domingo, 12 de junio de 2011

ENFERMOS DE IDENTIDAD. CAT




EL PROBLEMA NO ES GRECIA, ES CATALUÑA.



Pese a que la agencia Moody's dice que su déficit hunde las cuentas del Estado y la UE vigila a sus empresas, Artur Mas presupuesta miles de millones en gastos superfluos e incorpora a otros 5.000 funcionarios.

El 'sumidero' de las Diputaciones supera los 6.300 millones.

El Gobierno catalán se gastará este año cerca de 800 millones en sus grupos mediáticos.

(El Mundo/Mercados)
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jueves 18 de octubre de 2007

El problema de Cataluña es el nacionalismo

 
 
"El problema de Cataluña es el nacionalismo catalán. Ese nacionalismo de vocación modernizadora en sus orígenes que deviene una rémora. Ese nacionalismo que combina la afirmación heráldica con la cultura de la queja. Ese nacionalismo que se esfuerza en construir una sociedad diferente, pero no una sociedad mejor."

"El empresario catalán ve limitadas sus iniciativas por unos políticos locales y regionales que tardan décadas -no es una exageración retórica- en ponerse de acuerdo sobre el trazado del AVE, la localización de la ampliación del aeropuerto del Prat, la instalación de la línea de muy alta tensión, o la construcción del cuarto cinturón y los túneles de Bracons y Horta. Y por si ello fuera poco, resulta que la Generalitat de Cataluña ni invierte en infraestructuras, ni ejerce con diligencia -a eso se llama negligencia- las competencias de inspección y sanción de servicios públicos que le otorgaba el Estatuto de 1979 y le sigue otorgando el de 2006. Pintoresco: exigen unas competencias que luego no ejercen. Eso debe ser la afirmación «nacional»."

"Pero, ni hacen, ni dejan hacer. Y, por supuesto la culpa es siempre del Estado. El victimismo goza en Cataluña de una mala salud de hierro. El nacionalismo catalán -gobernante o no- necesita, hoy como ayer, inventarse un enemigo a quien atribuir todos los males. Cosa que ahora ocurre con el estado de unas infraestructuras que, con la inapreciable colaboración de Magdalena Álvarez, se explica gracias a la pésima gestión -un mal gestor no es un enemigo- de los gobiernos de Rodríguez Zapatero y Montilla. El victimismo tiene, en Cataluña, un valor añadido: el político no dimite, porque la responsabilidad es siempre de un «Madrid» centralista que se desarrolla a costa de una Cataluña fiscalmente explotada y en la cual el Estado nunca invierte lo que debería."

"¿Cuál es la preocupación de los políticos catalanes con mando en plaza? En lugar de fomentar con empeño la calidad, la excelencia, la educación meritocrática, la investigación e innovación, la competitividad, el liderazgo directivo, las fusiones empresariales o el capital riesgo; en lugar de construir infraestructuras y enfrentarse a quien se opone a su construcción; en lugar de satisfacer las necesidades e intereses de un ciudadano que con frecuencia se ve obligado a moverse al margen de las prioridades oficiales; en lugar de eso, se pierde el tiempo elucubrando sobre la nación y la identidad catalanas, reivindicando unos derechos históricos preconstitucionales, encajando en España una Cataluña que ya está encajada desde hace siglos, obligando al etiquetado y rotulado en catalán, arrinconando el bilingüismo real de la población, fomentando el uso de unas energías alternativas que por sí solas no suplen a las convencionales. En definitiva, la irresponsabilidad de unos políticos que han conducido a Cataluña al atascadero en el que hoy se encuentra."


M. Porta PeralesBye Bye Spain - ABC

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