martes, 24 de octubre de 2006

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Leo (ElMundo/24/10/2006) un artículo de Inocencio. F. Arias, ¿Dónde está George Clooney?




'Muy resumidamente podríamos llegar a la siguiente conclusión, que podría desmenuzar con tino Freud: cualquier acto violento que pueda ser imputado a Estados Unidos produce una reacción inmediata, rabiosa y ruidosa de la calle europea. Otro de proporciones 10 veces superiores en que no sea la mano aviesa del Tío Sam provoca escasa o nula reacción ... Irak es conocido: responsable absoluto, Washington. Nuestra sacrosanta indignación brota espontáneamente, sin tapujos; Europa se desmelena y se echa a la calle, colérica, masivamente. Darfur: problemático acusar a Estados Unidos. El sospechoso no es el habitual, son otros. Cero manifestaciones. Indiferencia generalizada aunque el conflicto se arrastre años - hay menos televisión que en Kosovo, pero ha sido abundantemente denunciado por Intermón, Amnistía, la ONU ...- y los muertos crezcan y crezcan ... ¿Qué farsa es esta? ¿Dónde termina la ignorancia y dónde irrumpe el pasotismo y la hipocresía?'.


Leer el artículo de Arias me ha producido una gran satisfacción, a pesar de la tristeza de las situaciones a las que se refiere. Me ha producido satisfacción porque me satisface que gente conocida (como Arias) diga lo que yo digo, o que yo diga lo que dicen ellos.

Veamos, brevemente, lo que pasa en Darfur. Llevan 21 años de guerra civil. La política de tierra quemada de las milicias árabes (que incluye quema de aldeas, violaciones masivas y asesinatos indiscriminados) ha causado más de 50.000 muertos y más de un millón de desplazados. Sin contar con las más de 200.000 personas que han huído al vecino país, Chad. Amnistía ha denunciado que el Gobierno de Jartum obstaculiza la llegada de ayuda humanitaria, en forma de alimentos y medicinas.


Arias habla de pasotismo e hipocresía. Yo creo que es peor. El rojerío europeo tiene la enfermedad del sectarismo bien espolvoreada del virus-Alicia. Podríamos distinguir entre los progres ingenuos y los no ingenuos.
Los primeros son aquellos a los que podemos conceder el beneficio de la duda. Su tierna edad hace concebir esperanzas de que podrán, en el futuro, cambiar el sectario rumbo de la emancipación auténtica y sin costes. En todo caso, actúan de buena fe.


Entre los progres no ingenuos, tenemos que situar a los talluditos, aunque no haya una edad mágica (como la mayoría de edad legal) que permita diferenciar a los jóvenes de los talluditos. En todo caso, a partir de una cierta edad (hay que ser flexibles en esto) los talluditos pueden clasificarse en: a) talluditos que mienten y b) talluditos que son bobos profesionales.

Los talluditos que mienten
son aquellos que saben que las cosas no son tan simplonas como dicen (buenos y malos) , pero 'queda bien' decirlo. Queda 'progre' acusar a Estados Unidos o queda 'progre' decir que Aznar es 'facha'. Provoca sonrisas de complicidad. Ya no es necesario decir más, 'ya nos entendemos, tú'. O sea, la tribu ya sabe que no eres del PP, es decir, un 'facha'. ¡Es tan duro empezar de nuevo! ¡Es tan duro que tus antiguos amigos y conocidos te llamen 'facha'! Es tan guay ser progre!



Luego están los 'bobos profesionales'
. Ya no hay remedio. Algunas teorías criminológicas, apoyadas, más o menos, en los avances de la medicina, dicen que algunos delincuentes son irrecuperables. Hace poco, un ecuatoriano que había asesinado y violado a ocho mujeres en Ecuador, vino a España y está acusado de asesinar y violar a otra. Los psquiatras del caso dicen que si se le deja en libertad, seguirá repitiendo estas conductas.

Pues bien, salvando las distancias (muy importantes) entre los delincuentes y los bobos profesionales, hay algo en común. Que son irrecuperables. ¿Por qué? Porque un 'bobo profesional' es inmune a los hechos. Ningún hecho que perjudique sus creencias sectarias provocará la mínima huella en sus meninges. ¡A mi no me convencerá nadie! ¿Se acuerdan de la diputada de Izquierda Unida, Angeles Maestro? Al contemplar la masacre del 11-Septiembre dijo, 'Se lo habían buscado'.



Sebastián Urbina.

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