jueves, 28 de noviembre de 2013

FRACASO DEL PP.

 
 (Tal vez estemos en un final de época. Si es así, veremos el hundimiento, seguramente relativo, de los dos grandes partidos que han hundido a España. O que tienen la mayor cuota de responsabilidad. 
 
Esperemos que haya partidos de repuesto a los que votar. La cosa es tan grave que la democracia puede estar en juego.
 
PD. En Alemania, con una situación mucho mejor que la española, los dos grandes partidos se han unido para hacer frente a los grandes problemas. Aquí ya vemos lo que pasa.
 
 ¿Para qué sirven PP y PSOE si no son capaces de unirse en momentos de tanta gravedad para tratar de salvar el barco?)
 
 
 
 
 
 
 
 
No se entiende lo del PP con ...
 
 
¿No se entiende lo del PP? Pues es muy fácil de entender: el PP ha decidido hace tiempo dejar de ser el partido de la derecha española.
En los últimos meses he leído muchos artículos que empiezan con estas palabras; “No se entiende lo del PP con…”. ¿Con qué? Enumero: con la subordinación de la Justicia a los partidos políticos, con la amnistía encubierta a los terroristas de ETA (y, de paso, a otro buen puñado de criminales), con la pasividad ante el separatismo catalán, con una política fiscal (y no sólo fiscal) que está machacando a las clases medias, con una reforma de la educación que al final se ha quedado en simple retoque técnico, con la ley del aborto, con la ley del llamado “matrimonio homosexual”, con el mantenimiento de la ley de memoria histórica, con una política exterior simplemente inexistente, con una política de Defensa más preocupada por el comercio que por la defensa propiamente dicha, con una política de comunicación que ha beneficiado a los oligopolios extranjeros y a los “trusts” de izquierda… Y podríamos seguir por todos y cada uno de los conceptos de cada ministerio, porque lo del PP, en efecto, “no se entiende”.

No se entiende salvo que aceptemos lo que muchos aún se resisten a aceptar, es decir: que el PP se ha propuesto cambiar de piel y ya no quiere ser el partido del centro-derecha español, sino otra cosa distinta. ¿Qué cosa? Una plataforma de centro-izquierda que, a juicio de los cráneos privilegiados de Génova y aledaños, encaje mejor con lo que esos kalíkatres sapientísimos juzgan la “sensibilidad mayoritaria” de la sociedad española, que es “progre” y blandita, con ese “nihilismo pasivo” que caracteriza a estos tiempos de postrimerías, y que además se amolda muy cómodamente a los designios del gran poder mundial. Desde el Congreso de Valencia de 2008 –y hay que recordar el súbito cambio de acento de la oposición a Zapatero- el PP viene jugando exactamente a eso. Y aquí, por cierto, lo hemos dicho.

Esta deriva del PP, por otro lado, no es exclusiva del centro-derecha español, sino que hace eco a movimientos muy semejantes en otros países. Los conservadores ingleses se parecen más a la “tercera vía” del laborista Blair que al liberalismo de Thatcher, la democracia cristiana italiana forma coalición con los socialistas y abandona a su electorado tradicional, sus homólogos chilenos prefieren pactar con socialistas y comunistas antes que con la derecha nacional… Y así sucesivamente. Todos estos partidos, guiados por una ingeniería de rédito electoral, parecen haber escogido como modelo el Partido Demócrata americano –más el de Clinton que el de Obama-, que no pone en cuestión los nuevos feudalismos financieros e industriales, luego no molesta al poder trasnacional, y asume como propios los tópicos de lo “políticamente correcto”, luego no molesta a los creadores de opinión. La fórmula del éxito, vaya.

¿No se entiende lo del PP? Pues es muy fácil de entender: el PP ha decidido dejar de ser el partido de la derecha española, y esa decisión ha sido reiteradas veces rubricada por sus congresos. 

Por eso Rajoy y sus muchachos se permiten traicionar insistentemente su programa sin el más mínimo pudor, en la convicción de que la derecha social seguirá votándoles a falta de otra cosa mejor y por miedo a las hordas marxistas. Es un tiempo de transición: el próximo programa del PP ya no será liberal-conservador, sino simplemente “progre”. Lo cual consagrará la evidencia: España es un país sin derecha.
Moraleja: si nace un partido en la derecha –democrático, conservador, patriota, cristiano, orientado al bien común- será mérito exclusivo, bien que involuntario, del propio Partido Popular.

(José Javier Esparza/La Gaceta)

No hay comentarios: