jueves, 28 de febrero de 2008

EL DEBATE NACIONAL.


28/2/2008.



EL DEBATE NACIONAL.


Ví partes del debate y he leído casi todos los comentarios. Además, las televisiones lo han reproducido, total o parcialmente. He hablado del debate con mi mujer, algunos amigos y conocidos. La impresión general es que Rajoy lo ganó. Estuvo mejor. Yo también opino igual.

Sin embargo, en la mayoría de los medios de difusión españoles, se lanza la proclama de que Zapatero ganó el debate. ¿A qué es debido? A una de las penosas anomalías de la democracia española, de la que el propio PP es culpable. La acumulación de medios en favor del PSOE. Aunque no se puede decir, con exactitud matemática, qué tanto por ciento está a favor de 'la izquierda', yo aseguraría que, al menos, un ochenta por ciento.

Uno puede preguntar. ¿Es que la gente es tonta y se deja engañar? Esta es una pregunta trampa. Algo parecido al 'España se rompe', interpretado de forma literal. La gente no es tonta, pero la propaganda, en general, se hace porque sirve para algo. Por ejemplo, el gasto en propaganda comercial en USA es superior al producto interior bruto de España. ¿Se gastarían esta brutalidad de dinero si no sirviera para nada?

Podemos aplicar el cuento a España y a la propaganda política, que tiene sus matices diferenciales respecto a la propaganda, por ejemplo, de calcetines. Pero que, en resumen, trata de vender un producto frente a los competidores que venden un producto parecido. Creo, y no tengo datos sociológicos a mano, que una mayoría de los ciudadanos se ven fuertemente influidos por la propaganda política. Por el gota a gota de la prensa, radio y televisión.

¿Por qué? La mayoría de la gente no tiene tiempo para la lectura y la reflexión. Entre el trabajo, las obligaciones familiares y el descanso, apenas queda tiempo. Pero, si queda, no hay una cultura ambiental que favorezca la lectura y la reflexión. Esto supone un esfuerzo. Vivimos una época en la que la educación ha de ser 'diver' y no ha de costar sacrificios. Sacrificarse es de derechas. El profesor carece de autoridad. La autoridad también es de derechas. Los niños, en general, tienen en sus casas una excesiva permisividad. Creen que pueden hacer lo que quieren. No tienen conciencia de límites. Muchos padres dejan de actuar como tales y miman y sobreprotegen a sus hijos. Y creen que así los quieren más. En estas circunstancias, 'el boletín oficial del Estado' mediático, cumple su función.

Es decir, a nadie le gusta parecer tonto. Le gusta poder opinar en el bar, en el trabajo, en una cena con amigos, etcétera. Pero no ha tenido tiempo para leer y reflexionar. ¿Cuál es la alternativa más fácil? Ver la tele o echar una ojeada a la prensa. Nuestro conciudadano ejercita el deporte del zapping y percibe que casi todos dicen lo mismo. Luego será verdad. Esto es lo que repite cuando habla de política. Y lo hace como si fuera cosecha propia. Creo que este es el mecanismo habitual de transmisión de las 'verdades políticamente correctas'. Un ejemplo. Después de haber oído por la mayoría de los medios de difusión, en estos cuatro años de zapaterismo, que el Partido Popular crispa, mucha gente se lo cree. Incluso queda mal negarlo. ¡Es de fachas!

Pero que el Presidente diga, a micrófono cerrado que 'nos beneficia la crispación' y que 'voy a dramatizar', esto no tiene costos políticos serios. ¿Por qué? ¿Qué pasaría si lo hubiera dicho Rajoy?

Creo que esto demuestra dos cosas: Por una parte, la importancia de los medios a favor de la izquierda y en contra del Partido Popular y, por otra, la falta de madurez política de buena parte de los ciudadanos. Y la democracia no puede ser mejor que sus ciudadanos. Por si fuera poco, tenemos el virus nacionalista. Rectifico, el cáncer nacionalista. Tal vez sea cierto que España no se rompe. Tal vez sea cierto que la economía no va mal. Tal vez sea cierto que la educación no va mal. Tal vez. Pero a mí me preocupa que mucha gente crea 'las verdades políticamente correctas'. Las 'verdades de ZP'.


'Los hombres creen gustosamente aquello que se acomoda a sus deseos'. (Julio César)


Sebastián Urbina.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Sr. Urbina: soy de izquierdas, y en mi familia siempre se ha votado al PSOE, pero tanto mis abuelos como mis padres me han inculcado la cultura del esfuerzo, y del mérito. Considero que eso no es monopolio, o no debería serlo, de la derecha. Efectivamente debería cambiarse profundamente la ley educativa, pero no sólo la ley, si no también inculcar esa cultura del esfuerzo, así como dotar de autoridad a los profesores; no creo que eso sea ser facha ni patrimonio de la derecha.

Sebastián Urbina dijo...

Tiene usted razón en lo del monopolio. No es un monopolio de la derecha, aunque no me guste utilizar esta simplona dicotomía derecha-izquierda. Usted está de enhorabuena porque ha tenido la suerte de tener unos padres inteligentes y honestos que le han inculcado valores buenos. Que no deberían ser ni de derechas ni de izquierdas. Pero el problema no es personal. Puede haber sinvergüenzas de derechas y gentes de izquierda honestísimas. El problema está en la doctrina. La doctrina liberal ha enfatizado la libertad individual, el esfuerzo y el mérito. Las doctrinas colectivistas (con matices) han enfatizado el papel del Estado, de sujetos colectivos, como la clase obrera, su desprecio a la propiedad privada y al capitalismo, el igualitarismo más que la igualdad ante la ley, etcétera. La izquierda tiene que gestionar el modo de producción del 'enemigo' dado el fracaso de las experiencias del socialismo 'realmente existente'.Las consecuencias son diferentes si se acepta una u otra doctrina. Además, no es justo comparar una realidad (paises capitalistas actuales) con una idealidad (una irreal sociedad socialista).

En este breve espacio sólo puedo aconsejar (si no le molesta) algunos libros.

F. Hayek. Camino de servidumbre.

J.F. Revel. El conocimiento inútil.

M. Amis. Koba el temible.


No pretendo darle lecciones. Pero, por mi edad y experiencia, puedo decirle que escapar del virus de la izquierda es muy difícil. Se lo digo por propia experiencia. Y mi costosa salida no fue para ganar nada. Nunca he cambiado para beneficiarme. Excepto el beneficio que proporciona saber que no te mientes a tí mismo. Suerte.