EL VOTANTE CENTRADO.
El votante centrado, el que pertenece a la llamada derecha sociológica, no es amigo de los extremismos. De ahí que busque el centro, eso que dicen que no existe.
Tomemos un ejemplo. El votante centrado suele decir que F. Jiménez Losantos es un exaltado. Un extremista. Y como no le gustan los extremos, se aleja. Sin llegar, es cierto, a besar el otro extremo. En éste, situemos a Carod Rovira. Otro exaltado. Ahí tiene el pretexto, nuestro hombre centrado, para situarse en un imaginario y aristotélico ‘justo medio’. ¿Es cierto?
Por una parte, Jiménez Losantos, lenguas afiladas aparte, defiende la Constitución española. O sea, defiende la legalidad constitucional. Por otra parte, Carod Rovira defiende un referéndum soberanista. Es decir, defiende la ilegalidad. ¿Alejarse por igual de estos dos ‘exaltados’, supone estar centrado? Creo que no.
Veamos lo que sucede con la forma de Estado. Por una parte, tenemos a destacados personajes públicos, como Jiménez de Parga, Jorge de Esteban, o Alejo Vidal Cuadras, que dicen que la estructura federal del estado español no es una fórmula constitucionalmente aceptable, según la Constitución vigente. Otros, entre los que se cuentan nacionalistas y algunos socialistas, afirman que la estructura federal del Estado solucionaría nuestros problemas. Ya no entro en el ‘federalismo asimétrico’ margalliano y aventuras similares.
¿Qué sucede? Que las afirmaciones de estos (y otros) personajes públicos no tienen el suficiente apoyo mediático. Sus opiniones nunca podrán convertirse en una ‘lluvia fina’ que cale en las cabezas de los ciudadanos. Y no podrán, porque más del 80% de los medios de difusión son favorables a la izquierda, contrarios a la derecha, o las dos cosas.
J. de Parga: ‘Hay que reformar el sistema parlamentario para no estar en manos de nacionalistas y minoritarios’; J. de Esteban: ‘Lo que está en juego es la pervivencia de nuestro Estado nacional y la posible convivencia pacífica de los españoles’; A. Vidal Cuadras: ‘Los nacionalistas han usado la enseñanza para inculcar a los jóvenes el odio a España’.
Lo que nos lleva a hacer algunas preguntas. ¿Se reformará la ley electoral? ¿Se rechazarán claramente las propuestas federalistas o confederalistas? ¿Se rescatarán las competencias educativas por parte del Estado? No creo que se haga nada. Y no porque no haya motivos de sobra. No se hará por la enorme influencia de los medios, haciendo creer a muchos que el PP ‘no está centrado’ y que ‘está crispando’. A pesar de que el PSOE ha asumido el antidemocrático Pacto de Tinell por el que se excluye al principal partido de la oposición (PP) de las instituciones democráticas. ¡Nada menos! Pero esto no cuenta. Y si hace falta se niega. Aparte del ‘cordón sanitario’.
¿Qué hace nuestro votante centrado? Para no parecer de ‘derecha extrema’ se mueve, un poco más, a la izquierda. Es decir, el cuadro político se ha movido hacia la izquierda y nuestro votante centrado hace lo mismo para no parecer descentrado. ¿Quién queda en la derecha? Los fachas. Y hay gente que se lo cree. Este es el problema. Aunque los supuestos ‘fachas’ pidan el respeto a la Constitución vigente.
La penúltima es la exigencia del PSOE de que el PP ceda uno de sus representantes en las Mesas, en beneficio del PNV. O sea, el Partido Popular tiene que hacer regalos a sus
adversarios políticos para que le sigan arreando. Como lo han hecho durante la pasada legislatura. Y, encima, le han acusado de crispar. Ahora igual. Los medios, en general, están presentando al PP como desleal y poco comprensivo. En vez de empezar bien la legislatura, se empeña en crispar. Y nuestro votante centrado se lo cree. Es el gran éxito de la izquierda mediática. Ya lo dijo J. Goebbels: ‘Una gran mentira repetida acaba por convertirse en verdad’.
Sebastián Urbina.
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