RENCOR,
FANATISMO E IGNORANCIA.
¿Cómo explicar que un joven ingeniero español esté en huelga de hambre, en
una calle de Madrid, para conseguir que dimita el gobierno de Mariano Rajoy?
¿Por qué hace esto? Según sus propias palabras, porque el gobierno de
Mariano Rajoy representa y materializa lo que el capitalismo significa:
especulación, desigualdad, e injusticia.
Me parece preocupante que una persona, con estudios universitarios, tenga
una ignorancia tan destacada de las reglas en que se fundamenta la democracia. Claro que, tal vez, desprecie la democracia.
Para no complicar las cosas, centrémonos en algunas características de un
gobierno democrático, siguiendo a R. Dahl.
Participación
efectiva.
En las sociedades extensas actuales ya no rige la democracia directa, como
en Atenas. Las democracias actuales, dado que son sociedades extensas, se basan
en la democracia indirecta, lo que supone la elección de representantes. De ahí
que los políticos expresen, de diversas maneras, sus puntos de vista acerca de
la gobernanza política de una sociedad. Lo que conocemos como programa
electoral. El ciudadano participa, a través del voto, apoyando el programa
político que está más cerca de sus preferencias.
Igualdad de
voto.
En principio, no parece que, en España, haya problemas para que todos los
ciudadanos puedan depositar su voto en una urna. No obstante, hay que matizar.
En el País Vasco, durante muchos años, las elecciones democráticas eran, en
realidad, pseudo democráticas, o no democráticas. La razón era que una parte de
los políticos- no nacionalistas- no podían acudir a todos los lugares a hacer
propaganda de sus programas electorales. Porque podían matarlos. Y no se
trataba de una temerosa intuición. ETA ha asesinado casi mil personas en sus
macabros decenios de existencia. Además, sabemos, por el Gran Timonel Arzallus,
que ‘unos remueven el árbol y otros recogen las nueces’.
Pero se aceptó que las elecciones
fuesen democráticas. Un déficit que la clase política ha aceptado porque ha
sido incompetente para solucionar la violencia terrorista y aledaños. Y tantas
otras cosas. Pero esa es otra y no quiero alejarme de la cuestión central.
Comprensión
ilustrada.
Dice Dahl que ‘dentro de límites razonables’ la gente ha de tener
oportunidades, iguales y efectivas, para enterarse de las diferentes opciones políticas
que se presentan en el combate electoral.
Podemos ver como esto afecta, también, al criterio anterior. Los no
nacionalistas- en el País Vasco- no estaban en iguales condiciones que los
nacionalistas. Eran apestados. ‘Españolistas’, ‘antivascos’. No por casualidad
más de doscientos mil vascos han tenido que marcharse de su tierra. La llamada
‘diáspora vasca’. Lo que he comentado no significa que esté de acuerdo con la
situación actual, propiciada por el Tribunal Constitucional y los dos grandes
partidos.
En todo caso, la expresión ‘límites razonables’ es, inevitablemente, vaga.
Es discutible lo que significa, aquí y ahora. Pero se podría llegar a acuerdos,
para desatascar el problema.
Control de la
agenda.
Con esto nos referimos a que los ciudadanos siempre han de tener la
oportunidad de introducir cambios en la agenda política. De hecho, estos
cambios en la agenda política se hacen por medio de las elecciones. Sin
embargo, aparte de lo anterior, la Constitución reconoce en los artículos 29
(derecho de petición) y en el 87 (iniciativa popular) diversas formas en que
los ciudadanos pueden introducir cambios ‘en la agenda’.
Inclusión de
los adultos. Este criterio no representa ningún problema ya que, en España,
se establece la mayoría de edad a los 18 años. Según establece el artículo 12
de la Constitución.
Dicho esto, podemos preguntar al joven ingeniero en huelga de hambre, si el
gobierno que pretende derrocar ha incumplido alguno de los criterios básicos de
un gobierno democrático. Antes de que nos responda, añadimos que ninguna
Constitución democrática ha previsto que se pueda derrocar un gobierno por la huelga
de hambre de un ciudadano. Aunque esté indignado porque el gobierno se ejerce
con las reglas de una economía de mercado y con base en principios políticos
conservadores.
¿Qué nos puede contestar?
Si acepta lo que le decimos, se termina el problema. Si no lo acepta, tiene
qué explicarnos qué criterio democrático básico ha despreciado el gobierno
popular de Rajoy. Dado que, en estos dos años de legislatura, no he leído ni oído
que nadie alegara algún tipo de carencia democrática que inutilizara la
victoria electoral popular y, en consecuencia, la legalidad y legitimidad del
gobierno, nos queda el rechazo a los criterios democráticos antes mencionados.
Si fuera así, nuestro joven ingeniero, prescinde de estos criterios porque
lo que le importa es la injusticia derivada de un gobierno conservador, basado
en una economía de mercado. ¿Cómo es posible argumentar así?
Porque el joven ingeniero se sitúa fuera del juego democrático. Lo
rechazable, para él, es ‘el sistema’. No me refiero a que ‘lo que hay’ tenga
altos niveles de corrupción y de ineficiencia. No. Se trata de negar la
totalidad. Es el propio sistema el que se rechaza. No pretende mejorarlo. Esto
sería imposible porque está podrido en las raíces. Tal vez nuestro joven
ingeniero piensa algo parecido al personaje de ‘Les Thibaut’.
‘Para empezar, habrá que destruirlo todo.
Toda nuestra maldita civilización deberá desaparecer antes de que podamos traer
alguna decencia al mundo’
(‘‘Mourian’, en Les Thibaut, de Roger
Martin du
Gard)
Gard)
Rencor, fanatismo e ignorancia, alimentan las ‘soluciones finales’. Un
supuesto ‘mundo feliz’ en el que ya no habrá injusticias. Algo así como el
‘paraíso comunista’. Claro que si la realidad no le gusta (ni el capitalismo
asesino, ni Cuba o Corea del Norte) siempre queda la utopía. Instalarse en ella
y criticar la siempre imperfecta realidad. En cualquier caso, es preocupante
que alguien que sabe leer y escribir- es ingeniero- sea capaz de creer estas
cosas.
¿Tendrá algo que ver la LOGSE?
Sebastián
Urbina.
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