viernes, 15 de noviembre de 2013

CRISIS NACIONAL.



 (Si como dice el autor del artículo, ninguna sociedad que se tenga respeto a sí misma puede soportar tanta ignominia- y yo así lo creo- viviremos momentos de gran tensión en España. Necesarios para hacer limpieza de tanta podredumbre, corrupcíón y deslealtad.

 Y si no los vivimos, es que esta sociedad no se tiene respeto a sí misma. Lo acepta todo. Tiene súbditos ovejunos y carece de ciudadanos. Estamos en una encrucijada. Estamos en una grave crisis nacional.

ACLARACIÓN IMPORTANTE. LA DIFERENCIA ENTRE UN ANTISISTEMA Y YO, ESTÁ EN QUE ÉL PRETENDE DESTRUIR EL SISTEMA. YO PRETENDO MEJORARLO.)









Crisis nacional 2013-11-14
 INFIERNO DE COBARDES.


Ninguna sociedad que se tenga respeto a sí misma puede soportar tanta ignominia, oprobio y deshonra como la que padecen los españoles en los últimos tiempos. La excarcelación de viles asesinos etarras, cuyo destino debería ser la cadena perpetua, por culpa de la inoperancia de los poderes públicos y la contaminación política de la judicatura significa que se ha traspasado el límite de la decencia, y lo que viene ahora es un doloroso trauma social gestionado por el mismo infierno de cobardes que nos ha conducido a la brutal crisis económica, la corrupción sistémica y la indecencia moral.

Montaigne decía que tras la cobardía surge la crueldad. Y esto es lo que ha pasado en España. Una casta política desvergonzada y cobarde, que nunca ha "defendido la República de la ligereza de los demagogos" (Cicerón), ejerce ahora una crueldad inusitada sobre los ciudadanos. ¿Cómo se puede vivir con asesinos etarras en la calle, banqueros ladrones, políticos corruptos, mafias sindicales, inmensas castas político-funcionariales improductivas, impuestos abusivos, oligopolios económicos, infames y totalitarios nacionalismos o una educación que fomenta el guerracivilismo y la mediocridad académica?

 La lista de agravios al ciudadano es larga y todavía es más grande la decepción y el pánico, porque no se vislumbra una alternativa. Se pensó que el PP podría enderezar algo el fatídico rumbo del zapaterismo, pero lo ha perfeccionado: la política de los populares es la confirmación de la total falta de respeto que tienen los dirigentes por los ciudadanos. Ya sabemos que aquellos no tienen ideología alguna, sólo la de perpetuarse en el poder, pero el grado de degeneración moral y política que se ha alcanzado en España con la aceptación de la sentencia de Estrasburgo exige una rebelión cívica (Camus) que conjure esta sociedad ahormada en los falsarios clichés progres de Cuéntame o en los zafios contenidos de Sálvame.

Va a ser difícil salir de este infierno de cobardes (título de una película de Clint Eastwood que el fiscal general seguro que conoce), pero ya es la hora de los valientes: las libertades civiles se deben conquistar todos los días porque si no "Dios ayuda a los malos cuando son más que los buenos…" (El Quijote).

 (José Bastida/ld).

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 UN EJEMPLO MÁS DE LA GRAVE CRISIS NACIONAL QUE PADECEMOS. LA POLICÍA MUNICIPAL PROTEGE A LOS PIQUETES VIOLENTOS. (Puede ver el vídeo en Periodista Digital)

HUELGA DEL SERVICIO DE LIMPIEZA EN MADRID

Vea a la Policía Municipal 'ayudando' a los piquetes de los basureros: "No nos vamos a chivar"

Huelguistas y agentes yéndose juntos de bocatas.

Periodista Digital, 15 de noviembre de 2013 a las 09:09.


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La deslegitimación del sistema.
 
 
El Estado, deliberadamente, está beneficiando a los malos y perjudicando a los buenos, es decir, está consagrando la injusticia objetiva como arma política.
La legitimidad de un orden político, en lo material, radica en su capacidad para defender a sus súbditos. Por muy democráticos o muy augustos que sean sus títulos, ningún régimen merece cabalmente ser obedecido si deja a sus ciudadanos expuestos a la violencia, la extorsión, el robo; en definitiva, expuestos ante quienes rompen la ley. Aún peor es que esa ley consagre la injusticia, porque entonces desaparece el último recurso del ciudadano y toda rebeldía queda justificada.

La actual amnistía para presos de ETA, encubierta bajo una disposición –perfectamente discutible- del Tribunal europeo de derechos humanos y aderezada con la excarcelación de otros peligrosos criminales, es una de esas situaciones en las que la legitimidad de un orden político se viene abajo sin remedio.

 Da la impresión de que la sociedad española no termina de entender la gravedad de lo que está pasando: el Estado, deliberadamente, está beneficiando a los malos y perjudicando a los buenos, es decir, está consagrando la injusticia objetiva como arma política, lo cual equivale a condenar al sistema sin redención posible. Es verdad que pocas voces lo dicen: el poder –político, mediático, financiero: ya todo es lo mismo- está aprovechando la atroz crisis de los medios de comunicación para comprar a los grandes y amordazar a los pequeños, garantizando así su impunidad. Pero la evidencia terminará estallando. Y seguramente no tardará en hacerlo.

Esta catástrofe empezó con Zapatero, sí, pero él ya no está. Los responsables, ahora, tienen otros nombres. Efectivamente, no son los jueces, como dice Gallardón. No. Son Alberto Ruiz Gallardón, ministro de Justicia; Jorge Fernández, ministro del Interior; Soraya Sáenz de Santamaría, vicepresidenta del Gobierno y Mariano Rajoy, presidente del Gobierno. Para ir empezando. Y solidariamente, todos los demás capitostes de una casta política que, a izquierda y derecha, nos ha llevado al mayor abismo moral del último medio siglo, por lo menos.
Esta sistema ya no necesita reformas, porque no bastan. Lo que necesita es una rectificación. Urgente.

(José Javier Esparza/La Gaceta)
 

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