domingo, 22 de octubre de 2006

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Leo (ElMundo/21/10/2006)

'Sólo faltaron las antorchas y los linchamientos. La noche, un centenar de vecinos persiguiendo a unos ladrones, carreras, detenciones, pinchazos de ruedas, policías que llegan tarde y, sobre todo, rabia. A falta de agentes, todo, o casi todo, vale. Esto fue lo que pensaron los vecinos de la pequeña localidad tarraconense de Duesaigües que, cansados de la desprotección que sufren y hastiados de sufrir asaltos en sus domicilos tomaron cartas en el asunto. La pasada madrugada, un centenar de habitantes detuvo a uno de los miembros de una banda de ladrones que tiene atemorizada a la zona'.




En general (aunque no siempre) la gente 'de izquierdas', 'los progres', suelen tratar muy mal a las personas que, como los vecinos de esta localidad tarraconense, tratan de 'tomarse la justicia por su mano'. Son tratados, habitualmente, de 'fachas' y otras profundas argumentaciones izquierdistas. Creo que es una estupidez más de los progres. No niego que pueda haber, en estas acciones, personas violentas y con espíritu antidemocrático. Pero este no es el problema. También las había en las manifestaciones ante las sedes del PP, tirando piedras, basura, y con gritos de ¡asesinos! Además, no trataban de 'tomarse la justicia por su mano'. Trataban de defenderse de una violencia ilegítima porque el Estado les había abandonado.


Decía Tomás Hobbes (1588-1679) que 'dos son los ciertísimos postulados de la naturaleza humana, que mueven al hombre en su vida personal y colectiva, el apetito natural y el principio de autoconservación. Ahora no nos interesa el primero, que lleva a los hombres a querer siempre más. Nos interesa el miedo a la muerte. La radical inseguridad del estado de naturaleza (el estado de guerra de todos contra todos) hace que las personas deseen salir de esta peligrosa e hipotética situación, transfiriendo los derechos naturales que todo ser humano tiene, a un poder superior (el Leviatán, que puede residir en un monarca o en una asamblea), que tendrá el monopolio de la fuerza legítima.


Y ahí viene lo que interesa. Los súbditos tienen un deber de obediencia hacia el Estado, pero este deber no es absoluto. Dura mientras el Estado sea capaz de garantizar la vida y la propiedad de los súbditos. Si no es capaz, aparece el derecho de resistencia. La renuncia a la utilización de la fuerza a favor del Estado, desaparece.


Afortunadamente, no vivimos estas situaciones límite. Lo que me interesa destacar es que me parecen 'buenistas', simplonas e injustas, las críticas a estas personas que han tenido que ejercer la violencia contra los delincuentes, porque el Estado (que tiene el cuasi-monopolio de la violencia) no ha cumplido con sus obligaciones. ¿Para qué pagamos impuestos? Entre otras muchas cosas, para proteger a las personas decentes frente a la violencia ilegítima de los delincuentes. El Estado tiene obligaciones, no solamente los ciudadanos.


En España estamos acostumbrados a que las víctimas (estaba pensando en las víctimas del terrorismo) no reaccionan violentamente. Pero esto es excepcional. El mundo, sí el mundo, está maravillado por esta reacción, que no incluye la violencia. Pero recordemos lo que, a su vez, nos recordaba Mikel Buesa (hermano del socialista asesinado por ETA): si las víctimas no somos protegidas por el Estado y si el Estado no castiga a los asesinos, algunas víctimas podrán pensar que ha llegado la hora de la venganza.


En resumen, me daría vergüenza (si tuviera poder político) decirles a vecinos que están hasta el gorro de ser asaltados sin que pase nada y en un ambiente de creciente inseguridad y miedo: 'hacemos lo que podemos, así que aguanten que esto es lo democrático'. Me daría vergüenza. Como me daría vergüenza cobrar por la prestación de un servicio que luego no presto. O sea, los ciudadanos tienen que exigir algo básico en cualquier sociedad civilizada, que el Estado les proteja la vida y la propiedad y que no tengan que gastarse su dinero con protecciones privadas.


Consejo: no tenga miedo que, por exigir seguridad ciudadana, los bobos de turno le llamen 'carca', 'facha' u otras estupideces progresistas. Si está de buen humor, les puede desear que le roben a él, o que le quemen su coche. Si no está de humor, envíele al sitio que ya sabe.
En general, cuando les toca sufrir a ellos, suelen gritar más que los demás. Especialmente si gobierna el PP.


Sebastián Urbina.

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