miércoles, 11 de agosto de 2010

EL FASCIO CATALANISTA.








AL GRANO

ANTONIO ALEMANY DEZCALLAR

Lengua: estado de la cuestión

El Departamento de Estado de Estados Unidos no es un organismo cualquiera ni sus informes anuales una tontería de indocumentados. De ahí el impacto que ha provocado su Informe sobre la vulneración de derechos humanos, en Cataluña y Baleares, con motivo de la imposición lingüística y todo lo que ello conlleva en el plano cultural, educativo, identitario y, tout court, de libertades fundamentales de los ciudadanos.

En realidad, dicho Informe no ha dicho nada nuevo y que no hubiera sido denunciado, por activa y por pasiva, desde hace más de treinta años. Lo que otorga relevancia a este análisis americano es, además de la fuente que lo realiza, el hecho de que procede de un país extranjero al que, se supone, no cabrá acusarle de “catalanofobia”, “españolismo” y demás lindezas habituales de la dialéctica y del léxico catalanista.

Hay pendiente un “ajuste de cuentas” en nuestra sociedad para exigir responsabilidades por esta ignominia y superchería que, quien nos lo iba a decir, nos ha traído la autonomía. Con un máximo responsable que es el PP, no sólo porque es el partido que ha gobernado durante más años, sino porque es el autor de todo el entramado jurídico-legislativo que ha hecho posible, desde la ingeniería social practicada hasta la vulneración brutal de los derechos humanos que denuncia el Informe estadounidense.

Y ha sido el causante del gran desaguisado no por convicciones ideológicas o por presión de sus afilados y votantes, sino por una oceánica indigencia cultural e histórica que explica este proceso de “colonización” del PP por parte de unas minorías catalanistas muy activas que han conseguido una perfecta “boca de ganso” para propagar este fascismo- llamemos las cosas por su nombre- que ha convertido la lengua, a falta de mejores anclajes como la etnia o la historia, en el icono toral de la superchería.

El nacionalismo vasco tiene la percha étnica como leivmotiv al igual que la Alemania del Romanticismo que desemboca en la etnia aria y en “un pueblo, una lengua, un nación”.

La Italia de Mussolini tiene en el uomo novo del fascismo su motor impulsor.

El catalanismo- hay que leer a sus padres fundadores impregnados del doctrinarismo romántico alemán que tan bien ha analizado Isaiah Berlin- ha hecho de la lengua su percha. Aquí, el catalanismo ha gobernado a través de un PP inculto y acomplejado.

Para ayudar al Departamento de Estado americano éste es el status questionis de la lengua, aquí y ahora.

1º. Proceso de sustitución del mallorquín por el catalán: eliminación de una denominación con 700 años de antigüedad, modalidades y acentos. Nada hay peor para una lengua que la “lengua amiga” y próxima.

2º. La endoculturación educativa. El catalán, trasladado a la escuela, no sólo oficia el proceso de sustitución lingüístico, sino que instala al alumno en todo el sistema de “valores” del catalán y del catalanismo. Es lo que los sociólogos llaman “endoculturación”. Estamos fabricando, a marchas aceleradas, “catalanitos” de laboratorio.

3º. No están en el mismo plano moral y político los catalanistas y los que se oponen a la catalanización de la sociedad. Los primeros niegan derechos y libertades de los ciudadanos - únicos, exclusivos y excluyentes titulares de esos derechos y libertades- que trasladan a entes de razón abstractos como puedan ser la lengua o la nación. Los segundos, por el contrario, no están en contra ni del catalán ni del mallorquín ni del castellano, sino a favor de la libertad de elección de la lengua- que, como tal, carece de todo derecho- que se traduce en un bilingüismo abierto que niegan los catalanistas.

4º. Esta absolutización de un ente de razón- sea la lengua, el pueblo, la nación o la etnia- es, técnica, histórica y conceptualmente, fascismo en estado puro. Las querencias autoritarias y coercitivas que se aprecian en Cataluña y Baleares no son sino la manifestación de este fascismo autoritario que subordina la persona a entes abstractos devenidos titulares de los derechos. La lengua es el Gran Moloch al que hay que ofrecer el ritual sacrificial de unos ciudadanos desposeídos de sus libertades. Es, simplemente, una cuestión de grado que el fascismo reptante, pero ya presente, se manifieste con todo su esplendor.

No podía ser más oportuno- y exacto- el Informe del Departamento de Estado. La respuesta del catalanismo es la habitual: aquí no hay ningún problema ni ninguna libertad conculcada, un cruel sarcasmo cuando no se puede elegir la lengua vehicular de la enseñanza, cuando las administraciones autonómicas, insulares y municipales expulsan una de las lenguas oficiales- el castellano- de esta tierra en todas sus proyecciones públicas y comunicativas, cuando se sanciona- en Cataluña y, aquí, en proyecto- a los comerciantes cuando no rotulan en catalán, cuando se ha laminado toda una tradición lingüística con 700 años de antigüedad.

Pero, sobre todo, lo más hiriente e insoportable es esta constricción del ciudadano, privado de los atributos de la ciudadanía: la libertad de elegir y la libertad de hacer lo que le de la realísima gana. Y lo más indignante es que toda esta gran estafa la estamos financiando con nuestros impuestos y, para más inri, con la anuencia y activismo de partidos que, como el PP y, se supone, el PSOE, parece que deberían asumir la defensa del orden constitucional que nos hemos otorgado los españoles cuando, en realidad, lo machacan y desvirtúan.

En algún momento, hay que eliminar esta impostura de unos partidos que, en lugar de representar a sus votantes y afilados, se han convertido- en la mejor tradición de Michels y Ostrogorski- en unas tecnoestructuras- que han secuestrado, primero, al partido y, segundo, a la sociedad. El único consuelo y esperanza es que, al final, la sociedad es más fuerte que todos estos savonarolas de vía estrecha que nos están amargando la vida.

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