CATALONIA TRIONFANT
Cataluña es un territorio próspero dentro de España y como parte de la UE. Fuera, no. Según el estudio elaborado por ABC a partir de estimaciones de diversos expertos y de datos recopilados de estadísticas oficiales -incluso de la controvertida «balanza fiscal» presentada en su momento por la propia Generalitat para justificar sus tesis-, con la secesión Cataluña
pasaría a ser un país con un déficit público estructural disparado, la
deuda pública rozaría los niveles que tiene Grecia en términos de PIB, y
se destruirían 136.000 empleos por la pérdida de competitividad y fuga
de empresas y de capitales.
Y
todo esto, sin ponerse en el peor de los escenarios posibles. Con una
caída del PIB de entre el 20 y el 25 por ciento, estimaciones que
diversos expertos consultados coinciden en apuntar como nada exageradas,
ABC ha calculado varios escenarios posibles -de menos a más
desfavorables- y toma como referencia su promedio.
Riqueza: -50.000 millones de euros
Con
una caída del PIB de entre el 20 y el 25 por ciento, la Cataluña
independiente pasaría a generar una riqueza anual de 160.000 millones de
euros, 50.000 menos que en la actualidad. La renta per cápita se
desplomaría muy por debajo de la actual media de la Unión Europea, y
todavía más por debajo de la media de la zona euro.
La
caída del PIB vendría motivada por varios factores: pérdida de
competitividad empresarial, porque sus productos y servicios se
encarecerían al tener que pagar aranceles para cruzar sus fronteras al
no pertenecer a la UE, que junto con el mercado español representa no
menos del 80 por ciento de las ventas del tejido productivo catalán;
habría un «efecto rechazo» en España frente a productos y marcas
catalanes; habría una fuga de empresas para no verse perjudicadas, con
la consiguiente pérdida de tejido productivo y de empleo... Solo por el
sobrecoste de aranceles y trámites administrativos, algunos
especialistas calculan que el precio de los productos exportados por
Cataluña a España y al resto de Europa podría encarecerse en torno a un
15 por ciento.
Al
empobrecimiento habría que imputarle también el coste de salirse del
euro y tener que crear una nueva moneda cuya depreciación sería
drástica. Eso supone, de forma adicional, un empobrecimiento rotundo de
la economía general y del bolsillo de los ciudadanos. Y Cataluña tendría
que seguir pagando sus deudas en euros.
Ingresos: -17.300 millones de euros
La
caída del PIB provoca un recorte paralelo de la recaudación por
impuestos y cotizaciones. Entre lo que la Generalitat calcula que
ingresa por impuestos que tiene cedidos y lo que sus estudios dicen que
recauda el Estado en Cataluña, la capacidad actual de recaudación ronda
los 77.000 millones de euros. Una cuarta parte menos supondría perder
17.300 millones de euros al año. La «caja» de una Cataluña independiente
pasaría a tener una recaudación de menos de 60.000 millones de euros.
Gastos: 82.000 millones de euros
Entre
lo que la Generalitat gasta ya para sostener su sector público
autonómico y lo que el propio Gobierno catalán dice que costea el Estado
en infraestructuras y servicios que presta en Cataluña -infravalorado
según diversos expertos-, si fuera un país independiente tendría que
soportar un gasto público de unos 77.000 millones de euros. Pero debería
asumir gastos nuevos, que el estudio de balanzas fiscales de la
Generalitat obvió. Entre ellos, uno tan grueso como el de crear su
ejército, dotarlo de armamento, formar sus servicios de inteligencia...
La
media de gasto en Defensa del conjunto de los países de la OTAN ronda
el 3 por ciento del PIB; en Francia viene a estar en el entorno del 2
por ciento; justo antes de la crisis, el Reino Unido dedicó el 2,4 por
ciento, por citar unos ejemplos. Y se trata de países con una estructura
defensiva ya creada. Cataluña tendría que hacer frente a un gasto anual
no inferior a los 4.000 millones de euros. Y todo esto sin formar parte
de la OTAN. Al menos durante mucho tiempo, una Cataluña independiente
también tendría muy difícil su ingreso en la Alianza Atlántica.
Además,
debería crear también su red de embajadas y consulados, componer su
cuerpo diplomático y sus servicios de política exterior -nada que ver
con su actual red de delegaciones en el extranjero, por costosa que ya
esté siendo-. A tenor de lo que España dedica a este apartado, el
sobrecoste para Cataluña rondaría los 400 millones de euros al año. Y no
podría prescindir de ello: la política exterior sería crucial para un
país recién creado que necesita tejer relaciones y no verse relegado en
el concierto internacional.
