Cataluña se está convirtiendo en un verdadero quebradero de cabeza para el Gobierno central. A la Generalitat no le sentó nada bien el límite del 1,3% de déficit impuesto a las Comunidades Autónomas y, no sólo contenta con publicar un 2,66%, amenazó al ejecutivo de José Luis Rodríguez Zapatero con alejarse de España sino reciben más ayudas.
La agencia de calificación considera que "Cataluña desafía con su presupuesto al Gobierno central y disminuye la credibilidad de la propia región y de España". Así lo explica en su último informe en el que resalta que en el presupuesto regional para 2011 presentado en el Parlament no cumple con el objetivo fijado de 2.700 millones de euros, lo que "confirma las dificultades que la segunda mayor región española tiene para reducir su déficit y la trayectoria de su deuda".
Pero Moody´s va más allá y considera que el descrédito por este motivo trasciende las fronteras de Cataluña y afecta directamente al Gobierno central en tanto que se muestra incapaz de "hacer cumplir la disciplina presupuestaria a nivel regional y complica la consecución del déficit general en el 6% del Producto Interior Bruto para este año".
Así, en el presupuesto inicial presentado por Cataluña para 2011 se enfatiza las dificultades que existen para reducir el rígido gasto en sanidad y educación, más ante "la ausencia de ninguna iniciativa por parte de la política nacional en este sentido." Esto, según afirma la agencia en su informe, se traduce en una reducción muy limitada de los costes operativos del 3% frente a los actuales, lo que no compensa la caída del 6% de los ingresos.
Por otro lado, en la medida en que Cataluña no está cumpliendo con el objetivo de déficit, el Gobierno central puede evitar que la región realice cualquier nueva emisión de deuda este año. "Sin embargo, esto no resolvería el problema de fondo", argumenta la agencia. "Creemos que en Cataluña los atrasos en los pagos a proveedores aumentaría aún más y la liquidez de la región podría empeorar".
De esta manera, la agencia de calificación ya empieza a poner nombres y apellidos a la advertencia que hizo el pasado mes de enero sobre el riesgo que existía de una 'guerra política' entre autonomías provocado por el control de facto de las cajas de ahorro. (El Confidencial)
XXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXX
Como dice Albert Boadella: 'Que se vayan de una puta vez'.
XXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXX
EL NACIONALISMO EXPORTA PROBLEMAS.
Día 07/06/2011
EL desafiante conflicto fiscal que el Gobierno catalán tiene planteado al Estado con su déficit público para no rebajarlo sin ayudas —con el objetivo de un concierto similar al vasco— ha llevado a la agencia Moody's a describir un sombrío panorama para la economía catalana y, por extensión, la española. Tampoco sería prudente tomarse los criterios de Moody's como un dogma de fe, porque estas agencias de calificación no siempre han acertado en sus pronósticos. Pero sus evaluaciones marcan el mercado financiero y la advertencia sirve como medidor de la imagen que transmite al extranjero el desajuste autonómico, en general, y el enfrentamiento del Ejecutivo catalán con el Estado, en particular.
Junto a una más que comprensible y necesaria política de restricción y ajuste, el Gobierno de Artur Mas ha emprendido una dinámica de conflictos que fuera ya no se interpreta sólo como un problema del Estado autonómico, sino como un problema de Cataluña consigo misma. En un tiempo de crisis que exige homogeneidad fiscal, soluciones comunes y decisiones colectivas, la conflictividad provocada por el nacionalismo mueve a la perplejidad y empeora la percepción sobre la capacidad del Estado para enderezar el rumbo del déficit de las administraciones.
No es gratuito que Moody's dude de que el Ejecutivo central tenga «instrumentos eficaces para garantizar el cumplimiento fiscal en los gobiernos regionales» y que pida «techos de gasto obligatorios». La puesta de este mensaje en circulación por los mercados financieros es una pésima noticia para la economía española, y peor aún para la catalana, porque previene de falta de liquidez y retrasos en los pagos a proveedores por parte de la Generalitat. Claramente, no es el momento para estrategias nacionalistas de corto alcance, sino para políticas nacionales de Estado.
Este toque de atención es coherente con la suma de actitudes insolidarias del Ejecutivo de Mas. Negarse a cumplir las sentencias del Supremo sobre bilingüismo o cuestionar la llegada del AVE a Extremadura son torpes y graves síntomas de desafección con la realidad española. Poco sentido tiene pedir la solidaridad de Bruselas con sus multimillonarios fondos de rescate si la organización autonómica del Estado es una excusa para promover la insolidaridad entre territorios y gobiernos autonómicos. (ABC)
No hay comentarios:
Publicar un comentario