Ante las negociaciones subterráneas que en pleno estío albricia Zapatero con los partidos nacionalistas catalanes, reproduzco a continuación la canela fina que hace un mes publiqué en el diario El Mundo:
“Pasmo en el gran mundo internacional. Filólogos, lingüistas, juristas e intelectuales de Europa y América, de África y Asia, del Pacífico y Oceanía han caído rendidos a los pies de José Luis Rodríguez Zapatero. El faro de la Alianza de las Civilizaciones ha iluminado con la luz de su sabiduría esplendorosa el concepto de nación. Los constitucionalistas más renombrados se han postrado de hinojos ante el sol rojo que calienta nuestros corazones. Zapatero ha acuñado para la posteridad el concepto de “nación política”. Conforme a los débiles conocimientos del Tribunal Constitucional, en nuestro país sólo existe una nación que es España. Pero la alta mente de Zapatero ha readjetivado el concepto con rara perfección y ha hablado de “nación política”. Sin duda, si le hiciera falta, se referirá en el futuro a la nación social, a la nación económica, a la nación religiosa, a la nación deportiva, a la nación cultural, a la nación zapatética… El sustantivo nación, tan discutible para él y tan discutido por él, admite las más variopintas adjetivaciones.
Pero ¿qué es lo que quiere Zapatero, el embustero?
La respuesta está tan clara como las loas con que le inciensa Leire todos los días: Zapatero quiere los escaños catalanes. A los vascos les ha regalado ya CajaSur para que el PNV vote los Presupuestos Generales del Estado. Como Urkullu y Erkoreka son insaciables -Ortega y Gasset anticipó en su debate con Azaña la voracidad nacionalista-, parece que piden, además, que el presidente dadivoso les entregue Álava, lo que tiene en un pasmo al lendakari López.
En todo caso, Zapatero está negociando desesperadamente, y no sólo con su cómplice Montilla, los escaños catalanes, los del tripartito de la manifestación de 64.000 personas, la mitad liberados sindicales, y también aspira a la abstención de los convergentes.
Así es que está dispuesto a burlarse del Tribunal Constitucional, a través de leyes orgánicas, para que el Estatuto que él desencadenó se mantenga en su integridad y Cataluña sea una nación y los catalanes, al margen de España, puedan decidir convertirse en un Estado independiente.
Esaú, hijo de Rebeca, vendió el derecho de primogenitura a su hermano Jacob por un plato de lentejas cocinadas, eso sí, al estilo Fe-rrán Adrià. Jacob, que lo compraba todo, adquirió, además, a Raquel como esposa. Se la vendió Labán por catorce años de trabajo sin subsidio de desempleo ni liberados sindicales.
¿Venderá Esaú Zapatero la unidad de España por un plato de escaños catalanes?”
(ElImparcial)
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¡Sea sinvergüenza! ¡Vote socialista!
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