En
su conjunto, los gastos a los que tendría que hacer frente un
hipotético «Estado catalán» rondarían los 82.000 millones de euros.
En números rojos: -20.000 millones al año
De
forma estructural, los números rojos de la Cataluña independiente
rondarían los 20.000 millones de euros al año. Y para enjugarlos debería
recurrir al endeudamiento, a pedir dinero prestado en los mercados
financieros internacionales. ¿Tendría abierto el «grifo»? Lo más
probable es que lo tuviera complicado, y a precios altos, lo que supone
otro sobrecoste.
Para
que el déficit no se disparara por encima del 5 por ciento, Cataluña
tendría que colocar deuda pública por más de 10.000 millones de euros al
año durante largo tiempo. Déficit y deuda pública constituirían un
crítica espiral de muy largo recorrido.
Deuda pública: 250.000 millones de euros
En
el horizonte de los diez primeros años desde la independencia,
Cataluña, por tanto, viviría una escalada de deuda pública acelerada. Y
hay que tener en cuenta que habría echado a andar, en el minuto cero,
con una tremenda mochila de endeudamiento. De entrada, los 43.954
millones de euros que ya debe su sector público autonómico en estos
momentos. Pero, además, habría que imputarle la porción que le toque de
la deuda de España, la del sector público del Estado del que se separa.
Se
calcule en proporción al PIB actual de Cataluña o a su número de
habitantes, el promedio le saldría por tener que acarrear con 100.000
millones de deuda. ¿Podría negarse? Sí, pero empezarían con muy mal pie
de cara a los mercados financieros internacionales. Su credibilidad como
pagadores responsables caería por los suelos, y con esa tarjeta de
presentación es difícil llamar a la puerta para pedir dinero prestado.
Renunciar a asumir esa parte de la deuda sería como pedirle a un banco
que se quede con nuestra hipoteca y nosotros quedarnos con el piso. Y,
en este caso, el banco no solo sería España, sino el resto de la UE, por
una elemental cuestión de asociación económica.
Con
una «renta nacional» recortada, un endeudamiento público de 250.000
millones de euros situaría la deuda de Cataluña en más del 150 por
ciento de su PIB. Muy por encima de la tasa con la que cerraron el año
pasado Portugal o Irlanda, y próxima a la que acumuló Grecia al acabar
2011, que fue del 165 por ciento.
Fuga de emprsas: -1.300
En
Cataluña hay actualmente unas 28.500 empresas. De ellas, 5.300 tienen
más de 50 trabajadores, 1.100 de las cuales cuentan con plantillas de
más de 200 empleados. Entre las 5.300 medianas y grandes empresas
catalanas suman casi 550.000 empleados.
En
caso de independencia, la fuga de empresas y de capitales sería
abultada. El dinero buscaría refugio fuera para evitar su depreciación y
la incertidumbre; y un buen número de empresas, que dependen de lo que
venden fuera de Cataluña, se marcharían para seguir estando al calor de
la economía del euro, no perder competitividad y esquivar riesgos.
¿Cuántas optarían por marcharse? Es una incógnita, pero hay un dato de
referencia. En los años en los que en el País Vasco se promocionaba el
soberanista «Plan Ibarretxe», el catedrático Mikel Buesa hizo una
encuesta al respecto entre las medianas y grandes empresas vascas: la
cuarta parte de ellas manifestaron su intención de irse del País Vasco
si se escindiera de España.
Trasladando
esa tasa de referencia a Cataluña, su independencia podría suponer la
pérdida de 1.300 empresas y unos 136.000 puestos de trabajo directamente
ligados a ellas.
A muy largo plazo: Décadas para remontar
Todo
este escenario es el calculado para los diez primeros años desde una
hipotética independencia. Lo que ocurriera a partir de ahí es difícil
preverlo. Los expertos consultados por ABC coinciden en que la primera
década sería de un empobrecimiento económico brutal. Cuando se tocara
fondo, pasarían años para empezar a remontar. ¿Y hasta dónde lograría
remontar Cataluña? Es otra incógnita. Es un horizonte de décadas, de
toda una generación. (Inés Baucells/Roberto Pérez/ABC)
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