sábado, 8 de agosto de 2009

DERECHA E IZQUIERDA.






Patética derecha

ANTONIO ALEMANY DEZCALLAR

La derecha jamás será capaz de de hacer lo que hace el PSOE con los casos de corrupción de sus adversarios. Son impensables en la derecha unos fiscales como Pumpido, Horrach o Carrau.

De hecho, todas las corrupciones socialistas- mucho más serias que las de las derecha en cuantía, número y gravedad- hubieran permanecido impunes e, incluso, desconocidas si no hubiera existido El Mundo. Por esto resultan patéticas las protestas de Rajoy o Cospedal: no pasan, ni pasarán, de quejidos sin mayor trascendencia.

Ayer, en la prensa digital balear, un comunicante se quejaba de la timidez de la izquierda-en este caso de Grosske- a la hora de condenar y de organizar un gran follón ante los casos de corrupción del PP balear. Y Fernández de la Vega pontificaba sobre “tolerancia cero” ante la corrupción. Curioso.

Porque la izquierda- concretamente, la izquierda balear, es decir desde el PSOE hasta el PSM, pasando por comunistas y verdes- es un paradigma de corrupción tan grandiosa como silenciada y vergonzante: piensan que Can Domenge, Son Oms, Vicens, Munar y tutti quanti no va con ellos y no es asunto suyo.

Tampoco lo piensan Horrach y Carrau, al menos con la misma intensidad y ferocidad con que tratan al PP. Y, sin embargo, su poder, todo su poder, esta basado en unos pilares presuntamente, no corruptos, sino corruptísimos. Se peca tanto por acción como por omisión y se es corrupto tanto por hacer como por callar o permitir que otros hagan.

La izquierda nunca se pone colorada, aunque robe, asesine o gobierne con corruptos. La derecha, sí. Por esto resulta patética y tiene perdida la batalla.

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PATETISMO.

Son patéticos porque, en general, están acomplejados. Creen, absurdamente, en la superioridad moral de la izquierda. O actúan como si lo estuvieran. Además, traicionan a sus votantes y simpatizantes. La mayoría no quiere esta actitud genuflexa y acobardada ante la izquierda y sus compañeros de viaje. Por otra parte, no han sabido (o no han querido) rodearse de gente preparada. ¿Miedo a perder la silla? Su discurso político es , habitualmente, más pobre de lo que debería. Me sabe mal decirlo, pero resultan patéticos. Con demasiada frecuencia.

Sebastián Urbina.

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