En la sesión de control al Gobierno, Gaspar LLamazares, se mostró indignado ante el ministro de Educación y criticó que un "Gobierno democrático" haya encargado por 6,4 millones de euros un diccionario. "Finalmente no tenemos una Real Academia, sino una Real Caverna" por lo que definió la nueva obra como "un libelo contra la República" y franquista.
Para el comunista no es suficiente la decisión del Gobierno de ordenar una rectificación a la RAH. "Imagínese en Alemania que diga que el nazismo fue autoritario y que la República de Weimar fue una dictadura", espetó Llamazares, que añadió que su grupo exige que el convenio se denuncie y que la edición no se publique. "Que no llegue a ninguna biblioteca esa mentira horrorosa", indicó.
Muy indignado, más que cuando se conocen las cifras del paro, consiguió su alegato afirmando que "nos encontramos ante un diccionario que es un insulto a la inteligencia, a la historia y a la ciencia" y además aseguró que todo esto "es una burla a esta democracia".
"Se ha herido la sensibilidad de la gente"
Por su parte, el ministro de Educación, Ángel Gabilondo, justificó la actuación de su Gobierno y afirmó que "si se trata de Franco y los franquistas, compartimos la posición". Dijo que el Ejecutivo "desaprueba cualquier justificación o revisionismo" del franquismo por una "cuestión de rigor histórico".
Por ello, anunció que ha pedido una modificación de la biografía de Franco a la Real Academia de la Historia. "No sé como debe hacerse, pero es indispensable cambiarlo", sentenció, puesto que considera que "se ha herido la sensibilidad y memoria de mucha gente". (ld)
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La mentalidad totalitaria de la izquierda no ha desaparecido. Sigue intacta. No hablo ya de la ignorancia de Gaspar Llamazares, que no sabe distinguir entre 'autoritario' y 'totalitario', sino de la actitud general de la izquierda. Quieren manipular todas las instituciones para que se pongan a su servicio. El que no obedezca es una facha. Gabilondo se ha puesto a la altura de Llamazares.
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LA VIDA DE LOS OTROS.
No hablaré de la película La vida de los otros más que a grandes rasgos. Prefiero que cada uno descubra por sí mismo las miserias y grandezas del ser humano y la inevitable maldad de los totalitarismos. Prefiero hablar de las ideas que subyacen y envuelven esta excelente película de 2006, que supuso el debut como guionista y director de Florian Henckel. La película transcurre en el Berlin Oriental durante los últimos años de existencia de la RDA y muestra el control ejercido por la policía secreta (Stasi) sobre los círculos intelectuales. Está protagonizada por Ulrich Mühe, Sebastian Koch, Martina Gedeck y Ulrich Tukur.
La vida de los otros nos muestra una historia que transcurre en un paraíso comunista, la Alemania del Este, en 1984. Como es propio de los sistemas totalitarios, el Estado socialista quiere saberlo absolutamente todo. Y a todos espía. Por su bien, claro está. Esta es una característica típica de los totalitarismos. El control de los súbditos (ya que sería un sarcasmo hablar de ciudadanos) se ejerce desde la cuna hasta la tumba. Y el terror generalizado, a través de una policía secreta con amplísimas competencias para hacer lo que crea conveniente para defender al Estado socialista.
Lean estas palabras que producen escalofríos. Lo relata un superviviente de los kemeres rojos de Camboya, llamado Pin Yathay. Uno de los guardianes, le dice: ‘Donde quiera que vayas, la Angkar (es el aparato estatal) es siempre la dueña de tu destino. Es esencial que lo sepas’.
Este aspecto diferencia el totalitarismo de otros sistemas, no democráticos, que limitan o eliminan las libertades de los individuos, pero sin pretender un control total de la vida de las personas, ni un cambio radical de las estructuras socio-económicas.
También es muy ilustrativo lo que dice Vázquez Rial en La izquierda reaccionaria: ‘Breznev y Kosiguin no empezaron a encerrar a los disidentes en clínicas psiquiátricas porque se sintieran en la necesidad de disimular que en la Unión soviética había presos políticos, cosa que se sabía en todas partes, sino porque realmente creían que la disidencia era una forma de enfermedad mental.
