Día 06/08/2010
Lo que nos ha descubierto el CIS es una «rebelión». La diferencia de seis puntos que hay entre el PP y el PSOE (pongamos diez, como dice Ana Mato) no es simplemente una gran brecha, ni siquiera una alternancia en las preferencias sociales y en los programas económicos. En España esta distancia es, más bien, propia de una rebelión. Desarticulada en buena medida, no liderada, como lo prueba la nota que los encuestados dan a Rajoy; tampoco expresiva de una de las dos grandes concepciones que han dominado el mundo en el siglo XX… Es el rechazo radical de lo instalado que es la forma de organizarse que tienen las ideologías a estas alturas del desarrollo de los medios de comunicación. Como ha señalado hace tiempo André Glucksmann.
Es verdad que la razón principal de esta rebelión tiene su fundamento en la crisis, pero no sólo. Tiene que ver con la forma de gobernar de los socialistas. Está en relación con los contenidos en otras cuestiones:
esa brutalidad de animar al aborto a las menores; ese modo sibilino y paternalista de imponer el igualitarismo y el estatismo en la Educación; esa utilización del maquiavelismo incluso en la «lucha» contra el terrorismo y, sobre todo, el entreguismo con los nacionalistas a fin de dominar el Estado hasta destruirlo a su conveniencia… Esta forma de plantarse la mayoría de la opinión pública tiene algo de levantamiento general frente a la normalidad que venido representando el socialismo a lo largo de esta tres décadas de democracia. Incluso los tardofranquistas de UCD se convirtieron mentalmente a la izquierda y no sólo en lo económico…
esa brutalidad de animar al aborto a las menores; ese modo sibilino y paternalista de imponer el igualitarismo y el estatismo en la Educación; esa utilización del maquiavelismo incluso en la «lucha» contra el terrorismo y, sobre todo, el entreguismo con los nacionalistas a fin de dominar el Estado hasta destruirlo a su conveniencia… Esta forma de plantarse la mayoría de la opinión pública tiene algo de levantamiento general frente a la normalidad que venido representando el socialismo a lo largo de esta tres décadas de democracia. Incluso los tardofranquistas de UCD se convirtieron mentalmente a la izquierda y no sólo en lo económico…
Esta ruptura aminorada que señala el CIS era temida por los ideólogos de la izquierda, ahora noqueados. Han comenzado a criticar a Zapatero pero no se atreven a condenarle. Tienen puesta la esperanza en una mejoría económica. No han tirado la toalla pero ya amenazan con hacerlo. (C. Alonso de los Ríos/ABC)
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