PSOE: POBREZA DE IDEAS.
El debate no se ha abierto fuera, sino dentro. Igual que ese otro que se traen hace tiempo sobre si hay que hacer primarias o no en el partido, los del PSOE han estrenado esta semana ellos solos discusión sobre si están a la izquierda sí, no, poco, mucho o a la izquierda de la izquierda.
Más allá de que la controversia responda a un verdadera reflexión ideológica, a lo que obedece en realidad es a la aversión mutua que se profesan el líder de los socialistas madrileños, Tomás Gómez y el jefe federal, Alfredo Pérez Rubalcaba, cuya escolta en el partido combina ya posiciones de defensa y ataque y no disimula el choque.
La última palabra del desafío (por ahora) la dijo ayer el secretario general del PSM, que en el 38 congreso federal apostó por Carme Chacón. En una rueda de prensa proclamó: «me preocupa que los españoles tengan que mirar a la derecha para encontrar el PSOE. Por esa razón nos echaron del Gobierno», y luego advirtió de que «posiciones timoratas nunca han ganado elecciones».
¿A qué venía esa contestación de Tomás Gómez?.
A las declaraciones de la mano derecha y número dos del partido, Elena Valenciano, que al ser preguntada el martes en una entrevista radiofónica por su colega madrileño, se arrancó con una frase de esas que marcan un currículum político. Fue mencionarle a Gómez y ella censuró «entiendo que haya gente que quiere curarse las heridas electorales en la izquierda de la izquierda (…), La cuevita en la izquierda para curar las heridas es una cuevita estupenda», apostilló..
Al número tres del PSOE, el secretario federal de Organización, Óscar López, le ha faltado tiempo para decir en la primera tribuna pública que ha tenido ocasión, otra entrevista radiofónica, que se siente más cercano a Valenciano que a Gómez, al que no perdió oportunidad de atacar ya días atrás por unos comentarios en los que cuestionaba la credibilidad del socialismo español. López exponía ayer rotundo que el PSOE es «un partido de izquierdas, de izquierdas y claras y es la alternativa izquierdista», lo que revela que, para sentirse tan próximo a su vicesecretaria, parece decir lo contrario a ella.
De forma tangencial, terciaba el jueves hasta el ex ministro y segundo responsable de la Fundación IDEAS, Jesús Caldera, que en una rueda de prensa afirmó que el PSOE es una fuerza de izquierdas y eso es algo que «nadie en este país pone en duda». Visto lo visto, solo los propios del PSOE.
En lo único que parecen estar de acuerdo en este partido a trizas y con un liderazgo cada vez más cuestionado es en su admiración hacia el presidente francés Françoise Hollande, ganador de unas elecciones, lo que no estará al alcance del socialismo español hasta que no recupere la confianza de los ciudadanos. Y marear no es el mejor camino.(Efe/ABC)
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VALORES DE DERECHA Y DE IZQUIERDA.
Es un lugar común distinguir entre ‘derecha’ e ‘izquierda’. Pero ¿qué significa ser ‘de derechas’ o ser ‘de izquierdas’? Definiciones hay muchas, aunque, tal vez, la que utiliza la mayoría de ciudadanos es la que asigna a partidos de izquierda la defensa de valores como la igualdad de oportunidades, la tolerancia, la participación, la justicia social, un Estado garantista y protector, etcétera; y a partidos de derecha, principios como el del mérito, el trabajo, la confianza en la economía de mercado, la apuesta por un Estado mínimo y poco regulador, una autoridad fuerte, etcétera.
Sería preocupante que la mayoría de los ciudadanos creyera, en serio, que los partidos de izquierda y de derecha responden a estos parámetros. Veámoslo más de cerca.
Por ejemplo, se dice que la izquierda defiende la igualdad de oportunidades. ¿Quiere decirse que la derecha no la defiende? Ya no se trata de opiniones a favor o en contra. Es que, como cuestión de hecho, los partidos de derecha defienden la igualdad de oportunidades, al menos como los partidos de izquierda. Parece, por tanto, que deberíamos eliminar este criterio (supuestamente diferenciador entre derecha e izquierda), el de ‘igualdad de oportunidades’.
Incluso podríamos poner algunos ejemplos. La actual enseñanza, de pésima calidad, no ayuda a la igualdad de oportunidades. Los hijos de familias de clase media baja y baja, tenían (cuando la enseñanza pública era de mayor calidad) la oportunidad de mejorar social y económicamente. La LOGSE es, en gran medida responsable, de este deterioro, y es obra de la izquierda. O sea, ha perjudicado, aunque por vía indirecta, la igualdad de oportunidades ya que ha disminuido las oportunidades de los más desfavorecidos debido a esta enseñanza pésima.