La de cosas que se pueden hacer con esta creencia interiorizada en la mente de las autoridades políticas y los burócratas a su servicio. ¡Nada menos que meter en clínicas psiquiátricas a los disidentes, por su propio bien!
Volviendo a la película, la policía (Stasi) incluso vigila a un famoso escritor que ‘cree’ en el socialismo. Se trata de un hombre del régimen, que vive con una famosa actriz. También del régimen. Aunque lean periódicos occidentales, beban güisqui de importación, organicen fiestas de intelectuales, y se permitan ciertas críticas al régimen. Pero ellos, a pesar de que son personas inteligentes, no pueden creer que también les espíen a ellos. Se trata del autoengaño. Tan habitual en los humanos. No creo lo que no quiero creer, o lo que no me conviene creer…
A principios del siglo XX, Trotsky presentó a Lenin un marxista alemán llamado Willi Münzenberg. Comentó este último que el triunfo revolucionario no podría dominar Europa a menos que se contara con la ayuda de lo que él llamaba, con cierto desdén, “el club de los inocentes”. Lo que en tiempos fue la Alianza de Intelectuales Antifascistas que era una defensa de la Unión Soviética ante el mundo progresista occidental. Bien es cierto que Antonio Gramsci (1891-1937) también habló de hegemonía cultural para poder dominar a la sociedad, dada la insuficiencia de los aparatos represivos.
O sea, con el halago o la subvención de los intelectuales “comprometidos”, se consigue la hegemonía cultural de la izquierda. Ellos ayudaron a que el mundo progresista occidental (y compañeros de viaje) creyera que la Unión Soviética era el auténtico enemigo de los totalitarismos. En esta trampa cayeron miembros reputadísimos del ‘club de los inocentes’. Gentes de gran valía intelectual como Ernest Hemingway, André Gide, H. G.Wells, John Dos Passos, André Malraux, Albert Einstein, o Bertol Brecht, entre muchos otros. O sea, intelectuales comprometidos. En la película, todos saben, aunque no se atrevan a decirlo, que absolutamente todo depende del régimen.
La famosa actriz acepta acostarse con el Ministro de Cultura porque irritar a los jerifaltes socialistas es muy peligroso. Su éxito artístico podría desvanecerse. Incluso ella misma podría desvanecerse físicamente. Su doble vida, engañando al hombre que ama, la lleva a las drogas. Llega a convertirse en una piltrafa humana, gracias al Estado socialista. Pero la han forzado a actuar así los miembros de la Stasi. O sea, la policía secreta del Estado socialista. La protagonista, llega incluso a delatar al hombre que ama para salvarse ella de las garras de la policía. Más tarde, se suicida.
Hay un socialista decente, en la película. Se trata del capitán de la Stasi, Wiesler. Un comunista convencido que llega a darse cuenta de la corrupción de sus jefes. Por eso esconde una máquina de escribir que hubiera servido para meter en la cárcel al famoso escritor (Dreyman, en la película) que, al fin había despertado de su letargo ideológico. Escribió un duro artículo contra el Estado socialista que se había entregado (en secreto) a una revista de Alemania Occidental. El policía decente lo paga muy caro. Por eso había tan poca gente decente entre los socialistas alemanes del paraíso comunista.
¿Cómo es posible tanta barbarie como la que puede verse en la película? Porque hay gentes que son perfeccionistas sociales, algo muy diferente del perfeccionismo individual. Estas gentes, ya no pueden soportar por más tiempo la injusticia y la opresión capitalistas y se lanzan de cabeza a la sociedad ideal. Es decir, imponen la utopía, el paraíso comunista.
El resultado es un fracaso total. Pobreza, sufrimiento y muerte, física y del espíritu. Y, por supuesto, la culpa es de los demás. ¿Aprenden la lección? ¿Piden excusas? Nada de nada. Se trata, dicen ellos, de una incorrecta aplicación de la ”verdadera doctrina”. Siguen igual. Lo volverán a intentar, si pueden. Por tanto, son un peligro para la libertad y la democracia.
Por cierto, Alemania Oriental (1984), tenía la segunda tasa de suicidios más alta de Europa. El número uno lo ostentaba otro paraíso comunista, Hungría. Éxitos del socialismo realmente existente.
Todo esto sucedió en 1984. ¿Qué piensan los comunistas de hoy?
