El ministro Corbacho culpa a la "avaricia financiera" de la crisis del ladrillo
Celestino Corbacho acusa a bancos y cajas de ahorros de provocar la crisis del sector inmobiliario y de la construcción a través de la desmesurada concesión tanto de créditos a los promotores como de hipotecas.
"Ya que desde el sector financiero se dan tantos consejos al sector laboral, voy a recordarle una cosa: que es el culpable de la situación del ladrillo. La inflación del sector inmobiliario, quien la amparó, quien la promovió fue el sector financiero", ha asegura el ministro de Trabajo y Asuntos Sociales.
El dirigente socialista argumenta que no se hubiese construido tanto en España si las hipotecas no se hubiesen dado "al 120% del valor" de tasación del inmueble y si no se hubiesen dado créditos para la adquisición de solares "con tanta facilidad".
La situación económica ahora sería diferente si no se hubiese facilitando tanto la financiación en sectores "de corto plazo y altos beneficios, en lugar de en sectores estratégicos de más largo recorrido", ha estimado Corbacho.
"Y a mí me gustaría que algún responsable del sector financiero saliera algún día y dijera: ganamos mucho dinero en aquella época, pero probablemente nos equivocamos", ha asegurado el ministro, para quien es necesario pensar que en el futuro la economía disponible del sector financiero "no debe volver al ladrillo, más allá del espacio que el ladrillo tiene que ocupar, que no es poco".
Según los cálculos del responsable de Trabajo, España tiene un mercado potencial de demanda de unas 400.000 viviendas. "Me parece razonable que se habiliten facilidades para dar créditos y sobre todo hipotecas, aunque sea al 80% (del valor de tasación) para que la gente compre un piso de VPO, que actualmente tienen dificultades", ha indicado.
A su parecer, falta llevar a cabo un análisis en la situación actual. "Todo el mundo me da consejos de lo que tengo que hacer como ministro, pero nunca escucho a los del sector financiero decir: 'nos hemos equivocado nosotros también, y en alguna parte de esta crisis hemos sido responsables'", ha lamentado Corbacho.
Avaricia financiera
Para el ministro de Trabajo, la crisis actual "tiene un primer origen indiscutible, que es la avaricia financiera", que ha impactado en la economía real provocando un enfriamiento y un ajuste que afecta directamente a los ciudadanos.
"No estaríamos aquí si no hubiera habido un modelo de avaricia financiera como el que hemos tenido", ha insistido el ministro, que ha advertido de que la incertidumbre y la inseguridad que este escenario provoca en los ciudadanos tiene otro efecto, retraer el consumo y provocar pérdidas de empleo.
"Se apodera de los ciudadanos la incertidumbre e inseguridad, y eso hace que se retraiga el consumo de manera potente, se ajuste la producción y se pierda mucho empleo, y en ese contexto cobra una especial importancia trasladar mensajes de confianza a los ciudadanos", ha recalcado.
Críticas a la CEOE
En este escenario, Corbacho ha arremetido de nuevo contra la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE) por no ser capaz de ver que es necesario trasladar un mensaje de tranquilidad a la ciudadanía para reactivar el consumo. "Eso es lo que la CEOE no ha sabido ver", ha lamentado Corbacho.
Preguntado por la opinión que le merecen los salarios y altos bonus que cobran algunos directivos de la banca, Corbacho ha asegurado que le gustaría saber a cuánto asciende su indemnización por despido, aunque ha considerado que, probablemente, dispongan de contratos blindados.
La Asociación Española de Banca (AEB) forma parte de la patronal que preside Gerardo Díaz Ferrán.
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MEDIAS VERDADES.
El Ministro Corbacho dice medias verdades. Con otras palabras, es una forma de mentir a la opinión pública. La cuestión es si Corbacho es consciente de que dice medias verdades o si, por el contrario, cree que, con estas declaraciones, ha agotado el problema.
