viernes, 25 de marzo de 2011

INMIGRACIÓN Y EMERGENCIA







INMIGRACIÓN Y EMERGENCIA.

Italia acaba de declarar el ‘estado de emergencia humanitaria’ por la llegada de más de cuatro mil inmigrantes africanos, de momento, a sus costas. La cosa es tan grave que ha pedido ayuda urgente a la Unión Europea porque se reconoce incapaz de solucionar el problema por sí sola. Pero el problema de la inmigración no es solamente italiano. Afecta a toda Europa y, por ello, a España y a Baleares.

Hagamos memoria. La ley impulsada por el entonces Ministro de Trabajo, Jesús Caldera, en 2005 provocó el ‘efecto llamada’ y la ‘regularización masiva’. Además, convirtió a España en «objetivo prioritario» para los «sin papeles». O sea, el famoso ‘papeles para todos’.

La propuesta del gobierno socialista de Rodríguez Zapatero fue la aprobación del Reglamento de la Ley Orgánica 4/2000 (11 de enero) acerca de los derechos y libertades de los inmigrantes y su integración social. Una de las consecuencias fue la regularización de más de 700.000 inmigrantes. Otra consecuencia fue que España se convirtió en el mayor receptor de inmigrantes de la Unión Europea. Y el ‘efecto llamada’ que fue negado, con vehemencia, por el Ministro Caldera y sus camaradas.

¿Cuál es el problema? Cualquier persona normal se siente impresionada por estos inmigrantes que llegan a nuestras costas en estado lamentable, buscando un mundo mejor. Y es de personas decentes hacer algo por ellos. Pero este no es el verdadero problema. El problema es ¿hasta dónde? O sea, hay límites y debería hablarse de ellos. En serio. No bastan las ‘buenas intenciones’.

Y lo que vale para la inmigración en el mundo, vale para la inmigración aquí, en nuestra comunidad. No hagamos caso, ni a los que quisieran cerrar las puertas a cal y canto, ni a los que quisieran tenerlas siempre abiertas. No es razonable adoptar ninguna de estas dos posturas.

Y después de las recientes revueltas en los países musulmanes podríamos tener llegadas masivas de africanos. ¿Qué hacer? ¿Debatir en serio y sin complejos, o soltar unas frases políticamente correctas?

Sebastián Urbina.

(Publicado en La Gaceta/Baleares)

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