domingo, 23 de agosto de 2009

NO CORRAS QUE ES PEOR.


Domingo, 23-08-09

En los medios de comunicación españoles ha pasado desapercibida una noticia relevante en el pulso que libran Oriente y Occidente.

La Universidad Erasmo de Rotterdam y el Ayuntamiento de la misma capital despidieron el pasado martes al intelectual y teólogo islamista Tariq Ramadan. Que instituciones como éstas, que han dado muestras casi irracionales de tolerancia, decidan ahora prescindir de los servicios de este autor -que en España fue presentado por el Club de Madrid de Diego Hidalgo o la Fundación Atman de Teresa Aranda como un heraldo del diálogo- quizá ayude a abrir los ojos de algunos.

El desencadenante del despido es el compromiso profesional de Ramadan con la cadena iraní de televisión «Press TV», el canal de propaganda en inglés de la dictadura iraní. El Ayuntamiento de Rotterdam tenía a Ramadan al frente de un programa de acercamiento de las comunidades musulmana y no musulmana de la ciudad.

Conviene ahora preguntarse por qué Rotterdam lo consideró idóneo para ese puesto -o por qué las instituciones madrileñas citadas lo convocaron en 2005, cuando casi sólo Gustavo de Arístegui se atrevió a denunciar su presencia. A este abanderado del «Islam europeo» le gusta hablar del respeto a la ley y la promoción de la democracia, conceptos ambos que sólo tienen un límite: que no contradigan ningún principio islámico. Así, denuncia la violencia en general pero cree que algunos atentados terroristas islamistas deben ser «contextualizados».

Cuando el entonces ministro del Interior Nicolas Sarkozy le retó en un debate televisivo en 2003 a que condenase la lapidación de adúlteras, se limitó a pedir una «moratoria» de esta barbarie. Por no eternizarnos, recordemos sólo que este Ramadan es el que describe los atentados del 11-M como «intervenciones». No sólo a la BBC hay que exigirle que hable de «terroristas». (Ramón Pérez Maura/ABC)
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ALIANZA DE CIVILIZACIONES.

En algunos sitios reaccionan. Aquí somos los más progres de Europa. O sea, los más gilipollas. Por tanto, silencio ante las noticias que no son 'políticamente correctas'.
E inacción, cuando toca.

¡Qué clase política tan idiota! ¡Y tan peligrosa! A medida que 'otros' ven la falta de claridad de ideas y la falta de agallas de los políticos, se envalentonan y hacen lo que les sale de la entrepierna. Parecido al botellón. Aquí se puede mear y vomitar en la calle. ¡No passssa nada!

¿Sería expulsado el señor este en España? Me gustaría creer que sí.

Pero cuidado con los trajes de Camps y las bragas de Rita Barberá. La autoridad y la fuerza se ejercen, 'contextualizados'. Comprenderán que no podemos 'provocar' a ciertos grupos. ¿Lo entienden, vedad? De modo que, ante ciertos comportamientos, procuramos mirar hacia otro lado, o llegar tarde.

Mi esperanza es que la ciudadanía no esté a la altura de los políticos.
Sebastián Urbina.

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