jueves, 4 de septiembre de 2008

LIBERTAD Y GENES.


LibertadBalear/ 4/9/2008. Importante papel en la fidelidad

Los genes abocan a dos de cada cinco hombres al fracaso matrimonial y al divorcio


-- 3 Septiembre 2008

Washington/Estocolmo (LB).- Si su matrimonio o su relación sentimental ha fracasado puede que parte de la culpa sea de sus genes o los de su novio o marido.

Así lo ha demostrado un estudio del Instituto Karolinska de Estocolmo que ha demostrado que la existencia o no de un determinado gen en el hombre puede llegar a ser un factor importante a la hora de determinar el éxito o el fracaso de sus relaciones sentimentales estables. Según los investigadores, dos de cada cinco varones poseen este gen, que también parece condicionar la predisposición de los hombres para contraer matrimonio o vivir con su pareja sin pasar por la vicaría.

El descubrimiento de la investigación del Instituto Karolinska de Estocolmo, realizado entre más de 1.000 parejas heterosexuales y publicado en el ‘Proceedings of the National Academy Sciences’, es sorprendente por tratarse de la primera vez que la ciencia demuestra un vínculo directo entre los genes de un hombre y su aptitud para la monogamia o para las relaciones sentimentales estables. Dicho gen, que regula la actividad de una hormona en el cerebro humano denominada vasopresina y dicta cómo y dónde sus receptores se sitúan en el cerebro, puede localizarse en los cromosomas de nuestro ADN de forma doble (una pareja de alelos o genes en el mismo cromosoma) o de forma individual (un solo alelo).

“Los hombres con dos copias de este gen tienen el doble de riesgo de experimentar disfunciones matrimoniales, con una amenaza de divorcio durante el último año, comparados con los hombres que tiene una copia o no tienen”, explica Hasse Walum, genetista del comportamiento del mencionado Instituto que se ha encargado del estudio. “Las mujeres casadas con hombres con una o dos copias del gen obtuvieron resultados por debajo de la media (al ser preguntadas por) cómo de satisfechas estaban con su relación en comparación con mujeres casadas con hombres sin esas copias”, añade Walum en información publicada por ‘The Washington Post’ recogida por otr/press.

En torno al 40 por ciento de los hombres tienen una o dos copias de este gen. Los varones con dos copias del gen tienen un mayor riesgo de sufrir discordias en sus matrimonios que los hombres con una sola copia, y, en consecuencia, aquellos con una sola copia del gen tienen mayor riesgo que aquellos que no lo poseen. Los responsables del estudio preguntaron a los hombres de esas 1.000 parejas heterosexuales estudiadas si habían experimentado crisis en el pasado año que pensaran que iban a acabar en ruptura. También interrogaron a sus mujeres sobre los niveles de afecto, cohesión, consenso y satisfacción de su pareja.

En torno a un 15 por ciento de los hombres sin el gen en cuestión mencionaron una discordia matrimonial importante en el último año, frente al 34 por ciento de aquellos hombres con dos copias del gen que contestaron lo mismo. Las parejas de aquellos hombres con dos copias del gen obtuvieron peores resultados a la hora de valorar su satisfacción conyugal. Además, el 17 por ciento de aquellos varones sin el gen estaban viviendo con mujeres sin estar casados, frente al 32 por ciento de hombres con dos copias del gen que estaban en la misma situación.

Sólo en los hombres

Al parecer, el gen que ha sido estudiado ejerce un mayor papel en los cerebros masculinos que en los femeninos, de ahí que el estudio se haya centrado en varones. Los descubrimientos de la investigación han abierto un debate sobre cómo puede influir el conocimiento de la existencia de este gen en un hombre a la hora de que una mujer decida si es potencialmente buena o mala pareja. Muchos científicos han coincidido al calificar el estudio de extraordinario, pero existen discrepancias a la hora de considerar esa información como determinante para tomar decisiones sobre el amor y el matrimonio.

El propio Wallum explica que si bien la presencia del gen incrementa el riesgo de una ruptura matrimonial, hay muchos otros factores que conforman el comportamiento conyugal. En cualquier caso, el genetista y otros científicos señalan este estudio como una evidencia más de que la biología puede jugar un importante papel a la hora de conformar el complejo comportamiento humano. Es decir, que si la cultura, la religión y las experiencias familiares pasadas son importantes a la hora de determinar la fidelidad y la monogamia de un hombre casado, sus genes también pueden añadirse a esa lista.

Sin embargo, aunque nadie puede librarse de sus genes -de momento- sí que “hay muchas formas de que esta información ayude a una mujer y a un hombre cuando se casan”, asegura Helen Fisher, bioantropóloga de la Universidad de Rutgers, en Nueva Jersey, que estudia el amor romántico. Así, por ejemplo, un hombre que sabe que posee este gen, podría usar este conocimiento para ignorar esos momentos de frustración o desazón que siente durante su matrimonio: Si es fruto de mi ADN, simplemente puedo ignorarlo y no darle más importancia.

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Si es cierto que 'se ha demostrado' todo lo que se dice (hay muchos descubrimientos científicos que no han respondido a las expectativas esperadas), nos enfrentamos al viejo problema de la libertad y la determinación. De todos modos, parece que lo razonable es plantearlo como libertad y condicionamiento. Esto quiere decir que ciertas personas tienen 'más boletos en la lotería' que otras. Sin embargo, esto no anula su libertad y su responsabilidad.

Si fuera así, bastaría que un hombre con estas características dijera que 'no tenía libertad para evitar meterse en la cama con la vecina' para que quedara libre de responsabilidad. Así debería aceptarlo su esposa (perdón, su compañera), los jueces, los hijos y sociedad en general. Pero no sucede así.

¿Qué importancia práctica puede tener este descubrimiento? ¿Y qué pasa con las mujeres? ¿No les incitan los genes a ser infieles? ¿O es de cosecha propia? En fin, creo que, a efectos prácticos, todos suponemos que somos responsables de nuestros actos, excepto los niños, hasta cierta edad, y las personas que tienen algún tipo de minusvalía psíquica que exime de responsabilidad. Es decir, suponemos que somos libres y actuamos en consecuencia. Lo que no significa que no tengamos condicionantes. Todos los tenemos porque nadie vive en una hermética campana de cristal.


Sebastián Urbina.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Dice el macho: Si me lo ponen a huevo... Dice la contraria de turno: Ni se te ocurra. Y si al final no pica, dice el personal: ¿Será de la acera de enfrente?

Menos mal que ya tenemos un gen culpable. ¿Este sujeto puede aparecer en dónde menos se lo esperan?

Las feminazis cabarán haciéndonos una prueba biológica antes del matrimonio, para averiguar si escondemos el gen maléfico. Si no, al tiempo.

Anónimo dijo...

Es curioso que este estudio pseudocientífico sobre el gen de marras, se haga en Suecia. País feminista por excelencia. Seguro que tendremos reservada nuestra ración.

FERANANDO SANTAYANA