miércoles, 11 de agosto de 2010

TRINIDAD JIMÉNEZ (PSOE)


Día 11/08/2010

PRIMERA mentira: «Llevo bastante tiempo pensando en esta decisión que he tomado hoy». Durante las últimas semanas e incluso meses, Trinidad Jiménez no ha dado la menor señal de estar interesada en la presidencia de la Comunidad de Madrid. Al revés, daba muestras de que lo estaba pasando bomba como ministra de Sanidad. Dado su carácter expansivo, resulta impensable tal ocultación.

Segunda mentira: «Me lo han pedido muchos dirigentes y muchos militantes». No existe constancia de que un solo dirigente o militante socialista se lo haya solicitado de forma directa o indirecta. Y miren ustedes que hablan los tíos.

Tercera mentira: «El presidente no me lo ha pedido». Una de dos, o no considera a José Luis Rodríguez Zapatero dirigente o militante del PSOE o no ve la tele, no escucha la radio y no lee los periódicos, pues todos esos medios han dejado constancia de la clara preferencia del presidente por ella, «buenísima», sobre Tomás Gómez, meramente «bueno» para el cargo. ¿Y no se enteró tampoco de que pidió a su rival que se retirase?

Resultado: no sabemos si Trinidad Jiménez es buena, mala, regular o buenísima candidata a la presidencia madrileña, pero sabemos que miente como su jefe, habiendo comenzado su campaña electoral con tres mentiras de campeonato. Siendo de esperar que siga por ese camino, pues mentir, como comer y cantar, todo es empezar. Aparte de que el mentiroso se ve obligado a seguir mintiendo para ocultar sus previas mentiras.

Ya verán ustedes cómo se nos explica que Trinidad cambió los duros bancos de la oposición en el ayuntamiento de la capital tras perder su envite a la alcaldía por los cómodos sillones de la Secretaría de Estado para Iberoamérica y del Ministerio de Sanidad para hacer un favor a los madrileños. Lo que puede ser en el fondo cierto, pues su superficialidad es lo que menos conviene hoy a Madrid y a su partido.

Más me preocupa si esa campaña pro Jiménez viene acompañada de otra anti Gómez, que incluya todo tipo de insidias, para acabar con el candidato natural del partido como sea, golpes bajos incluidos. Pues no es ya Trinidad Jiménez la que se la juega. Es el propio Zapatero quien se juega su autoridad y su prestigio en la apuesta. Una derrota de su candidata sería una derrota suya, por mucho que intente camuflarse, aparte que no puede camuflarlo mucho, ya que tiene que emplearse a fondo para atraer a la mayor cantidad de socialistas madrileños hacia ella. El partido, o más exactamente, la corte de clónicos que le rodea, lo sabe y va a lanzarse sobre el «bueno» de Tomás Gómez como si fuera el mísmísimo Rajoy. Y es que la política hace no sólo extraños compañeros de cama, sino enemigos de lid. (ABC/José María Carrascal).
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Gregorio Marañón:
'La constante mentira es lo más irritante de los rojos'.

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