Paco Frutos, que fue Presidente del PCE, declaró en 2009: ”No celebraré la caída del Muro de Berlín. Demagogias, las justas”. ‘Cuatro farsantes celebran la caída del Muro’.
Por si fuera poco, en una entrevista a El País, arremetía contra el capitalismo, al que culpaba del fracaso del “modelo novedoso” que suponía la URSS.
No muy lejos se sitúa Julio Anguita.
A la pregunta de ¿Qué es ser comunista hoy en día?, responde lo siguiente: “Apostar por otra sociedad en la que se pase del reino de la necesidad al de la libertad. Para mí ser comunista hoy es trabajar continuamente para subvertir la actual sociedad con un horizonte, el cumplimiento de la solemne declaración de derechos humanos que incluye derechos sociales para los 6.300 millones de habitantes del planeta, y eso no lo resiste el sistema económico actual. Mi comunismo, aparte de ser una especie de nostalgia por una sociedad que todavía no es, es un imperativo a luchar continuamente por cambiar la actual. En eso soy absolutamente fiel a Marx”.
Pues si es tan fiel a Marx le recordaremos esto: ‘El arma de la crítica no puede sustituir a la crítica de las armas’, en la Crítica de la filosofía del Derecho de Hegel.
Dos breves consideraciones a la declaración de Anguita:
‘Subvertir’ la sociedad actual puede hacerse por las buenas o por las malas. Si no basta por las buenas, los comunistas (y compañeros de viaje) nunca han tenido problemas para utilizar la violencia. Que es, dicen ellos, ‘la partera de la historia’.
La segunda consideración, es la ceguera que provoca el sectarismo ideológico. Anguita dice que el capitalismo es incompatible con la ampliación de los derechos humanos y sociales a todas las personas del planeta. El que esté interesado en comprobar que Anguita va mal encaminado, puede leer, entre otros, ‘En defensa del capitalismo global’ de Johan Norberg, en el que muestra, con cifras, el avance, en bienestar de los países que se han incorporado a la economía de mercado. Y comparar esta situación con los países que han mantenido y mantienen sistemas de intervencionismo estatal. Datos en mano, no hay color.
Y para terminar, otra perla comunista.
José Luis Centella, elegido nuevo Secretario General del PCE, en sustitución de Paco Frutos, dijo, en Noviembre de 2009: ‘No tenemos que pedir perdón por nada’.
Y tiene razón el buen hombre. El libro negro del comunismo, dirigido por Stéphane Courtois y cinco historiadores más, del CNRS, ha mostrado que pesan sobre las espaldas del comunismo más de 90 millones de muertos. Sin embargo, ¿Para qué pedir perdón si bastan las buenas intenciones?
Sebastián Urbina.
4 comentarios:
Don Sebastián, yo creo que Llamazares, cómo todos estos izquierdistas -llamemosles así- saben perfectamente la diferencia entre autoritario y totalitario. Otra cosa es que se hagan los tontos o los indignados por conveniencia, grandes hipócritas es lo que son. De todas formas, me repatea que esta clase de gente: defensores de las peores dictaduras -eso si, de izquierdas-, antes y ahora; así como también defensores de asesinos y terroristas -por supuesto, también de su cuerda-. Vayan por la vida dando lecciones de moral y haciéndose los indignados, cuando ellos tienen más miseria y mierda que ocultar que nadie
Anguita no solo me ha abierto los ojos, sino que ha inundado de paz mi espíritu, y de ansias mi voluntad. Mañana de haré comunista!
Mañana mataré al zar, a la zarina, al zarevitz, y a todo el que se me ponga por delante! Parias del mundo, venid a mi, que tengo pan para todos! Y si no hubiera para todos, matáis al rico y le quitáis lo que injustamente tiene, y os lo repartís. Pero, ojo!, dándome a mí cuenta, que soy el que parte y reparte! (el final se lo calló, pero no creo que haga falta repetirlo. ¿O si?)
