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martes, 11 de septiembre de 2012
EN LA LÍNEA ROJA DE LA DESLEALTAD.
Barcelona.- La Nación Española se dotó democráticamente de una Constitución que regula los derechos y deberes de sus ciudadanos. Los nacionalistas catalanes, con la inestimable ayuda e impuso en numerosas ocasiones de los socialistas y con al impasibidad del los sucesivos gobiernos nacionales, incluidos los gobiernos del Partido Popular, han ido descendiendo escalones en las estructuras del Estado hasta convertir sus cimientos en un esqueleto frágil. Ahora, con España en el momento crucial de mostrar fortaleza en Europa y asumir la arriesgada decisión de un posible 'rescate' económico que permita regresar a los momentos de estabilidad y bienestar, los nacionalistas catalanes, después de merendarse las reservas, ocultan sus políticas de despilfarros y separadoras y enardecen a las masas con el sueño de la independencia.
Les relatan en cuento de la lechera y les hacen los cálculos de lo que ganarían son la 'soberanía fiscal' y con la independencia. No les cuentan que la ruptura nunca sería gratis, ni que el día después sería sombrío. El mercado de 45 millones de personas se esfumaría para las empresas radicadas en Cataluña.
Adiós, España, tal vez. Pero también adiós editoras de libros y publicaciones periódicas, adiós La Caixa, adiós cava, adiós farmacéuticas, adiós productoras de televisión, adiós puerto de Barcelona, adiós Barça, adiós textiles y distribuidoras logísticas... No camparían a sus anchas por España porque ya no sería su país.
Este 11 de septiembre, el diario 'El Mundo' publica este breve comentario, que en parte pone la luz de alrma sobre la situación:
"Aunque asegura que no puede acudir a la manifestación de hoy por su papel institucional, Artur Mas realizó ayer un vibrante alegato en favor del acto independentista que organiza una plataforma con motivo de la Diada. El president exigió "la soberanía fiscal" como paso hacia un Estado catalán, subrayando que Cataluña está "más cerca que nunca de lograr su anhelo de plenitud nacional". Ya no se trata de salir a la calle como hace unos años, para reivindicar el nuevo Estatuto sino para pedir la independencia. Artur Mas ha cruzado esa línea roja y desde hace bastantes meses se declara partidario de la ruptura. Anoche, Rajoy restó importancia a este desafío afirmando que "no estamos para grandes algarabías". Una respuesta bastante tibia al resto que está planteando el nacionalismo catalán".
Cataluña, si abandona el barco, después de haberlo hecho zozobrar, se arriesga a que las olas que genere la nave cuando de nuevo tome impulso, ligero de marinos que reman a la contra, se pierda en el océano de las tempestades. (LaVozLibre).
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