lunes, 9 de julio de 2012

REPÚBLICA BANANERA




 




LA PRIMA DE RIESGO DE LA JUSTICIA.

El anuncio realizado por el ministro de Justicia, Alberto Ruiz-Gallardón, nada más tomar posesión de su cargo de una verdadera reforma que parecía, esta vez sí, encaminada a la regeneración de la Justicia fue probablemente la noticia más esperanzadora desde que el inefable Zapatero abandonó el poder. 

Sin embargo, en estos siete meses hemos visto un Gobierno más dado a los buenos propósitos y los grandes anuncios que a aplicarlas realmente, cuando no a contradecir en la práctica sus intenciones iniciales. La mejor noticia se convertía el viernes en la mayor decepción, cuando Gallardón supeditaba los cambios en el poder judicial al "consenso" con el PSOE, que es lo mismo que no cambiar nada, salvo a peor. 

La de la Justicia es, con la de la organización del Estado, la más urgente de las reformas que necesita España. Hay quien puede pensar que ahora la prioridad son las medidas económicas pero se equivoca si piensa que estas dos cuestiones son ajenas a la crisis económica o que la solución está exclusivamente en ajustes contables. Sin una racionalización de la estructura administrativa del Estado será imposible el control del gasto a largo plazo, y sin una justicia independiente España no será una un país que genere confianza y credibilidad.

No hay mejor ejemplo, por desgraciado y siniestro que sea, que lo que está sucediendo con la banda terrorista ETA. Las sucesivas legalizaciones de los marcas electorales de los criminales por parte de un Tribunal Constitucional, órgano no jurisdiccional nombrado por los partidos políticos que enmienda la plana al poder judicial invadiendo las competencias del Tribunal Supremo, se solapan con las 195 denuncias de que esos mismos partidos legalizados apoyan a ETA, que ha presentado este domingo el propio delegado del Gobierno en el País Vasco, Carlos Urquijo.

El apoyo a los presos de ETA es un claro menosprecio a las víctimas del terrorismo y eso es causa de ilegalización según recoge la sentencia que los legaliza. Bildu lo hace allí donde gobierna, según nada menos que 195 denuncias avaladas por el Gobierno de España, pero sigue siendo legal. ¿Cómo es posible que esto suceda en un Estado de Derecho? Es de locos. 

Ahora que la prima de riesgo es la principal angustia de Mariano Rajoy, podría reflexionar en lo difícil que resulta confíar en España y, por tanto, en su deuda, asistiendo a espectáculos dantescos como este. Si la prioridad es generar confianza, es ineludible que la justicia sea independiente, que los jueces elijan a sus vocales y que el Tribunal Constitucional se convierta en una sala del Supremo. Así debe funcionar la democracia y así seremos una nación fiable. Con o sin consenso, señor Gallardón. (edit.ld).

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¿ESTADO DE DERECHO O REPÚBLICA BANANERA?


La capacidad de autoengaño de los seres humanos es alta. En unas circunstancias más y en otras menos. En unas personas más y en otras menos.

¿Cuando es alto el listón del autoengaño? Cuando afrontar la verdad nos duele o nos asusta. Pasa con el terrorismo, sea el de ETA o el islamista. Pasa cuando decir la verdad en el Osasis. cat supone sufrir inconvenientes de todo tipo. Boadella es un buen ejemplo de ello aunque no el único. Ha tenido que marcharse porque no aceptaba el autoengaño.

Vivir en un Estado de Derecho no es como vivir en una zona montañosa o plana como la palma de la mano. Es una expresión vaga. El Estado de Derecho es un 'más o menos'. Cuando las instituciones se deterioran gravemente ('gravemente' también tiene límites imprecisos) el Estado de Derecho es más nominal que real.

Yo creo que, desgraciadamente, estamos en esta situación. Sólo pondré un ejemplo entre muchísimos. Cuando, recientemente, el Ministro de Cultura Wert, dijo públicamente que no podía garantizar la aplicación de las sentencias judiciales (en materia lingüística) en Cataluña, estaba expresando (sin que se le cayera la cara de vergüenza, que esa es otra) que estamos instalados en una República Bananera.

Pagando religiosamente los impuestos, eso sí. Que ahí sí que funcionan y te cae el pelo si te descuidas. La cosa es de vómito.

¿Quién pone el cascabel al gato? O sea, a la mierdosa y despilfarradora clase política que nos arruina. Creo que este es el problema.

Sebastián Urbina.


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