Cáspita, don Sebastián, anda Vd. tan desmelenado con tanto post nuevo que he perdido el hilo de donde quería colgar la continuación a un comentario mío, de esta misma mañana! Más bien parece Vd. otro Urbina, Juan de nombre, celebrado en las Españas de hace 5 siglos. La famosa infantería española del siglo XVI, la de Ravena y Ceriñola, pero también la de Bicoca y Santelmo de Nápoles, le ensalzó hasta el extremo de elevarle a prototipo de mando intermedio. "Un capitán, Urbina! Un alférez, Santillana!", se reclamaba por entonces. (¡Qué cosas! Ahora lo único que se pide es gratuidad en todo!). Pese a las innumerables citas al personaje que salpican los textos históricos y literarios de aquel siglo, y posteriores, nadie había pergeñado su biografía hasta que fuí invitado a ello por la RAHE. Debió de gustarles, porque después me pidieron tantas que no pude cumplir con todas, pero lo cierto es que tuve que lidiar con dificultades insólitas. Baste apuntar que aquel caballero de Santiago fue acusado, y exculpado, de asesinar a su mujer e hijo, al incendiar su propia casa, para castigar una pretendida infidelidad conyugal. Lo de quemar casas debía de estar al orden del dia en aquellos tiempos, aunque fueran palacios. Un Conde de Benavente quemó el suyo porque lo había hollado el Condestable de Borbón, muerto a escasos metros de donde se hallaba Urbina durante el asalto de Roma, en 1527, que acabaría en un espantoso saco. Ahora lo que se quema, aunque de tarde en tarde, es alguna fábrica arruinada para tratar de cobrar el seguro; los crímenes pasionales y conyugales son más frecuentes que entonces, aunque no den tanto juego literario, y el estado saquea a los ciudadanos, en un solo día, no se cuantas veces más de lo que importó aquel famoso saco romano, aunque solo éste seguirá vivo en la Historia. En cuanto al otro, el "pane nostrum quotidianum", estamos ya tan acostumbrados y hechos al expolio que ni siquiera lo tomamos en cuenta y, por supuesto, no tiene eco alguno.
En fin, como la aventura del Diccionario biográfico se cuestiona, ahora que finalmente verá la luz tras tres siglos de gestación, casi celebro que hace algunos años tuviera la idea de publicar mis biografías en las "etéreas salas" internáuticas. ¿Por qué? Porque la Academia dejaba muy claro que se reservaba el derecho a modificarlas sin previo aviso. No me consta que el motivo tuviera ningún matiz ideológico, sino más bien estructural, dado que las biografías debían ajustarse a una extensión prefijada (folios y líneas), que a mí me resultaba muy complicado ajustar.
Esta mañana, sobre un post reciente que ahora no soy capaz de localizar, me comprometí a recuperar una cita de Avicena, donde quedaba perfectamente retratado el perfil de Zapatero, biotipo de la izquierda. El caso es que el texto es de la primera decada del siglo XI, mucho antes de que la izquierda fuera elevada a categoría socio-política. Ah, no sabía Vd., la izquierda es inmarcesible, eterna!
Decía Avicena:
Ese compañero que te exhorta marchando siempre delante de ti, es un mentiroso, un charlatán frívolo que adorna falsedades y forja ficciones; te proporciona informaciones que no le habías pedido y sin que le hubieras preguntado; mezcla lo verdadero y lo falso, mancha con error la verdad, aunque sea pese a todo tu ojo secreto y tu iluminador. A través de él llegan hasta tí las nuevas de lo que es extraño a tu proximidad, de lo que está ausente del lugar en que te encuentras. Estás obligado a la prueba de separar la moneda de buena ley de entre todas las monedas falsas, de desgranar lo verídico entre las mentiras, de separar lo que es correcto de la ganga de los errores, puesto que de ningun modo puedes pasar sin él. Es posible que la asistencia divina te lleve de la mano y te arranque al extravío que impide avanzar, o que quedes sumido en la perplejidad y el estupor y que los falsos testimonios te seduzcan.
Si le preguntaras a Zapatero por la crisis, te diría: ¿Crisis? Como no hay crisis no hay por qué preocuparse de ella. Por lo tanto, hablemos de memoria histórica, de coyundas homosexuales, de aborto, de eutanasia, etc. Libérate de preocupaciones, confía en mi (lema de la campaña de 2008), y, sobre todo, vótame. Y para que lo tengas aun más claro, te permiriré desgravarte 400 euros en la declaración de la renta.
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