido de Isabel Celaá).

 Fernando cree que en el PSOE coexisten un PSOE «de garrafón» (el que hoy gobierna) y uno «de marca embotellada», limpia y sinceramente constitucional. No lo creo. En su historia centenaria y más que centenaria, pese al mito tontorrón de Besteiro, que hoy sólo la derecha alimenta, el PSOE ha sido un partido de monolitismo berroqueño.

(Jon Juaristi/Periodista Digital/11/11/2018.)

2 comentarios:

Arcoiris dijo...

Estos vainas y vainas como éstos, gobiernan nuestras vidas y destino; se enriquecen mientras el pueblo se empobrece para mantenerlos, ignoran fidelidades que no sean las del partido que les da de comer, preferentemente mariscadas, que les permite aliviar sus libidos y les coloca, del verbo colocar. No acabaríamos relatando sus gestas, gestos y gastos. En fin, ¡santos varones! (aunque en mi pueblo, algún patán diría: ¡pa joerlos con yesca!)

Sebastián Urbina dijo...

Pues sí. Vivimos momentos muy difíciles. Tanto que no es descartable una ruptura del pacto constitucional. Las consecuencias serían gravísimas. Y podría pasar de todo. Desde acelerar la marcha a Venezuela, hasta una contestación muy dura de una parte de la población y una parte de las fuerzas de seguridad. Esperemos no llegar a tanto.