Si no quiere ser como Corbacho y prefiere conocer más a fondo las causas de la crisis y las 'burbujas', le recomiendo, 'El hombre que cambió su casa por un tulipán', de F. Trias de Bes, ed. Premio de Hoy, 2009.
No estaría mal que lo leyera Corbacho. No se conformaría con cuatro generalidades. A fin de cuentas es Ministro. Diría más cosas que las que dice. Más claras, y más sensatas.
Sebastián Urbina.
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CORBACHO, EL DEMAGOGO.
Puestos a hacer demagogia para eludir responsabilidades, este Gobierno se las apaña como nadie. En medio del aluvión de críticas que le está lloviendo al Ejecutivo de Zapatero por su negativa a tomar las decisiones que se necesitan para dejar atrás la crisis económica y detener la sangría del empleo; en medio de datos económicos adversos, que no resisten la comparación con los de otros países de la Unión Europea que ya empiezan a vislumbrar el final del largo y oscuro túnel, aunque sea a lo lejos, el Gabinete ha decidido acudir a la más burda demagogia para sacarse de encima sus responsabilidades. Que el déficit público se ha disparado como consecuencia de la forma en que Zapatero ha derrochado el dinero de todos para pagar sus ocurrencias, pues Blanco se sube a la palestra y dice que se van a subir los impuestos a los ricos para financiar políticas sociales. Que no hay más remedio que empezar a admitir, de una vez por todas, que las cosas están muy mal –como hizo el vicepresidente tercero, Manuel Chaves, la semana pasada cuando advirtió que aún quedan por delante meses duros en materia laboral– pues aparece Corbacho y suelta eso de que la culpa de la burbuja inmobiliaria, y por tanto de la crisis, es de los banqueros y su avaricia, y se queda tan ancho. Los mensajes, por supuesto, están muy bien calculados para llegar al corazón de esa parte de la sociedad que sigue pensando en términos de lucha de clases cuyo voto busca Zapatero con ahínco. Sin embargo, en el caso de la burbuja inmobiliaria el Gobierno tiene tanta o más culpa que los banqueros.
Es verdad que la burbuja se formó porque bancos y cajas de ahorros concedían préstamos por doquier, que llegaban a suponer hasta el 120% del valor real de la hipoteca, y a tipos de interés muy bajos. Pero es que para que exista una burbuja tiene que haber tipos de interés bajos que pongan en circulación mucho dinero para crearla y alimentarla. Y esos tipos los fija el BCE, no los bancos y cajas. Además, aquí quien realmente han sido imprudentes con los préstamos relacionados con la vivienda han sido, sobre todo, las cajas de ahorros, las cuales están controladas por los políticos. Son ellas las que han alimentando la burbuja, huyendo de cualquier criterio de prudencia o racionalidad en la administración de los ahorros que se les confiaron y así ahora muchas de ellas están como están. ¿O es que Corbacho no quiere ver lo que han hecho sus correligionarios socialistas, como Juan Pedro Hernández Moltó con Caja Castilla-La Mancha, o Narcís Serra con Caixa Catalunya? ¿Qué les movió? ¿La avaricia o las directrices políticas? Porque las cajas no tienen accionistas ni reparten dividendos, con lo cual el argumento de la codicia se viene abajo salvo que estemos hablando de entregas de dinero bajo cuerda, en cuyo caso se trata de corrupción.
Al Gobierno ahora parece importarle mucho todo esto, pero lo cierto es que él sabía lo que pasaba y lo consintió. El Banco de España, a través de sus inspecciones, conocía la situación e informaba al Ejecutivo. Sin embargo, el Gabinete dejaba hacer porque le convenía mucho a Zapatero, en términos políticos, que la economía creciera con fuerza y creara empleos a mansalva con el fin de utilizar esas cifras para avalar una gestión económica que brillaba por su ausencia. Recuerdo que en 2004, antes de las elecciones generales, e incluso algunas semanas después, Miguel Sebastián, por entonces asesor áulico de ZP en materia de economía, decía que había que suprimir la desgravación por vivienda en el IRPF con el fin de frenar la escalada de sus precios. No obstante, cuando llegó la hora de la verdad el Gobierno no hizo nada para evitarlo y trató de maquillar su dejadez con la creación de ese artificio llamado Ministerio de Vivienda, que no es más que una operación de marketing.