Podría decirse que uno de los ideales de la izquierda es, más que la igualdad de oportunidades, la igualdad de resultados. Este tipo de igualdad, aplicado a la enseñanza ha tenido, y tiene, nefastos efectos. Es cierto que ha igualado el nivel estudiantil. Pero lo ha igualado a la baja. Y los informes PISA de educación, nos sitúan, una y otra vez, en los últimos lugares de Europa en calidad educativa.
Otro valor de la izquierda sería la ‘tolerancia’. Hay que tener grandes tragaderas para creer que la izquierda monopoliza la tolerancia, o el valor de la tolerancia. También como cuestión de hecho, es falso. De todos modos, primero habría que aclarar qué se entiende por tolerancia. Pongamos un ejemplo. Gracias, otra vez, a la LOGSE y a la ideología de izquierdas, se ha minado la autoridad de los profesores. ¿Supone esto más tolerancia? Las aulas son, ahora, más conflictivas y ruidosas. Los profesores tienen más bajas laborales por depresión. Y los buenos estudiantes tienen más dificultades para estudiar y aprovechar el tiempo.
¿Tal vez se refieren, por ‘tolerancia’, a que han legislado a favor del matrimonio homosexual? Pero una cosa es la tolerancia y otra la demagogia. Solamente tres o cuatro países en el mundo aceptan el matrimonio entre personas del mismo sexo. ¿Qué dice la derecha represora? En general, apuesta por las ‘uniones civiles’. Las personas del mismo sexo que quieran convivir pueden hacerlo y, además, acceder a los mismos derechos que los cónyuges de un matrimonio. Pero no son un matrimonio. No manipulemos el lenguaje. O sea, no manipulemos a la gente.
Desde la noche de los tiempos, el matrimonio se refiere a la unión entre hombre y mujer. ¿Es tolerancia despreciar el significado de las palabras?
‘Cuando las palabras pierden su significado, la gente pierde su libertad’. (Confucio)
La ‘participación’ sería otro valor típico de la izquierda. Por tanto, la exclusión y el silencio serían típicos de la derecha. ¿A quién pretenden engañar con estas falsedades? Hay que ser un sectario de izquierdas para tragar estas simplezas demagógicas. ¿Quieren decir que cuando la derecha gana las elecciones se termina la participación de los ciudadanos, y que se retoma al ganar la izquierda? Hay que tener tragaderas muy grandes.
¿Se acuerdan del antidemocrático Pacto de Tinell? ¿Y del ‘cordón sanitario’? Son ejemplos de cómo entiende la izquierda (y sus amigos nacionalistas) la participación. ¿Cómo se puede hablar de ‘participación’ como un valor de la izquierda, cuando han tratado de excluir de las instituciones democráticas al principal partido de la oposición?
Por cierto, recordemos que el reconocimiento del voto a las mujeres, durante la II República española, fue obra de la derecha. No de la izquierda. Como lo oyen. Eso es participación.
Otro valor de la izquierda sería ‘la justicia social’. Recordemos la propaganda del partido socialista durante la época felipista. Sacaron a relucir el amenazante doberman, y dijeron que si ganaba la derecha quitarían las pensiones a los jubilados. Por supuesto, todo era mentira. Tanta mentira nos obliga a recordar que Prusia fue el primer país en crear un sistema público de pensiones, llamado de reparto. De la mano de Bismarck, el llamado Canciller de Hierro (1815-1898). Tampoco fue la izquierda.
Como dice M. Rojas, en ‘Reinventar el Estado del Bienestar’, Suecia ha sido un modelo para los socialdemócratas. Pero ha sido este país el que ha puesto de manifiesto las debilidades de este modelo cuando se sobrepasan ciertos límites. Suecia ha iniciado, a partir de la profunda crisis de los años 90, la búsqueda intensa de un Estado del Bienestar más viable. M. Rojas nos cuenta cómo Suecia ha pasado del Estado benefactor al Estado posibilitador, con gran éxito.
Con otras palabras, frente al Estado Benefactor, dispuesto a controlarlo todo y a decidirlo todo desde la cuna a la tumba, típico de la izquierda, se ha impuesto el Estado Posibilitador. Éste se entiende como un complemento (para la justicia social) del vigor de la sociedad civil. De la creatividad y la dinamicidad de la economía de mercado.
O sea, que el Estado del Bienestar, en manos de la izquierda, entró en un callejón sin salida por no controlar el gasto público, ni las prestaciones sociales. Eso sí, las intenciones eran buenas.¡Qué majos!
En fin ¿cuáles son los valores típicos de la izquierda realmente existente?
Sebastián Urbina.
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