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El historiador británico Paul Preston asegura que la responsabilidad de Santiago Carrillo en la denominada matanza de Paracuellos del Jarama fue mucho mayor de lo que el dirigente comunista ha reconocido nunca, incluso en sus memorias.
Preston llega a esta conclusión en el artículo "Las matanzas de Paracuellos", aparecido este mes de marzo en el último número de la revista "Ebro 38. Revista Internacional de la Guerra Civil", que edita el Departamento de Didáctica de las Ciencias Sociales de la Universidad de Barcelona y Llibres de Matrícula (www.llibresdematricula.cat).
Preston, profesor de la London School of Economics and Political Science y miembro del consejo asesor de la revista, trata este controvertido y polémico episodio de la Guerra Civil española, del que presenta el estado de la cuestión, enriquecido con una investigación propia que demuestra "la complicidad institucional –y de personas concretas que la encarnaban–".
En las conclusiones, el profesor Preston señala que las responsabilidades de Santiago Carrillo, que en aquel entonces ejercía el cargo de máxima responsabilidad en la Consejería de Orden Público de la Junta de Defensa de Madrid, "van mucho más allá de lo que él nunca ha reconocido ni públicamente ni en sus memorias".
Las matanzas de Paracuellos fueron episodios organizados de asesinatos masivos de varios miles de prisioneros, considerados contrarios al bando republicano, que tuvieron lugar durante la batalla de Madrid en el municipio de Paracuellos y el término de Torrejón de Ardoz, próximos a la capital.
Las matanzas se produjeron aprovechando los traslados de presos de varias cárceles madrileñas, una operación que se conocía popularmente como "sacas", y se llevaron a cabo entre el 7 de noviembre y el 4 de diciembre de 1936, mientras se enfrentaban las tropas gubernamentales y franquistas por el control de la ciudad, recuerda el historiador.
Además de la magnitud de los asesinatos, que sigue siendo objeto de controversia y que pudo ascender a entre 2.000 y 5.000, también han suscitado enconadas discusiones aspectos como quién dio la orden de ejecutar a los evacuados de las cárceles y por qué unas sacas terminaron en asesinatos masivos mientras que en otras los prisioneros llegaban sanos y salvos al destino.
Las matanzas de Paracuellos son todavía objeto de una agria polémica, en la que destaca el énfasis que se ha puesto en la responsabilidad que podría haber tenido Santiago Carrillo. Según Preston, la propaganda nacionalista utilizó la atrocidad de Paracuellos para presentar la República como un "régimen de asesinos comunistas" y hablar de "la barbarie roja", e incluso llegó a afirmar que el número de asesinatos ascendió a 12.000.
Para el historiador, "aunque Carrillo fue una pieza más dentro del entramado de organizadores y ejecutores de las matanzas de Paracuellos, el régimen franquista y los partidos derechistas de los primeros años de la democracia no dejaron escapar la oportunidad de utilizar estos trágicos eventos para denigrarlo constantemente durante los treinta años en que fue secretario general del PCE (de 1956 a 1985)".
Además, el propio Carrillo contribuyó, sin darse cuenta, a convertirse en el centro del asunto de Paracuellos mediante "la absurda y continua negación de estar al corriente", cuando "hay pruebas de peso que, aparte de ser confirmadas parcialmente por algunas de sus propias declaraciones, dejan claro que estuvo totalmente involucrado".
En julio de 1937, poco después de ser nombrado ministro de Justicia, Manuel Irujo inició investigaciones para averiguar qué había pasado a Paracuellos, una de ellas dedicada exclusivamente a determinar el papel de Carrillo en los hechos, pero según Preston, "desafortunadamente, no ha quedado rastro de esta investigación", que seguramente estaba entre los papeles que los servicios de seguridad controlados por el PCE quemaron al final de la guerra.
Según Preston, un total de 405 presos salieron de la cárcel madrileña de Porlier, que "vivió sacas del 7 al 9, el 18, el 22 y del 24 al 26 de noviembre de 1936, además del 1 y el 3 de diciembre", y fueron ejecutados en Paracuellos y Torrejón.
También en ambos pueblos fueron asesinados 400 prisioneros de la cárcel de San Antón, donde se efectuaron sacas el 7, el 22 y del 28 al 30 de noviembre; y cinco lotes de prisioneros procedentes de este centro penitenciario llegaron sanos y salvos a Alcalá de Henares: dos el 7 de noviembre y el resto del 27, 28 y 29.
Las sacas de la cárcel de Ventas tuvieron lugar el 27, el 29 y el 30 de noviembre, además del 1 y el 3 de diciembre, con un resultado de 200 ejecutados en Paracuellos y Torrejón.
Aunque para el historiador británico resulta "imposible afirmar con exactitud cuántos asesinados hubo durante estas cuatro semanas, la cifra se estima entre 2.200 y 2.500 ejecutados".
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