Así es que las entidades financieras, que se endeudaron hasta las cejas en el exterior aprovechando los bajos tipos de interés para conceder préstamos hipotecarios masivos en España, tienen su cuota de responsabilidad. Pero el Gobierno también tiene su parte de culpa. Corbacho lo sabe. Entonces, ¿por qué dice lo que dice? En parte porque al Ejecutivo le conviene buscar cabezas de turco apelando a determinados sentimientos de un sector concreto de la sociedad, en parte también como medida de presión para que las entidades crediticias le sigan financiando las ingentes cantidades de deuda pública que está emitiendo, lo cual está restringiendo drásticamente ese crédito al sector privado que tanto se necesita para acometer la recuperación. De hecho, el crédito al sector público creció un 33% en la primera mitad del año, mientras que los préstamos a empresas y familias sólo lo hicieron el 0,6%.
Dicho de otra forma, los excesos de Zapatero se están comiendo el dinero que se necesita en el sector privado para superar la crisis y crear empleo. Así vamos a tener crisis para largo, pero como ZP no quiere admitir sus errores y rectificar, pues se culpa de los problemas a los banqueros y su codicia... y todo resuelto. Lo malo es que con demagogia no se superan los problemas, ni los económicos ni los electorales, porque muchos españoles no son tan ingenuos o sectarios como Zapatero se cree. (Emilio González/LD)
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CORBACHO, PEPIÑO Y CIA.
"La crisis actual tiene un primer origen indiscutible, que es la avaricia financiera", acaba de sentenciar Celestino Corbacho, el mismo Corbacho, a la sazón ex presidente de la Diputación de Barcelona, que colocó al célebre estoico Narcís Serra de supremo baranda en la hoy moribunda Caixa Catalunya. Ya tenemos aquí, pues, al Pancho Villa de Hospitalet que junto al Emiliano Zapata de Lugo, el inefable Blanco, meterá en vereda a los ricachones que esplotan a los humildes. Únicamente resta que aparezcan en escena Juan Guerra y El Patillas, y ya habremos completado el viaje de vuelta a la España de charanga populista y pandereta ágrafa del peor felipismo, cuando el trinque de Rumasa iba a ser p´al pueblo y la única política económica posible, aquélla que logró coronar un 23 por ciento de desempleo crónico.
Como entonces, también ahora la praxis socialista consiste en hacer justo lo contrario de cuanto se predica. Y si el PP no fuera un partido de señoritas, sólo presto a dar grititos de pánico cada vez que aparece un ratón en la lontananza, mantendría al Ejecutivo contra las cuerdas por la muy plebeya sumisión a la banca de Zapatero. Pues lo más obsceno del caso no es que el sector financiero ingrese 218 euros del Erario por cada euro que reciben los parados sin subsidio. Lo en verdad impúdico es que Corbacho, Pepiño & Cía, temibles bolcheviques de campo y playa, se hayan compinchado a fin de transferir esos ciento cuarenta mil millones a bancos y cajas de ahorros gratis et amore.
Gratis et amore. Algo inaudito que ni se le pasaría por la cabeza a la fracasada Merkel, una democristiana que no suelta un céntimo de los contribuyentes si no es a cambio de acciones, la correspondiente representación en los consejos de administración y estrictos límites a los sueldos de los directivos, amén de la prohibición de repartir dividendos. Al igual, por cierto, que han hecho en Holanda y el Reino Unido, países que tampoco están gobernados por partidos trotskistas precisamente. Al cabo, la embelesada solidaridad del PSOE con los multimillonarios sólo posee un equivalente en el mundo occidental: el Plan de Rescate de... Bush. Y los otros, temblando de miedo con los ratoncitos: "¡Ay, ay, ay, que nos acosan!". (José Garcia Domínguez/LD)
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